El ‘boom’ del documental español: mucho título para tan poco público
2015 fue el año de la eclosión de la no ficción con 75 de los 188 largos estrenados en las salas. Sin embargo, los espectadores apenas los apoyaron en la taquilla
En 2015 el cine español logró su segundo mejor resultado de taquilla del último lustro y alcanzó la cifra más alta de estrenos en salas durante ese periodo, 188, según el Anuario del Cine Español. Lo más llamativo es que 75 de ellos son documentales. A pesar de esa explosión, no ha ocurrido lo mismo con su taquilla. Hay que llegar hasta el puesto 60 de los títulos más taquilleros para encontrar el primer documental, Messi. Ni el aliciente de su director, Álex de la Iglesia, ni el atractivo de contar la historia de uno de los astros del fútbol mundial lograron cumplir las expectativas de su distribuidora, Avalon. Comparado con otros títulos que han pasado por sus oficinas como Citizenfour o Searching For Sugar Man, los 3.042 espectadores que acudieron a las salas a verlo suenan a escasos. "Esperábamos mejor acogida, sobre todo en Cataluña”, lamenta Enrique Costa, dirección de adquisiciones de Avalon.
Más allá de los estrenados, los documentales supusieron en 2015, según datos del ICAA recogidos en el último Congreso del Documental celebrado durante el pasado Festival de Málaga, 109 de los 215 largometrajes registrados en el Ministerio. Y ha habido un incremento espectacular de un 60% en la última década, en la que se han registrado 734 filmes. No son los únicos que se hacen, porque si se atiende a cifras de festivales, solo llega a salas un 32% de ellos. Mirito Torreiro, profesor universitario, crítico de cine y miembro de la organización de ese festival, repasó en la ponencia inicial del congreso –celebrado doce años después del anterior encuentro- esta última década, en la que ha habido un salto de calidad indudable, pero en la que también se ven diversas lagunas como que este tipo de filmes en España son muy remisos a hablar de instituciones, los pocos que hay sobre vivencias de los directores –en comparación con el resto de Europa- o la falta de un mercado claro.
Si los documentales se hacen para influir, reflexionaba Torreiro, el último gran bombazo ha sido entonces el ganador del Festival de Málaga Ciutat morta, de Xavier Artigas y Xapo Ortega, que solo tuvo 3.000 espectadores en salas, pero que removió a la sociedad catalana en su emisión en televisión, en concreto en el Canal 33 el 17 de enero de 2015, año y medio después de su estreno. Esa noche muchos televidentes se enteraron por primera vez de lo ocurrido el 4 de febrero de 2006 cuando la policía disolvió una fiesta en un local okupado propiedad del Ayuntamiento en el barrio de Ciutat Vella (Barcelona). Una maceta arrojada desde el tejado dejó a un agente parapléjico –la sentencia judicial aseguró que fue una piedra– y siete personas que estaban en la calle fueron detenidas. Algunas acabaron en el Hospital del Mar de Barcelona donde coincidieron con Patricia Heras y su amigo Alfredo, que habían sufrido un accidente de bicicleta. La policía local les incriminó y junto con los otros detenidos acabaron condenados en 2010 y en prisión. Heras se suicidó al salir de la cárcel un año después. Hasta ayer, en YouTube, el filme había tenido, en sus diferentes versiones, casi medio millón de visualizaciones. En su pase televisivo, Ciutat Morta, con cinco minutos menos por orden judicial por una denuncia de Víctor Gibanel, exjefe de información de la Guardia Urbana, tuvo un 19% de share y más de 528.000 espectadores. Esa cifra supera por supuesto al documental español más visto esta década: El misterio del Nilo, de Jordi Llompart, un éxito de los cines IMAX con 450.000 espectadores.
Solo 33 espectadores
En el otro extremo de la taquilla Kiko Prada, director de Queridos Monstruos, era consciente antes de que su película llegara a la gran pantalla de la dificultad de que cosechara unos buenos resultados. “En taquilla sabíamos que no iba a ir bien. Si una película independiente es pequeña, la visualización de un documental independiente es minúscula”, comenta. Solo 33 espectadores acudieron a verla, a pesar de haber obtenido varios galardones en diversos festivales. “Es más para televisión. Creo que tiene su hueco en la gran pantalla, es la forma de que llegue a más gente”, subraya Prada.
Los más vistos en una década
El misterio del Nilo (2005). De Jordi Llompart. Uno de los filmes más vistos en los IMAX con 1.027.629 espectadores.
Océanos (2009). De Jacques Perrin y Jacques Cluzaud. España forma parte de esta coproducción sobre la naturaleza con 201.720 entradas vendidas.
La última cima (2010). De Juan Manuel Cotelo. Documental de temática religiosa que vendió 136.000 entradas.
Tierra de María (2013). También de Cotelo y también religioso como el anterior, tuvo 59.000 espectadores.
En el caso de Sueños de Sal sucedió justamente al contrario. Ya había cosechado una buena acogida antes de ganar el Goya de su categoría. “Cuando no se espera nada, te da alegría cualquier cosa”, apunta el productor Jesús Navarro. Se trata de un ejemplo de búsqueda de otras vías de exhibición. “Hemos llevado la película a pequeñas salas que hacía tiempo que estaban cerradas”. Así, de pueblo en pueblo, lograron 1.735 espectadores, cuya recaudación se ha destinado íntegramente a Cruz Roja y Cáritas.
Como reflexionaba en Málaga Josetxo Cerdán, ex director artístico del festival Punto de Vista, una de las citas del documental, “falta hibridación con el cine latinoamericano, y lo que está pasando en España se refleja en pantalla, pero ¿tiene trascendencia?”.
La televisión, salvación y lastre del sector
El documental español vive muy atado en su producción a las televisiones. En esta década, TVE ha producido 121; TV3, 93; ETB, 39; Canal Plus, 25, y el resto de las cadenas que componen la FORTA, 41. En cambio, como se acentuó en el IV Encuentro de Cine Documental durante el Festival de Málaga, celebrado a finales de abril, hay muy pocas piezas realizadas por los canales temáticos, a excepción de las producidas por el canal TCM, centrado en el cine (curiosamente, en la última década se han filmado 58 documentales sobre cine).
Sin las teles no hay juego, comentaban directores y productores en la ciudad andaluza. Y como aseguraban varios ponentes, si ya casi no hay documentales políticamente incómodos —a excepción de Ciutat morta—, ¿los van a hacer televisiones públicas, que tienen agendas políticas propias, y cuyos directivos dependen de sus Gobiernos, bien el nacional, bien los autonómicos?
Babelia
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