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Ferlosio se estrena en el Retiro

El autor de 'Alfanhuí', que nunca había firmado en la feria del libro, acude por primera vez a los 88 años

Javier Rodríguez Marcos
El escritor Rafael Sánchez Ferlosio firma ejemplares en la Feria del Libro.
El escritor Rafael Sánchez Ferlosio firma ejemplares en la Feria del Libro.JAIME VILLANUEVA

Es más fácil ver a Bruce Springsteen cantando en Madrid que a Rafael Sánchez Ferlosio firmando en la Feria del libro. De hecho, nunca hasta este sábado había participado en el ritual. En 1956, poco después de ganar el Nadal con El Jarama, decidió no representar “el grotesco papelón de literato”, y se encerró a estudiar gramática durante década y media. No dejó, sin embargo, de pasear por el Retiro. Las pausas de aquellos “altos estudios eclesiásticos” las empleaba en llevar a su hija Marta a ver los guiñoles del parque. Hoy ha sido el empeño del librero Luis Sancho, que tiene por cliente a Ferlosio, lo que a las siete y cuarto sentó en la caseta de la librería El Buscón a un escritor alérgico a los actos públicos. A ese empeño se unió la ilusión de su nieta, Laura, de 11 años, que andaba por el Paseo de Coches con Harry Potter y la piedra filosofal bajo el brazo.

A Laura le divertía ver firmar a su abuelo y el abuelo, de 88 años, se sobrepuso al bochorno y a la timidez. El premio Cervantes de 2004 acaba de reunir sus artículos políticos en Gastos, disgustos y tiempo perdido (Debate), segundo tomo de sus ensayos completos, y la novedad ocupaba en el puesto de libros algo más de espacio que en la larga cola de los que esperaban su firma: 30 personas cuando faltaban 15 minutos para el final de una “ceremonia” ralentizada por las continuas fotos y por los saludos de los que no quisieron perdérsela, entre otros, el filósofo Emilio Lledó. Novelas como Alfanhuí o El testimonio de Yarfoz volvieron a pasar por las manos de un autor que se dice retirado de la ficción, pero que ha atendido con toda amabilidad a sus lectores. Cuando un joven le puso delante El Jarama, Ferlosio torció el gesto y, más que contrariado, decepcionado, le dijo: “Este libro es muy malo”. Y el lector: “Es para mi suegra”. La suegra se llevó la dedicatoria y el escritor hizo justicia a uno de sus aforismos: “Ladro pero no muerdo”. Todas las firmas, por cierto, eran iguales: el nombre del lector con su apellido y un “Rafael Sánchez”. A secas. Y la fecha de hoy sábado, 11 de junio, que tiene algo de histórica.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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