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La sociedad no olvida

Argentina sigue dando ejemplo a Latinoamérica y al mundo con su política de juicios de lesa humanidad

Carlos E. Cué
Encuentro entre los presidentes Jorge Videla, de Argentina, y Augusto Pinochet, de Chile, en 1978.
Encuentro entre los presidentes Jorge Videla, de Argentina, y Augusto Pinochet, de Chile, en 1978.getty

Pocos países en el mundo tienen tan presente su historia trágica reciente como Argentina. 40 años después del golpe de Estado que dio inicio a un régimen militar cruel (1976-1983) la memoria de esa tragedia crece cada día. Las víctimas de la dictadura, y sobre todo sus familias, tienen un protagonismo impensable en países como España y la mayoría de los vecinos latinoamericanos. Tanto que el presidente de EE UU, Barack Obama, visitó Buenos Aires en marzo y el viaje quedó monopolizado por el papel de su país en la primera fase de la dictadura argentina cuando, como él mismo reconoció, miró para otro lado.

Tanto en la visita de Obama como otra anterior de François Hollande, la gran protagonista fue Estela de Carlotto, líder de Abuelas de Plaza de Mayo, omnipresente en casi todos los debates sociales, en las radios, en la prensa, como un auténtico referente moral. Hollande logró la fotografía buscada con Carlotto, Obama lo intentó pero ella no quiso.

Abuelas sigue recuperando nietos que descubren a los 40 años que son hijos de desaparecidos. Sus historias aparecen en todos los medios y sigue conmocionando a la sociedad. Varios de ellos tienen protagonismo político e incluso son conocidos diputados, como Victoria Donda, congresista de izquierdas, que nació en la ESMA, el gran centro de torturas, y allí fue entregada a una familia del régimen.

También los periodistas y escritores mantienen vivo el interés por una historia inagotable. Un sobrecogedor libro recién publicado, Hijos de los 70 (Sudamericana), detalla las vidas de hijos de desaparecidos pero también de hijos de los torturadores. Allí se cuenta la trágica ruptura familiar de las dos hermanas Donda. Victoria, la diputada, fue criada por un torturador, descubrió su identidad a los 26 años y se hizo dirigente de izquierda. El hombre que creía su padre aún está en la cárcel. Eva, su hermana mayor, fue criada por su tío, que era jefe de inteligencia de la ESMA, donde torturanos a su hermano, el padre de las Donda, y a su mujer, la madre. Ambos desaparecieron. Eva aún hoy defiende a los militares mientras Victoria lucha para condenarlos. Dos hermanas rotas por la historia, que intentan reconciliarse.

Argentina sigue dando ejemplo a Latinoamérica y al mundo con su política de juicios de lesa humanidad. No solo ha sido el único país que ha juzgado y condenado a los responsables de la operación Cóndor, el gran pacto secreto de seis dictaduras para asesinar disidentes. Desde 2006, cuando el Congreso declaró nulas leyes de impunidad que aún rigen en otros países latinoamericanos e incluso en España. 2.354 personas han sido imputadas por delitos de lesa humanidad. 791 de ellas ya han sido condenadas. Ahora hay 13 juicios en marcha, algunos enormes, como el de la ESMA, el principal centro de represión.

Argentina también marcó un camino y convirtió ese lugar de doloroso recuerdo en un centro de memoria ejemplar, donde trabajan las asociaciones de derechos humanos e incluso el responsable del Gobierno para estos asuntos, Claudio Avruj, que recibe allí a la prensa, a pocos metros de la sala donde fueron torturados centenares de compatriotas, hoy convertida en museo del horror.

La presencia de la memoria y la reivindicación de los derechos humanos son tan fuertes en Argentina que la Corte Suprema ha determinado que es una política de Estado, que los juicios nunca pararán hasta que todos los culpables sean juzgados, gobierne quien gobierne.

De la fortaleza de este mensaje en todas las generaciones, especialmente los jóvenes, da idea una anécdota reciente. El diario La Nación público un editorial pidiendo que pudieran salir de la cárcel los represores más ancianos aprovechando el cambio de Gobierno, con la salida de Cristina Kirchner y la llegada de Mauricio Macri. La redacción de este diario de línea conservadora se plantó con tanta fuerza que el periódico publicó la noticia del rechazo de sus periodistas y aclaró que ese editorial no representaba más que a la empresa. Macri por su parte aclaró que no pensaba cambiar nada de la política de derechos humanos de los Kirchner. Y él mantiene al Estado como parte denunciante de los represores en al menos 50 causas. 40 años después, la memoria de las víctimas ha ganado la batalla en Argentina.

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