‘Trump fiction’
De ‘American Psycho’ a ‘Los Simpson’, el candidato republicano ha sido un personaje muchas veces en cine, televisión y libros
A Donald Trump le gusta más una cámara que un solar en Park Avenue. Antes de gozar de la actual cobertura televisiva gratuita y permanente, el candidato republicano ya se había labrado una prolija carrera como figurante en en cine y televisión. Si alguien quería introducir en su ficción un icono real de la riqueza de Nueva York, la perfecta imagen de yuppie de los 80 y los 90, le tenía a él. De ahí se explica que hiciera casi siempre de sí mismo: es el tipo que quiere comprar la catedral de San Patricio en Celebrity, de Woody Allen, o el padre que dice su pequeño: “Eres el mejor hijo que el dinero puede conseguir”, en la infantil Una pandilla de pillos.
Pero la obra en la que logra mayor protagonismo es aquella en la que nunca aparece: American Psycho, la famosa novela de Bret Easton Ellis, de 1991. En ella, Trump es el héroe de Patrick Bateman, un joven ejecutivo sádico y profundamente inseguro que hoy se sentiría bastante contrariado con el sex-appeal del magnate para una parte de la clase obrera estadounidense.
Bateman se pasa la novela preguntándose por qué nunca se encuentra con su admirado, a quien sueña con conocer en persona. Entre los deseos de año nuevo: que los Trump le inviten a la siguiente fiesta de Navidad. En ocasiones, miente y cuenta que alterna con él o que ha viajado en su avión privado. Si detesta la pizza de un lugar, basta con que un amigo le cuente que a Trump le encanta para que responda que debería probarla de nuevo.
El asesino Bateman se sentiría contrariado: Trump ha pasado de ídolo de los cachorros de Wall Street, a showman.
Está obcecado con él. “¿Por qué no has invitado a Donald Trump a tu fiesta?”, le pregunta enojado a su novia en un momento de la historia. Y esta estalla: “No, Donald Trump otra vez, no —se queja Evely—-. Dios santo, ¿es por eso que te has comportado como un payaso? ¡Esta obsesión tuya se tiene que terminar!”.
La novela —ahora hecha musical en Broadway— fue un fenómeno literario en Estados Unidos, aunque también resultó muy controvertida por la extrema violencia de sus páginas. Bateman viola, tortura y come carne humana. Tiene fijación por las marcas de lujo y la exhibición de riqueza. La época en la que fue publicada, el 91, era aquella en la que Trump encarnaba la imagen perfecta de yuppie de Manhattan, el tipo en el que los cachorros de Wall Street querían convertirse.
Trump había tomado el negocio de su padre, un rico constructor de Queens, y dado el salto a Manhattan. Había construido ya su fortuna, varios edificios conocido de la ciudad llevaban su nombre, también algunos casinos de Atlantic City (luego quebraron).
Entonces estaba casado con Ivana Trump, que también encandila a Bateman por ser esposa de quien es. Hacía pocos años que había publicado su gran superventas, The art of the deal (El arte de la negociación), de 1987, donde ya expresa la materia prima de su contenido político: “Si haces cosas que son atrevidas o controvertidas, la prensa escribirá sobre ti”, dice en un momento. O “a veces, parte de alcanzar un acuerdo consiste en denigrar a tus competidores”, asevera. Es el libro que obviamente Bateman tiene sobre su mesa y que recomienda al detective que va a interrogarle.
El Trump de hoy, sin embargo, está captando mucho del voto empobrecido de Estados Unidos y su imagen se ha vuelto menos elitista —aunque sigue siendo fanfarrón—. En Rolling Stone entrevistaron al autor de American Psycho e hizo una reflexión en esa línea. “Ahora le está dando voz a los votantes blancos enfadados de clase trabajadora. Creo que, en cierto modo, Patrick Bateman se sentiría decepcionado de en qué se está convirtiendo Trump y con quién está conectando”.
Porque es difícil encajar la imagen de triunfador rey de los negocios de los 80, de crema de las fortunas neoyorquinas, con la del showman posterior, el del programa de telerrealidad El Aprendiz o el que no hacía ascos a ningún cameo: visita la casa de los Banks en El Príncipe del Bel-Air (lo que lleva a Carlton al desmayo), en Sexo en Nueva York (un amigo suyo flirtea son Samantha) o en la primer parte de Zoolander. También aparece en Eddie, Spin City o The Nanny.
A esos directores o guionistas no se le ocurrió caracterizar a Trump como presidente de Estados Unidos, pero podría convertirse en una realidad en noviembre. Sí fantaseó con ello un premonitorio capítulo de Los Simpson. Y tras conocerse su candidatura el verano pasado, la NBC también grabó un gag sobre el empresario en la Casa Blanca junto a su hija, Ivanka, que se emitió en noviembre. Por supuesto, el verdadero Donald e Ivanka participaron en el show.
Babelia
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