Efusivo y provocador abrazo entre Shakespeare y Cervantes

En su primera salida antes de ser armado caballero andante, a Alonso Quijano le ofrecieron un potaje de vigilia. Ese sabroso y nutritivo plato lo cocinará en directo el propio Quijote, mientras va narrando al público sus andanzas y aventuras por tierras de Castilla. Don Quijote, una comedia gastronómica, con dramaturgia de Sergio Macías, es uno de los siete montajes que componen el festival En algún lugar del ser o no ser que revisará desde hoy y hasta mediados de junio la creación de Cervantes y Shakespeare, con una mirada rompedora y provocadora, muy alejada del clasicismo. Con motivo del 400 aniversario del nacimiento de ambos autores, la sala Galileo, en Madrid, y la exhibidora Smedia proponen un homenaje que supone toda una vuelta de tuerca al tratamiento de las obras de estos dos genios de la literatura.

Proyectos y compañías de Galicia, Extremadura, País Vasco o Cuba, entre otros, que han realizado una relectura sorprendente y divertida y que, después de su visita a Madrid, continuarán gira por teatros de dentro y fuera de España. Comenzó ayer, al aire libre, con Sueño de una noche de verano, y hoy le toca el turno a Miguel Will, “un contacto espiritual entre los dos escritores”, que dirige el actor cubano Vladimir Cruz, y que se nutre de la obra de José Carlos Somoza. Este montaje es todo un viaje al proceso de creación del teatro dentro del teatro. “Se muestra como se construye un espectáculo teatral desde el punto de vista de Shakespeare y Cervantes”, explica Cruz, uno de los intérpretes de la famosa película cubana Fresa y Chocolate. El texto parte de la existencia, más que probable, de una pieza desconocida del autor bardo, llamada Cardenio, inspirada en los primeros capítulos del Quijote. “Desde ahí se exploran los cánones teatrales de la época y las dificultades que el propio Shakespeare se encontró para representar la obra y que le llevó a la conclusión de que en el teatro no todo es posible y que existen personajes y situaciones imposibles de llevar a escena”, añade Cruz.

El festival es, para el programador del Galileo, Rafael Romero de Ávila, una oportunidad de abordar la obra de estos dos autores de una manera diferente y novedosa. “Hemos buscado un espacio muy selectivo, alejado de las propuestas más clásicas”, explica Romero de Ávila. Como la que propone la compañía gallega IlMaquinario Teatro con el espectáculo Perplejo, una obra que, en palabras de su director Tito Asorey, “habla de la identidad o la búsqueda de la identidad en este gran teatro del mundo que es la sociedad contemporánea”. El autor es Marius Von Mayenburg, dramaturgo de la joven vanguardia alemana, del que aquí se vio hace años El feo. Perplejo, estrenado ya en gallego y que se alzó con los más importantes galardones de teatro María Casares, se representa ahora por primera vez en Madrid. Ser o no ser, la reflexión de Hamlet bucea por esta obra que se plantea como un juego cómico de roles con cuatro personajes, que se llaman igual que los actores reales y que siempre intentan modificar sus personalidades, dependiendo de los otros y de cómo los demás cambian. “Hablamos del ser o no ser, de las identidades líquidas, de esa búsqueda perpetua de saber quienes somos y quienes no somos”, explica Asorey. Perplejo, que comienza cuando una pareja vuelve a su casa después de las vacaciones y se encuentran con que la otra pareja que se ha quedado al cargo de la vivienda se han convertido de hecho en sus verdaderos y legítimos propietarios, es un espectáculo recomendado por la Red Nacional de Teatros.