El Gobierno argentino exhibe una inédita muestra de obras falsificadas
El Ministerio de Hacienda advierte sobre el tráfico de bienes culturales con 40 imitaciones
¿Es lícito que un organismo oficial exhiba obras de arte falsificadas? La pregunta asalta al espectador al recorrer la inédita muestra del Ministerio de Hacienda argentino: 40 pinturas que imitan a célebres artistas argentinos, como Benito Quinquela Martín, Antonio Berni, Antonio Seguí y Raúl Soldi, entre otros. De ser originales, su valor en el mercado ascendería a 600.000 dólares. Pero se trata de piezas falsas, decomisadas por Interpol, que se exhiben por primera vez en Argentina con el objetivo de alertar a posibles compradores de arte y concienciar sobre el tráfico ilegal de bienes culturales.
Todas pertenecen a la misma banda de falsificadores, que cayó el año pasado tras meses de investigación. La voz de alerta la dieron familiares de los artistas y galeristas que denunciaron "haber visto cuadros falsos en casas de venta y por Internet", detalla a EL PAÍS Marcelo El Haibe, responsable del área de Patrimonio Cultural de Interpol. "Había también personas que compraron esos cuadros y cuando los llevaron a certificar descubrieron que eran falsos", continúa. Al tirar del hilo, los investigadores llegaron al centro de operaciones: una vivienda de San Isidro, a las afueras de Buenos Aires, donde localizaron un total de 230 obras. Su propietario fue detenido y acusado de falsificación y defraudación, igual que uno de los autores de las imitaciones, mientras que otro más está en la mira policial.
"Se falsificaron las pinturas pero también los certificados de autenticidad", señala El Haibe. Junto a las pinturas expuestas se pueden ver también esos certificados fraudulentos y el material que utilizaron para confeccionarlos, como papel añejo original, sellos creados a propósito y máquinas de escribir de la época. Los falsificadores cuidaron también otros detalles, como los pequeños agujeros hechos ex profeso en uno de los marcos de madera para simular el trabajo de las polillas.
¿Se parecen las copias a los originales? Salvo alguna excepción, la respuesta merece un rotundo "no" de Mario Naranjo, coordinador de Recuperación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio de Hacienda. "La mayoría son obras muy burdas. En los cuadros de Quinquela dista bastante el trazo, la paleta de colores, el tamaño de los barcos, incluso la firma, que parece hecha con una regla", destripa Naranjo. "Al Juanito de Berni le cortaron la cabeza", se escandaliza. Admite que el que más se parece es L'uomo e il cane, de Seguí, que imita casi a la perfección la técnica del artista plástico cordobés, quien reside en París desde los años 60.
"Lo que no se conoce no se puede cuidar. Queremos generar una toma de conciencia en la ciudadanía sobre el tráfico de bienes culturales", señala el funcionario al justificar la muestra. Naranjo considera fundamental fomentar la conservación preventiva del patrimonio cultural argentino, empezando por las escuelas. Internet juega a su favor, según Interpol. "Cuando estamos hablando de obras de arte que son únicas, con bases de datos es más fácil certificar la imagen y comunicarse con otros países", opina El Haibe. Las nuevas tecnologías aumentan también las posibilidades de recuperar piezas robadas, explica, y anima a los compradores de arte a mirar el archivo online de la policía, en el que figuran todas las obras reclamadas por robo.
En la exposición, donde nada es lo que parece, ni siquiera el guardia de seguridad vigila por el mismo motivo que lo hace en las salas de un museo. Sus ojos no siguen los pasos de los visitantes por miedo a que se pierdan piezas de incalculable valor sino para evitar que desaparezcan pruebas judiciales. Con el juicio por presunta falsificación y defraudación aún en curso, los cuadros han sido cedidos excepcionalmente por el juez y a final de mes, cuando finalice la muestra, regresarán al juzgado. Posiblemente será esta la primera y última vez que cuelguen en alguna pared: cuando haya una sentencia firme serán destruidos.
Babelia
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