“El entrenamiento de una actriz consiste también en desaprender”
Estudia Antropología. En 'El ministerio del tiempo' (TVE) es Amelia Folch, la primera universitaria española. 24 años, familia de artistas. Una personalidad muy potente
¿De dónde viene su pasión por actuar? Desde pequeña; ser bailarina o actriz no era un capricho. No creo en condiciones prenatales. Tiene que ver con la educación, cómo hemos crecido. Con el trabajo duro, con el entrenamiento. Parte de mi familia se dedica a la música clásica; me crié yendo al teatro, al cine. Y supe lo duro que es esto. Es una forma de vida, más que una profesión.
¿Qué es lo que no se puede aprender? Gran parte del entrenamiento de una actriz consiste en desaprender. Nos tenemos que quedar muy en blanco, conectarnos con nuestras emociones más profundas, para encarnar a otro. Para eso tienes que limpiarte de tus propios tics.
Para ser otra persona. No sé si para eso, pero sí para ser capaz de encarnarla. A veces tengo la impresión de no perderme del todo a mi misma, como si fuera dos personas a la vez. Nadie es concreto y cerrado…
Tan frágil y el casting la lleva a papeles duros… ¡Ja ja ja! Me gusta salir de mí, investigar por qué nos comportamos como nos comportamos. Investigar a gente que no se parece a mí. Aunque parezca frágil y más o menos dulce tengo mi parte de carácter fuerte y algo duro. ¡Pregúntele a quienes hacen el casting, ja ja ja!
¿Qué no soporta? ¡Tantas cosas! Me cuesta lidiar con las injusticias. De pequeña no entendía por qué la gente se comportaba mal, por qué había sufrimiento… La actuación me ayuda a empatizar, pero todavía no entiendo. Actuar me ha ayudado a ser más compasiva, como si entendiera ya que la gente actúa como puede a no ser que le ponga más conciencia… Como fui tan sensible de niña intenté endurecerme un poco, pero sólo me hacía más daño. Una de las cosas más bonitas de la interpretación es ese ejercicio de compasión, de acercamiento a las filosofías orientales, situarte en un lugar en que las cosas no te hieran tanto.
Es Amelia Folch. ¿Cree que las cosas por las que ella luchó se han resuelto? ¡Por supuesto que no! Me considero feminista; esa lucha no está pasada. ¡Con El ministerio del tiempo he aprendido más historia que en todos mis años escolares! Y aprender de Amelia es investigar, aprender de grandes mujeres que se intentaron enfrentar al mundo. Esta es una profesión que abre la mente y el conocimiento.
¿Ya es esta su vocación? Todavía la estoy buscando. Nunca he percibido como una meta lo de ser actriz; es una parte del camino. Me gusta por lo que me enseña, pero sigo buscando mi siguiente vocación…; no me parece que sea lo único que puedo hacer con mi vida.
Quizá eso adelgace su ego… ¡O lo alimenta de otra manera! Esta es una profesión inestable, así que esa parte de mi personalidad me ayuda mucho a lidiar con la inestabilidad de la industria. Que termine un trabajo, se abra un abismo y no sepa cuándo tendré el próximo no me genera ansiedad.
¿Cómo les hace este oficio tan inseguro? Lo viví desde pequeña, siempre lo tuve claro. Tienes que saberlo gestionar, y saber gestionar el dinero que ganas. También te puede volver muy loco porque puede generar ansiedad. Tenemos necesidad de trabajar todo el rato para no sentirte desnudo de repente y sin nada a lo que aferrarse.
Ha pasado la mitad de su vida en un país en crisis… Para mi generación la crisis es terrible, pero somos jóvenes, nos hemos podido ir. No tenemos nada que perder. Es mucho más terrible lo que le pasa a la gente más mayor, gente que llega al final de su carrera y de repente se le corta todo de raíz. Es terrible que la sociedad no esté preparada para acogerlos, para ayudarlos.
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