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“La decisión de eliminar a mi hermano la tomó Estados Unidos”

Juan Martín Guevara presenta un libro sobre el Che desde un punto de vista familiar

Juan Martín Guevara, el hermano del Che.
Juan Martín Guevara, el hermano del Che.

Juan Martín Guevara, de 72 años, el menor de los cuatro hermanos y hermanas del Che, se ha sincerado con la corresponsal de Le Figaro en Los Ángeles, Armelle Vincent. Ha escrito un libro de memorias redactado en primera persona, Mon frère le Che (Mi hermano el Che, Editorial Calmann-Lévy). Con ocasión de su publicación en Francia, el hermano y discípulo de Ernesto Guevara viajó a París, donde ha celebrado sucesivos encuentros con los medios de comunicación.

Pregunta. ¿Le ha sorprendido que el apellido Guevara suscite tanto interés en un país como Francia casi 50 años después de la muerte del Che?

Respuesta. Todavía no soy capaz de valorar demasiado bien el eco que tiene el nombre de mi hermano en su país, que visito por primera vez. Pero he podido constatarlo en otros lugares, en Italia, Bolivia o Cuba. Sé que la gente se interesa por mí a causa de mi hermano. Siempre ha sido un referente para mí, un ejemplo que he intentado seguir [Juan Martín Guevara pasó ocho años en las cárceles argentinas durante la dictadura militar].

P. En su libro, afirma que quiere superar el mito del Che pero sus recuerdos de adolescencia parecen, por el contrario, haber asimilado el mito: ¿puede uno tener una visión crítica de su propio hermano?

R. Soy un militante que se guía por los pensamientos del Che. Me defino como marxista-leninista-guevarista. Pero este libro no está dirigido solo a quienes piensan igual que yo. Ante todo, he tratado de mostrar al Che como Ernesto Guevara, un ser humano nacido en un contexto familiar, nacional e internacional que le permitió convertirse en lo que fue. Si hubiese sido un campesino analfabeto de Bolivia, si nuestra familia hubiese sido fascista o muy religiosa, si no hubiese conocido a Fidel Castro, etcétera, no cabe duda de que el terreno no habría propiciado la eclosión de un revolucionario. Me intereso más por su pensamiento y sus actos que por el mito casi religioso que nació tras su muerte.

P. En su opinión, ¿quién lo mató? ¿La CIA?

R. Conocemos el nombre del militar boliviano que lo abatió el 9 de octubre de 1967 en la pequeña escuela de La Higuera (Bolivia): el sargento Mario Terán. Sabemos que junto a él había un agente de la CIA, el estadounidense de origen cubano Félix Rodríguez, que tomó fotos del cadáver. En mi opinión, está claro que la decisión de eliminar a mi hermano la tomó Estados Unidos. Pero quienes dieron la orden debieron de preguntarse si habían hecho bien, porque después de su muerte, el Che se convirtió en un mito.

P. Ahora, ¿sabría usted decir en qué se equivocó?

R. No cabe duda de que cometió errores. En Bolivia creyó que podía contar más con el apoyo del Partido Comunista, con el de los mineros, y sobrestimó sus propias fuerzas. Tampoco vio las traiciones...

P. ¿No le indujo a error, sobre todo, su ideología revolucionaria?

R. Todo lo contrario. Cada vez estoy más convencido de que el problema es el capitalismo y el imperialismo. Durante las crisis del capitalismo, son los pobres —tanto los hombres como los países más desfavorecidos— los que pagan la factura. Y nadie propone ninguna solución.

P. Si la solución fuera el marxismo, ¿cómo se explica que todos los pueblos sometidos a dictaduras comunistas en todo el mundo se hayan deshecho de él en cuanto han podido?

R. Cuando me preguntan si el socialismo es posible, respondo: ¿qué es el socialismo? La cuestión es saber con qué vamos a sustituir el capitalismo. El Che intentó responder a ello. Acabó criticando a China, la Unión Soviética y a todo el bloque del Este. Abrió otra vía. El guevarismo nos muestra un camino diferente, pero nadie ha llegado hasta el final todavía.

P. Sin embargo, cuando el Che era fiscal del tribunal revolucionario de Cuba, recurrió a métodos estalinistas muy conocidos: ejecución de adversarios, campos de trabajo y de reeducación...

R. Los campos de trabajo son una gran mentira de la CIA. El Che era maoísta, no estalinista. Sí, había gente sectaria, y sí, había estalinistas, pero Ernesto luchó contra todo eso. Se rebeló contra sus métodos en el seno del Gobierno cubano.

P. En el libro escribe usted que no hay "una verdadera represión política en Cuba": ¿lo defendería ante las Damas de Blanco, cuyos familiares están encarcelados por motivos políticos?

R. ¡Sí! Me he reunido con ellas y les he preguntado de dónde viene el dinero con el que se financian. No han sabido responderme.

P. Amnistía Internacional ha contabilizado 8.600 detenciones de miembros de la oposición en 2015: ¿acaso no es eso represión política?

R. Es una pregunta que hay que plantearles a los dirigentes cubanos, no a mí... No soy el abogado de Cuba, ni de Raúl ni de Fidel Castro. Pero sé que, antes de la visita de Obama, Cuba liberó a 53 prisioneros y Estados Unidos, a tres [de Guantánamo].

P. ¿Tiene previsto reunirse con Régis Debray, una de las últimas personas que estuvo con el Che en la sierra boliviana antes de su captura?

R. No le conozco y, de momento, no se ha puesto en contacto conmigo.

Este artículo se publicó en la edición de Le Figaro del 14/04/2016.

Traducción de News Clips.

Babelia

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