David Mora, referencia ética del toreo
Ruiz / El Cid, Mora y Luque
Toros de Daniel Ruiz, correctos de presentación, astifinos, cumplidores en los caballos, nobles y sosos; encastado el cuarto.
Manuel Jesús El Cid: media y dos descabellos (silencio); estocada que asoma por los costillares, pinchazo y estocada (división y saludos).
David Mora: pinchazo, casi entera y un descabello (ovación); dos pinchazos y estocada (silencio).
Daniel Luque: gran estocada (ovación); pinchazo (aviso) pinchazo y estocada (ovación).
Plaza de la Maestranza. Novena corrida de feria. 11 de abril. Media entrada.
Solo por haber visto a David Mora hacer el paseíllo en la Maestranza merece la pena ser aficionado. Este torero, un héroe consumado que ha resurgido de las cenizas de una vida que se le escapaba a borbotones una tarde de mayo de 2014, es, por encima de todo, una referencia ética de la capacidad del ser humano para superar las circunstancias más adversas.
Quién le iba a decir a este hombre que volvería vestido de luces a la Feria de Abril. Cuántas lágrimas habrá derramado en esos casi dos años que ha debido dedicar a una rehabilitación sobre la que nunca tuvo esperanza cierta de una recuperación completa.
Solo el esfuerzo ímprobo, la capacidad inaudita de sacrificio, el sueño del triunfo que se torna imposible, mantienen vivos a los seres humanos más grandes. Casi dos años de batas blancas, de máquinas de ejercicios, de un paso adelante y dos atrás, de esperanza y también de desesperación.
Este David Mora es, sobre todo, un hombre, que no es poco; y miren por donde, es torero, y pertenece a una saga de gente especial dispuesta a sufrir para alcanzar la gloria.
Y su gloria ha sido vestirse de luces cuando todo a su alrededor era oscuridad. Sevilla, olvidadiza a veces, no lo recibió con la ovación que merecía; qué más da que haya nacido en Madrid si es un torero resucitado por obra y gracia de la fortaleza humana.
Este David es un referente de la grandeza; y el aficionado puede sentirse orgulloso de contar en la fiesta con personas como él. ¡Bienvenido a Sevilla y que vuelva pronto…!
Fue, quizá, su presencia lo mejor de una tarde que amenazaba lluvia, ventosa, fría y gris. Los toros de Daniel Ruiz fueron a la postre los triunfadores, astifinos, cumplieron en varas y repitieron la muleta en un juego variado, pero manejable. Sosos algunos y con la movilidad suficiente para intentar el triunfo. Y salió el cuarto, Mensajero de nombre, encastado en el tercio final, que ofreció las dos orejas a un matador que no fue capaz de ganarlas.
Si El Cid no triunfó con este toro, difícilmente podrá volver a hacerlo en Sevilla. Repitió el animal con codicia y alegría, persiguiendo la muleta con ansiedad, y el torero se lució en la primera tanda de redondos, que presagiaba faena grande.
Pero Manuel Jesús no está, desde hace tiempo, en su mejor momento, y eso se nota, especialmente, ante un toro como Mensajero. Acompañó como pudo la fiereza del animal y le faltó reposo, romperse, gustarse, creérselo… Cuando tomó la izquierda, el toro se rajó y todo se desmoronó. Para colmo, El Cid mató mal y salió a saludar cuatro palmas mal contadas. (Se han perdido las formas en el toreo y eso es gravísimo). Nada relevante pudo hacer ante el que abrió plaza, muy soso, molestado por el viento.
Mora se lució a la verónica en su primero, brindó a la plaza, y dibujó largos, suaves y templados redondos; una tanda de naturales resultó magnífica por su temple y ligazón. No hubo clímax, sin embargo; se le notó poco suelto y todo quedó en una ovación. No levantó el vuelo su faena ante el soso quinto y le faltaron ideas para interesar al público.
Lo mejor de Daniel Luque fue el estoconazo que recetó a su primero, que cayó sin puntilla. Antes, tiró muchas líneas, dio muchos pases, pero no toreó. Su oponente era un animal apagado, y al torero le faltaron luces. No le dio importancia a nada de lo que hizo y aburrió a todos. Por ese camino iba en el sexto (los espectadores ya con media pulmonía encima) cuando le dio a Luque por el clásico arrimón y levantó algunas palmas; claro que el animal ya estaba más muerto que vivo. Por cierto, que no se olvide que manejó el capote con soltura y gracia toda la tarde
Acabó el festejo y no pasó nada; bueno… es un decir. Había hecho acto de presencia nada más y nada menos que un hombre torero… Casi nada.
La corrida de hoy
Décima corrida de feria
12 de abril
Toros de Jandilla-Vegahermosa para Morante de la Puebla, Diego Urdiales y López Simón
Babelia
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