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El libro que recoge el terror invisible de la CIA

Un fotógrafo y un periodista publican sus investigaciones sobre los arrestos practicados por la agencia de EE UU

Habitación de un hotel de Skopje (Macedonia), donde estuvo un detenido por la CIA 23 días atado a la cama.
Habitación de un hotel de Skopje (Macedonia), donde estuvo un detenido por la CIA 23 días atado a la cama.EDMUND CLARK / FLOWERS GALLERY

La casualidad quiso que al día siguiente de los atentados de Bruselas, perpetrados el pasado 22 de marzo por terroristas islamistas, se presentara en el Courtauld Art Institute de Londres un libro que inevitablemente obligó a los asistentes a hacer examen de conciencia ante las consecuencias abominables que puede tener la reacción de un Gobierno ante el terrorismo. ¿Cómo hacer visible lo invisible? Esta fue la premisa bajo la que nació el libro Negative publicity: artifacts of extraordinary rendition (Publicidad negativa: artefactos de entregas extrajudiciales) editado por Aperture/The Magnum Foundation y firmado por el fotógrafo Edmund Clark y el periodista Crofton Black.

Estos dos británicos han pasado cinco años investigando el programa secreto de detención e interrogatorios de la CIA, instaurado por la administración de George W. Bush tras los atentados del 11-S y que desde 2002 y hasta 2008 promovió el arresto de más de un centenar de sospechosos de terrorismo, a los que se sometió a torturas en cárceles secretas distribuidas por todo el mundo, incluida Europa, y a los que en algunos casos hizo desaparecer. Aunque el Senado estadounidense admitió su existencia en un informe en 2014 y durante años se denunció la connivencia de gobiernos como el alemán o el español —los vuelos con los presos hacían escala en las islas Baleares—, los lugares y países donde se torturó a los supuestos terroristas nunca han sido oficialmente reconocidos. "Pocas cosas son tan terroríficas como la negación de algo que ha ocurrido en muchos lugares, con muchos cómplices, como esto, y que a pesar de que se sabe que ha ocurrido, se niega", subrayó en la presentación Clark, autor también del libro Guantánamo: if the light goes out y Control Order House, donde retrataba las casas en las que se reubica en Estados Unidos a sospechosos de terrorismo gracias a una ley aprobada silenciosamente tras el 11-S.

"El sistema fue un catálogo de accidentes. La burocracia y la ineficiencia pudieron con ellos. Hubo muchísimos errores y por eso se acabó descubriendo", explicaron. "Por ejemplo, en Milán hicieron desaparecer a un hombre y se lo llevaron a Egipto. La policía italiana lo tenía bajo vigilancia y, como desapareció, se pusieron a investigar y descubrieron que lo tenía la CIA. Otras veces se equivocaban de persona, pero como ya le habían torturado, lo habían vuelto loco y no sabían qué hacer con él, lo encerraban durante años en Guantánamo, hasta que su familia daba con él". Conscientes de muchos de esos errores, Clark y Black siguieron el rastro del dinero (como ya hicieran en su momento Bob Woodward y Carl Bernstein cuando destaparon el caso Watergate) y así fueron capaces de identificar docenas de lugares relacionados con el programa secreto de la CIA y fotografiarlos.

Las imágenes son desgarradoras por su vacío y su silencio, estremecedoras por lo que el espectador sabe que esconden: la piscina de un hotel de lujo en Mallorca donde hacían escala los pilotos que transportaban supuestos terroristas, una cama de un hotel en Macedonia donde un detenido permaneció atado 23 días, una mesa y una silla en un centro de interrogatorios secreto en Libia… Las fotos se combinan con facturas —el Gobierno estadounidense le encargó el trabajo sucio de transportar, alojar e interrogar a los detenidos a terceras empresas— y también con los papeles de un juicio surrealista que enfrentó a dos empresas aéreas que se acusaban de deberse dinero por horas de vuelo transportando detenidos.

Los informes clasificados del Gobierno sobre el asunto, tachados prácticamente en su totalidad, y varios ensayos sobre el trabajo, completan un libro tan desasosegante como extrañamente poético. "Hemos buscado todas la pruebas posibles pero, al mismo tiempo, es un libro sobre la nada y quizás por eso es inquietante. La estética del borrado es lo que da cuenta del nivel de violencia", añadió Clark a EL PAÍS tras la presentación. Pese a tener acceso a varias víctimas del programa, prefirió no fotografiarlas. "Yo ya no puedo hacer una fotografía de un musulmán que ha sido sospechoso de terrorismo, aunque sea inocente, y que tú le mires y confíes en él. La imagen del malo actual la tenemos todos grabada dentro. Por eso, lugares y objetos eran más apropiados para este proyecto, más creíbles".

Para algunos de los asistentes, no obstante, había dudas sobre el objetivo del libro, sobre todo tras los atentados de Bruselas. "¿Qué queréis denunciar, que el Gobierno hace cosas secretas? Eso ya lo sabemos, siempre lo han hecho, son cosas necesarias, ¿no?". Black, que lleva años investigando temas de derechos humanos y terrorismo, contestó: "No. Queremos denunciar la detención secreta porque es ilegal hacer que la gente desaparezca, y todos nos convertimos en cómplices cuando lo permitimos. La seguridad no puede ser una excusa". Preguntados sobre cómo veían el futuro de Europa por el terrorismo, Clark fue tajante: "Reino Unido ya cambió las leyes tras los atentados de Londres para manejar a su antojo a los sospechosos de terrorismo. ¿Podría llegar a haber un Abu Ghraib en Europa? No sé, pero de momento ya hay campos de detención de refugiados".

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