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Sacheri: “A los países los salvan las personas de a pie, no los Gobiernos”

El autor de ‘El secreto de sus ojos’ obtiene el Alfaguara de Novela por ‘La noche de la usina’, ambientada en la época del corralito argentino

Eduardo Sacheri, ayer en Buenos Aires, tras ganar el XIX Premio Alfaguara de Novela por 'La noche de la usina'.Vídeo: Ricardo Ceppi / EFE

En una tarde del verano decembrino de 2001, cuando los argentinos fueron empujados al túnel de la crisis económica y financiera, Eduardo Sacheri estaba en el patio de su casa jugando con su niña de un año y se le precipitó un pensamiento: “¿Y, ahora, qué hago yo; cómo salgo de esto?”. Era un interrogante en espiral en los albores del llamado Corralito. Sacheri y el país salieron del túnel. Pero aquella pregunta aleteó como una sombra en su cabeza, hasta que 15 años después se ha convertido en La noche de la usina. Es el germen del libro con el que ha obtenido el XIX Premio Alfaguara de Novela.

Toda aquella angustia, aquella incertidumbre, aquella rabia, aquella decepción, aquella indignación, pero, en especial, toda aquella necesidad de no dejarse hundir ni permitir que otros tomaran las riendas de su destino, cobró sentido novelístico hace tres años. La narración, con aliento de thriller y western, transcurre en O’Connor, pequeño pueblo ficticio de la provincia de Buenos Aires, “habitado por gente corriente, por perdedores heroicos. A los países los salvan las personas de a pie, no los Gobiernos”, dice a través del móvil Sacheri (1967). Lo hace desde Buenos Aires, aunque nació y vive en Castelar, a 40 kilómetros de allí.

La noche de la usina narra la vida de unas personas que en mitad del Corralito buscan dinero para adquirir unos silos abandonados en un predio agroindustrial. Pero son estafados. Ahí empieza la búsqueda del ladrón, que deriva en una venganza que desemboca en una noche imborrable en una usina, una zona industrial. Sucede entre aquel verano fatídico de 2001 y 2004. “Un tiempo de desesperada búsqueda de alientos entre la gente para sobrevivir. Gente que quiere responder con dignidad al desastre”, cuenta.

El asombro de lo pequeño

Quince años después del ingreso en aquel túnel real, La noche de la usina se publica cuando, para muchos, Argentina parece salir del mismo. “No he pensado en lecturas políticas”, aclara el escritor de El secreto de sus ojos, llevada al cine por Juan José Campanella, con guion de Sacheri, y, a la sazón, convertida en una de las películas más exitosas de su país y con el Oscar a Película Extranjera. “La idea de salida del túnel es para los que no somos kirchneristas, pero las opiniones están divididas. Un kirchnerista diría lo contrario: que hoy con Mauricio Macri entramos en el túnel”, explica Sacheri. Se apresura a decir que no le gustan los abanderamientos políticos: “El kirchnerismo se presentó como el salvador de la crisis y sus críticos lo señalaban de lo contrario. A los países lo salvan las personas”, insiste.

Y son esas personas corrientes, anodinas o vulgares sobre las que Sacheri ha construido su universo literario. Recuerda que solo basta una mirada fugaz en ellas para asombrarse por sus vidas. “En mis libros”, asegura, “busco alumbrar ese asombro extraordinario por lo hermoso, terrible o valiente. Lo que nos asombra es el misterio del alma humana. Todo eso lo busco en lo pequeño; en lo aparentemente banal. En realidad, es el único sitio por el que sé ir, no conozco otro camino”.

Cada nuevo libro le ofrece coordenadas para llegar hasta ese camino. “Puedo tener el tema y el argumento, pero soy de dar vueltas antes de empezar a escribir. Hasta no tener todo atado no empiezo. Me ocurrió con esta: la idea la tuve hace tres años y empecé a escribir el año pasado. Así transmití mi memoria emocional a mis personajes”, desvela el autor de volúmenes de relatos como Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol y Un viejo que se pone de pie y otros cuentos, y de novelas como Papeles en el viento y Ser feliz era esto.

En aquel verano de 2001, Sacheri empezaba a publicar libros de cuentos, vendía poco y trabajaba como profesor de Historia contemporánea en secundaria con muchachos antes de entrar en la universidad. Y ahí sigue. Eso le permite conocer a los futuros lectores: “Yo noto el problema de la lectura. No solo los adolescentes leen poco, sino que leen mal. Muchos leen técnicamente mal, por eso lo odian. De ahí que sea importante la mediación de los adultos que leen bien y que comparten ese acto como manera de contagiar la lectura. Porque la lectura es un amor que se contagia”.

Sacheri se contagió de niño. En estos días una de sus relecturas ha sido la novela Delirio, con la que Laura Restrepo obtuvo en 2004 el premio que él acaba de ganar. La leía para su espacio en un programa de radio, y pensaba: “Si el listón está a esa altura no tengo opción”.

Su mujer no sabía que había enviado una novela al Alfaguara. El lunes tuvo mala noche. Sabía que el anuncio se haría este martes. Cuando a las 6.30 el teléfono los despertó, el corazón le dio un vuelco. Su mujer contestó. Al ver la cara que ponía ella, el corazón le dio otro vuelco. Cogió el teléfono, le dieron la noticia... pidió que lo llamaran cinco minutos más tarde, mientras explicaba a su mujer de qué se trataba.

Todos los Premios Alfaguara

Eliseo Alberto, por Caracol Beach y Sergio Ramírez, por Margarita, está linda la mar (1998).

Manuel Vicent, por Son de mar (1999).

Clara Sánchez, por Últimas noticias del paraíso (2000).

Elena Poniatowska, por La piel del cielo (2001).

Tomás Eloy Martínez, por El vuelo de la reina (2002).

Xavier Velasco, por Diablo Guardián (2003).

Laura Restrepo, por Delirio (2004).

Graciela Montes y Ema Wolf, por El turno del escriba (2005).

Santiago Roncagliolo, por Abril rojo (2006).

Luis Leante, por Mira si yo te querré (2007).

Antonio Orlando Rodríguez, por Chiquita (2008).

Andrés Neuman, por El viajero del siglo (2009).

Hernán Rivera Letelier, El arte de la resurrección (2010).

Juan Gabriel Vásquez, por El ruido de las cosas al caer (2011).

Leopoldo Brizuela, por Una misma noche (2012).

José Ovejero, por La invención del amor (2013).

Jorge Franco, por El mundo de afuera (2014)

Carla Guelfenbein, por Contigo en la distancia (2015).

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