Tiempo de miedos
En cualquier momento pueden surgir razones para tener miedo. O regresar viejos motivos. Vivimos en constante incertidumbre. Así se ha visto en la breve selección de películas de terror programada esta semana en Historia de nuestro cine en La 2, que nos lleva desde el emanado de la represión sexual que sugería La residencia, de Ibáñez Serrador, al provocado por la práctica del horror como camino de purificación, la síntesis del mal absoluto, que se verá en la película que esta noche cierra el ciclo, Los sin nombre, de Jaume Balagueró. Miedos de origen misterioso o fantástico… que acaban teniendo explicaciones muy terrenales. El cine español no abundó en el género hasta los años sesenta, cuando la censura comenzó a relajarse en cierto modo, logrando éxitos populares, especialmente de la mano del inefable Paul Naschy. Y se llegó a hablar hasta del espanto del propio cine, el cine dentro del cine y a su vez dentro del cine, como en la imaginativa Angustia, de Bigas Luna, vista también en el ciclo de la tele.
No hay límites para el terror. Esta misma semana se ha presentado el excelente documental dirigido por Daniel Cebrián con ágil montaje de Buster Franco sobre los recuerdos en la redacción de este periódico del intento de golpe de estado del 23-F protagonizado por el sempiterno teniente coronel Tejero. Una noche de terror sucedida hace 35 años, en aquella ocasión real y bien real, que en esta redacción tuvo el contrapunto de la valentía.
El cine fantástico de miedo ha servido para conjurar los pánicos del hombre y a veces hasta para ironizar sobre ellos. Hay ocasional buen humor en la película de Cebrián, a pesar de lo que está recordando, pero no exorciza el miedo real que persiste porque la incertidumbre cotidiana no cesa. Es de esperar que también prevalezca la lucidez para afrontar esos miedos. El cine español continúa con películas de terror (Amenábar, Guillermo del Toro, Paco Plaza…), pero quizás ninguna dé tanto miedo como la que se basa en hechos reales, sin necesidad de fantasmagorías ni alucinaciones. Lo que Tejero significa es la auténtica pesadilla.
Babelia
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