El arte italiano que mezcló puntillismo y lucha de clases
La Fundación Mapfre de Madrid analiza en una muestra el divisionismo, un movimiento que sentó las bases del futurismo
Cuando a finales de 1886 los franceses inventan el puntillismo a base de minúsculos toques de colores puros que solo se pueden contemplar en la distancia, los artistas de la recién unificada Italia crean el divisionismo. Es una versión nacional del puntillismo y la raíz de los movimientos que explican su participación en la historia del arte del siglo XX a través del futurismo y la abstracción. Es también un período que no ha sido suficientemente valorado ni siquiera dentro de Italia.
La Fundación Mapfre abre mañana (hasta el 5 de junio) la primera exposición exhaustiva dedicada a los divisionistas, muchos de los cuales se convertirían después en futuristas. La muestra, realizada en colaboración con el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto incluye más de 70 obras maestras de creadores como Giovanni Segantini, Giuseppe Pellizza da Volpedo o Angelo Morbelli. La exposición viajará en verano a Trento.
Los comisarios, Beatrice Avanzi y Fernando Mazzocca, confiesan no saber bien por qué este período no ha sido objeto de una muestra como la que se ve ahora en Madrid. Para Avanzi, los principios técnicos del puntillismo y el divisionismo son los mismos. “Pero estos artistas viven en la Italia reunificada un tiempo de carencias y sufrimiento muy superior al de otros países europeos. Por eso están comprometidos con la miseria y penalidades de sus compatriotas, incluso muchos militan abiertamente en la política”.
La exposición está dividida en cinco secciones que recorren los orígenes y la evolución del divisionismo, que influyó de manera clave en la renovación del arte italiano entre finales del siglo XIX y principios del XX, y en especial en la formación de los artistas que lanzarían la vanguardia futurista.
A modo de arranque, la muestra recorre los plácidos paisajes y retratos de Giovanni Segantini y Gaetano Previati, quienes con su peculiar visión de la modernidad rompen con el academicismo. Son obras pintadas al aire libre en las que se intenta certificar el momento del día en el que han sido ejecutadas y en las que las vistas alpinas se mezclan con praderas por las que pastan las ovejas. Pero estas imágenes cargadas de paz evolucionan pronto hacia los temas sociales que por entonces preocupan a la sociedad italiana.
Es en Milán, capital económica e industrial, donde estallan las protestas de los trabajadores y se evidencian las mayores desigualdades. Ese tremendo coste de la vida moderna se ve en obras que recuerdan el filme Novecento de Bertolucci y entre las que destacan Día de fiesta en el albergue, de Angelo Morbelli, retrato de los ancianos abandonados en un hospicio milanés o Reflexiones de un hambriento, de Emilio Longoni, donde se ve a un pobre ante el ventanal de un lujoso restaurante y que fue publicada en Lotta di clase, el periódico del recién nacido Partido Socialista, por lo que el artista fue acusado de “instigación al odio entre las clases”.
Los misterios de la vida
Pablo Jiménez Burillo, director del área de cultura de Mapfre, señala que el divisionismo tiene también una vertiente simbolista acorde con los planteamientos de sus colegas europeos. “Los italianos se concentraron en la plasmación de temas universales, las ideas, tratando de indagar en los misterios del tiempo, de la vida, del amor y de la muerte”. Las maternidades y las muchachas bailando son los temas más repetidos por artistas como Gaetano Previati o Giuseppe Mentessi.
La segunda parte de la exposición es la más conocida por el gran público y está dedicada al nacimiento del futurismo, el movimiento surgido en torno al manifiesto de Marinetti publicado el 30 de febrero de 1909 en el diario francés Le Figaro. Con un ansia de ruptura común a todas las iniciativas surgidas en vísperas de la Primera Guerra Mundial, el Futurismo es un canto a la violencia y a la velocidad de las máquinas. Entre los primeros en sumarse al futurismo había nombres procedentes del divisionismo como Boccioni, Carrà o Balla. “El futurismo es una costilla del divisionismo”, concluye Avanzi. “Ni la guerra ni el fascismo pudieron aniquilar una fuerza tan potente como la de los futuristas. En ellos está la simiente de los artistas que después han renovado Italia”.
Babelia
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