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Columna
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Es la comedia, estúpido

Donald Trump es objeto de burla incluso antes de su carrera presidencial

Luis Pablo Beauregard
Johnny Depp como Donald Trump en 'El arte de la negociación', de Funny or Die.
Johnny Depp como Donald Trump en 'El arte de la negociación', de Funny or Die.AP

En Arrested Development, una serie que se convirtió en objeto de culto tras cuatro temporadas (2003-2013) por su humor mordaz y su alta carga de ironía, ya se hablaba de la delirante idea de construir un muro entre México y Estados Unidos. El programa creado por Ron Howard, uno de los titanes de Hollywood, retrataba a una familia disfuncional que tenía a George Bluth a la cabeza. El padre, un tramposo constructor que simpatizaba con los halcones republicanos, planeaba hacerse millonario con la obra divisoria entre los dos países. La premisa, por desquiciada, era un motor para las inescrupulosas aventuras de Bleuth. Ahora nos hemos topado con que la ocurrencia es una promesa de campaña en boca de Donald Trump. ¿El chiste ha perdido gracia?

Muchos estadounidenses siguen tratando a Trump como una broma a pesar de que esta semana los republicanos de New Hampshire decidieron en las urnas que el magnate tiene madera para continuar su asalto a la presidencia. Quizá fue ese triunfo lo que estaba esperando un grupo de comediantes de la California liberal para publicar la más reciente chacota del aspirante. Funny or die, el sitio de comedia de Adam McKay (nominado al Oscar por The big short), el actor Will Ferrel y Judd Apatow, el genio de la comedia estadounidense moderna, publicó El arte de la negociación, una supuesta película biográfica de Donald J. Trump.

La cinta está basada en el libro superventas del mismo nombre publicado en 1987. La película es presentada por Ron Howard, el creador de Arrested Development. Quizá el director de Apolo 13 ha visto en Trump ecos de ese simpático charlatán que es Bluth. Howard asegura que encontró una copia del biopic El arte de la negociación en un mercadillo de Phoenix, Arizona. Con mucha ceremonia presenta el metraje escrito, dirigido y actuado por el empresario de Nueva York. La película nunca vio la luz, según Howard, porque su autor juró enterrarla para siempre cuando la televisión la sustituyó por un partido secundario de la NFL.

Johnny Depp interpreta a Trump en una producción que se rodó en secreto a lo largo de cuatro días del pasado diciembre. La farsa pinta al millonario como un ignorante que no sabe qué es Citizen Kane, un racista que hace lo posible por evitar rentar sus edificios a los negros y un personaje sin escrúpulos. “Señor Gorbachov, derribe ese muro…”, dice citando a Reagan, y continúa: “Yo puedo construirle uno mucho mejor”.

El Trump de Depp confía a un niño pequeño su historia de éxito: su lucha por arrebatarle a Merv Griffith la propiedad del Taj Mahal, un casino en Atlantic City, Nueva Jersey. “La gente exitosa está siempre en el teléfono, aunque no haya nadie del otro lado”, le dice. Cuando se da cuenta de que su interlocutor es un menor de origen hispano llamado José, interrumpe la grabación y manda a sustituirlo. “Con algo de suerte [la película]” molestará a Trump, ha dicho McKay a The New York Times.

Trump es objeto de las bromas en esta ocasión, pero en otros momentos ha sido quien cuenta los chistes. Los políticos americanos saben, por el bien de sus intereses, que deben colaborar con los cómicos, pilares del sistema de entretenimiento en Estados Unidos. Por esto no es extraño verlos en tiempo de campaña interpretando papeles en el legendario programa de sketches Saturday Night Live, de la NBC, o en programas nocturnos como el de Jimmy Fallon, en la misma cadena.

Pero Donald Trump no se ha conformado con simples cameos. Siempre ha tenido una debilidad por la televisión. Además de haber protagonizado El Aprendiz, donde daba consejos sobre negocios que ahora han sido parodiados por Funny or die, se ha prestado a ser objeto de las burlas de los comediantes más ácidos de Estados Unidos. En 2011, cuando su intención de competir por la presidencia del país hacía reír a quien lo escuchara, protagonizó uno de los roasts de Comedy Central. En la emisión, el magnate debía de soportar durante más de una hora las puyas que le dirigían comediantes y personajes como Larry King, el rapero Snoop Dogg, Jeff Ross y Whitney Cummings. “Cuál es la diferencia entre un mapache mojado y Donald Trump”, bromeaba el empresario de bienes raíces frente a las cámaras en una referencia a su peinado. “Que el mapache no tiene 7.000 millones de dólares en el banco”, concluía.

Owen Burke, el editor de Funny or Die, ha explicado que el sigilo y la velocidad del proyecto se debieron a que querían concluirlo antes de que las posibilidades de Trump se desvanecieran. Rumbo al Súper martes, todo parece indicar lo contrario. Trump llega a una etapa decisiva con más fuerza después de haber ganado las últimas primarias en juego y mientras los analistas aún no deciden si la broma tiene recorrido o es momento de preocuparse. El aspirante republicano todavía no ha respondido a la parodia de Johnny Depp. Pero, ¿qué puede dañar a un político del cual llevan riendo desde hace años? Jugando con la famosa frase de James Carville, el asesor de Bill Clinton, puede decirse que Trump ha sido un activo para la comedia de Estados Unidos.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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