El fútbol (americano) mata

La autopsia de Mark Webster, jugador de los Pittsburgh Steelers que había sufrido una dramática deriva vital tras su retiro del deporte, reveló al médico forense Bennet Omalu un estremecedor cuadro patológico que le llevó a iniciar una investigación orientada a establecer la posible relación directa entre la práctica del futbol americano y la encefalopatía traumática crónica. Sus primeros estudios fueron publicados en la revista Neurosurgery y tuvieron una repercusión moderada, aunque no tardaron en ser desautorizados por el establishment de la Liga de Futbol Profesional. Cuando, en 2009, la periodista Jeanne Marie Laskas se hizo eco de la cruzada de Omalu en un artículo en GQ,que creció en forma de libro, se desencadenó el efecto bola de nieve que acabaría ampliando el debate público sobre el problema. Un debate que alcanza su consagración espectacular con el estreno de esta película que aporta más ruido y efectismo que claridad a la exposición del problema.

El director Peter Landesman —que debutó en Parkland mirando en la trastienda del asesinato de Kennedy y ahora prepara un proyecto sobre Garganta Profunda, el confidente del Watergate— transpira ambición, pero resbala constantemente en tópicos e hipérboles expresivas, malogrando las posibilidades de un relato que, según se sugiere en una secuencia, podría haber estado cerca de la contundente El dilema de Michael Mann: aquí el deporte perjudica tan seriamente la salud como el tabaco. Lo que queda es un vehículo a medida para la reiterada lujuria de Oscar de un Will Smith que fuerza acento nigeriano.