El drama del éxodo en carne viva
Una obra basada en fotografías de Sebastião Salgado recrea la tragedia de los refugiados
“En un rincón entre las hojas / dos niños me miraban. / Uno sujetaba una taza blanca. / El otro nada, / arrebujado / en una especie de manta. / No estaban asustados. / No estaban tristes. / No estaban interesados. / Simplemente me miraban”. Una actriz recrea el instante en el que Sebastiao Salgado prepara su cámara para retratar a dos niños tirados en un camino durante la Primera Guerra del Congo, año 1997, cuando miles de huérfanos vagaban por los campos de Zaire en busca de comida. Es una de las escenas centrales del espectáculo teatral Éxodo, que se estrena este jueves en la sala Cuarta Pared de Madrid, inspirado en imágenes de refugiados, exiliados y migrantes captadas por el fotógrafo brasileño hace dos décadas y recogidas después en su libro Éxodos (2000).
La obra, que cuenta en tono poético el viaje de un grupo de niños que huyen de una guerra, irrumpe en un momento en el que fotografías muy parecidas a los que hizo Salgado hace 20 años se reproducen a diario en los periódicos. “Estamos ahora más sensibilizados con el drama migratorio porque se ha convertido en un problema para Europa, pero el éxodo ha sido una constante en la historia de la humanidad. Ahora mismo hay 50 millones de personas desplazadas forzosamente de sus hogares. Y miles de niños como el sirio Aylan, cuya imagen ahogado en una playa tanto nos impactó hace unos meses, han muerto antes en la misma situación”, recuerda Roberto Cerdá, director del espectáculo.
Las fotografías de Salgado cobran vida en el escenario. Cerdá envió su proyecto al creador brasileño y este se mostró “encantado” de dar su permiso para el uso de las imágenes, según la compañía. Algunas fotos se proyectan, otras se ponen en movimiento y se transforman en escenas. “La atmósfera global del espectáculo parte del estudio minucioso de esas imágenes. Las miradas, la textura de la tierra, los muros rotos, los ladrillos, los refugios de plástico. Todo eso está recogido. Y también los objetos que las personas se llevan precipitadamente en los éxodos: las pequeñas maletas, las mantas, los juguetes… siempre hay un juguete”, explica el director. El espectáculo se centra en los niños, "los más vulnerables y desprotegidos en las migraciones. Miles de ellos caminan solos, aferrados a un juguete que quizá sea su único vínculo con su pasado, en busca de un lugar donde haya paz".
Susaña de Uña, creadora del espacio escénico y el vestuario, traslada de forma poética a la escena esos ambientes y materiales que aparecen en las fotografías. En ellas hay kurdos, afganos, bosnios y albanokosovares, serbios, palestinos y desesperados del Tercer Mundo. Pero ni la escenografía ni las historias que transcurren en ella hacen referencia a ningún éxodo en concreto: los evocan todos. "No podemos mostrar el horror de forma directa en un espectáculo. Eso solo pueden hacerlo los reporteros gráficos, que son los que están ahí en el momento exacto en el que salen las lágrimas, cuando se produce el llanto y el miedo. Nosotros en el teatro no podemos ni queremos alcanzar eso. Nuestro objetivo no es mostrar, sino trasladar esas emociones al espectador a través de la poesía”, dice Cerdá.
El texto, escrito por el dramaturgo Julio Salvatierra, es también poético. Se inspira de hecho en un poema narrativo de Bertolt Brecht, La cruzada de los niños, que cuenta la tragedia de un grupo de pequeños alemanes, polacos y judíos que, escapando de las bombas en 1939, se fueron reuniendo en un pueblo destruido de Polonia y desde allí avanzaron errantes hasta morir de hambre y frío, perdidos en las montañas. “El reto era grande. Se trataba de traducir una foto en un poema que a su vez contuviera el drama de los niños de Brecht. Pero las fotos de Salgado resultaron tan ricas, con tantos matices, que enseguida empezaron a brotar las palabras”, afirma Salvatierra. "De las palabras nacieron poemas y de los poemas surgieron las escenas".
El dramaturgo también trabajó con testimonios reales proporcionados por ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados) y otros extraídos de la prensa. “Pero hubo un momento en el que tuvimos que ignorar la avalancha de información porque no paraban de llegar noticias sobre refugiados. Algunas, como la del niño que intentó cruzar una frontera dentro de una maleta, nos impactaron tanto que decidimos incluirlas, pero tuvimos que hacer un ejercicio muy importante de contención para poder seguir trabajando”, afirma Salvatierra. Muchas situaciones que se suceden en Éxodo resultarán, por tanto, familiares a los espectadores. Pero quizá sea la primera vez que las sientan en carne viva.
Babelia
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