Mucho más que fotos
A veces, los 'biopics' están dirigidos por artistas con un concepto previo de forma, como ocurre aquí con Anton Corbijn
En nueve de cada diez casos los profesionales de los biopics de carácter popular sobre gente del cine y de la música acaban haciendo telefilmes precocinados y predigeridos, superficiales y ramplones. Pero cabe la posibilidad de que esas biografías para la pantalla estén comandadas no por aglutinadores de anécdotas y pegaplanos, sino por artistas con un concepto previo de forma. Entonces suelen salir películas. Obras con tendencia al arte. Como en el caso de Life, nueva aproximación del espléndido fotógrafo y realizador de videoclips holandés Anton Corbijn a una figura carismática tras Control (2007), película sobre los últimos años de Ian Curtis, líder de Joy Division. Y, si hay en la historia del cine una figura carismática de inabarcable poder, ésa es la de James Dean.
LIFE
Dirección: Anton Corbijn.
Intérpretes: Robert Pattinson, Dane DeHaan, Alessandra Mastronardi, Joel Edgerton.
Género: drama. Reino Unido, 2015.
Duración: 111 minutos.
Amparado en un guion de Luke Davies al que imprime un toque formal casi impresionista, Corbijn sabe que adentrándose no en una vida completa sino en un episodio de una vida compleja se puede acabar articulando un estado del espíritu, un retrato vivo y doliente de una personalidad arrolladora. Y así lo hace, abarcando apenas unas semanas, pero esenciales, en la vida de Dean, las inmediatamente anteriores al rodaje de Rebelde sin causa y posteriores a la filmación de Al este del Edén, todavía sin estrenar; aquellas en las que, siendo un desconocido para el cine, la prensa y la calle, fue inmortalizado por el fotógrafo Dennis Stock en una histórica sesión para la revista Life.
En Corbijn hay no sólo una mirada hacia la estrella; también hay una mirada hacia la mirada del fotógrafo, privilegiada. Ellos ven lo que otros no vemos: posibilidades, personalidades, encuadres que resumen un espíritu interior. El espíritu de un joven, "medio neoyorquino, medio pueblerino", filmado con luz tenue, casi tenebrista en algunos momentos para recoger su tormento, y musicalizado a ritmo de contrabajo jazzístico de corte cercano a lo atonal. Dean, otro tipo de intérprete, otro tipo de estrella, no merecía un biopic precocinado sino una película distinta, seguramente menos comercial, pero más artística: Life.
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