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Jesús de Polanco, toda una vida

La historiadora Mercedes Cabrera publica una biografía del editor de Santillana y EL PAÍS

Javier Rodríguez Marcos
Jesús de Polanco, entre los escritores Augusto Roa Bastos (izquierda) y Gonzalo Torrente Ballester, en 1992.
Jesús de Polanco, entre los escritores Augusto Roa Bastos (izquierda) y Gonzalo Torrente Ballester, en 1992.Uly Martín

El 13 de enero de 1967 salió del puerto de Barcelona un vapor de bandera italiana llamado Donizetti con destino a Valparaíso. En sus bodegas llevaba 180 toneladas de libros de texto, 300 metros cúbicos repartidos en cajas de cien kilos para facilitar su distribución. Se trataba de un cargamento destinado a la campaña de educación de adultos promovida por el presidente chileno Eduardo Frei. Detrás de aquel envío había una editorial española que siete años antes se había estrenado publicando libros jurídicos. La editorial se llamaba, y se llama, Santillana, y aquella travesía era el fruto de los desvelos americanos de sus dos fundadores: Francisco Pancho Pérez González y Jesús de Polanco, que con el tiempo se convertiría en presidente de PRISA, empresa editora de EL PAÍS.

El viaje transatlántico del Donizetti es uno de los hitos recogidos en la biografía Jesús de Polanco (1929-2007). Capitán de empresas (Galaxia Gutenberg), firmada por Mercedes Cabrera (Madrid, 1951), catedrática de Historia del Pensamiento en la Universidad Complutense y ministra de Educación entre 2006 y 2009 en el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Biógrafa de empresarios como Nicolás María de Urgoiti, histórico impulsor del diario El Sol en los años veinte del siglo pasado, o de banqueros como Juan March, la historiadora subrayó ayer durante la presentación del libro que era la primera vez que investigaba la vida de alguien tan cercano en el tiempo. Pese a ello, solo vio a su biografiado tres veces: dos de saludo y una tercera en una cena en Canarias durante la Semana Santa de 2007, a pocos meses de su muerte. “No haberle conocido me ha permitido tomar distancia”, explicó Cabrera. Para la redacción de su obra ha hablado con muchos de los que trataron a Polanco y ha tenido acceso tanto a las actas de los consejos de administración del Grupo PRISA como al archivo –“a medias personal e institucional”- de un hombre que durante años respondió a las cartas que recibía en unas “tarjetitas” que todavía se conservan.

Polanco fue decisivo para la Transición. Muchas cosas habrían ocurrido en cualquier caso, pero sin él habrían ocurrido de otra manera

En ese archivo, cuenta la biógrafa, se conservan también sus carnets de los años treinta y cuarenta de afiliado a Falange y a Acción Católica. Era “lo que tocaba” en la época, afirma la historiadora. Los exiliados republicanos que conoció en sus viajes americanos pondrían a Polanco ante una versión de la historia de España muy distinta de la versión oficial franquista: “Aquella experiencia sería luego muy importante durante la consolidación de la democracia en España. Polanco fue decisivo para la Transición. Muchas cosas habrían ocurrido en cualquier caso, pero sin él habrían ocurrido de otra manera”. Mercedes Cabrera retrata a un Jesús de Polanco que abandonó pronto el periodismo aficionado de revista juvenil, que llegó a practicar, pero al que nunca abandonó la pasión por la información y los medios. “No le interesaba tanto el dinero –aunque se hizo rico cuando PRISA salió a Bolsa en 2000- como el poder, el poder como capacidad para hacer cosas”, dice la historiadora, que ya en el segundo párrafo de su biografía recuerda cómo el jesuita José María Martín Patino, “cariñoso y con admiración”, se refería a su amigo Polanco como Jesús del Gran Poder. Este, añade su biógrafa, tenía la sensación de que no hablaba de él “sino de algún ‘pariente lejano”.

Si la vida de Jesús de Polanco dio un “giro radical” con la salida de EL PAÍS, también el periódico cambió gracias a su filosofía y a la de Juan Luis Cebrián, primer director del rotativo: “El diario que José Ortega Spottorno había proyectado entre 1972 (fecha de constitución de la empresa editora) y 1976 (fecha de su llegada a los quioscos) iba a ser originalmente un medio para una élite, de tirada corta, una especie de Revista de Occidente convertida en periódico. Polanco entendió que había un espacio para un medio moderno, de calidad y con un público amplio”. Lo que empezó siendo una “empresa de riesgo” se convirtió pronto en “el diario de referencia”. Tras el éxito de Santillana y EL PAÍS, Polanco dio el salto a la radio (con la SER) y la televisión (con Canal Plus). Fue entonces cuando arreciaron las acusaciones de proximidad al PSOE y surgió lo que Cabrera llama el “antipolanquismo”. Esa actitud encontró su punto culminante en el caso Sogecable, pero se volvió incluso retrospectiva, hasta el punto de decirse que la fortuna de Santillana se debió al uso de información privilegiada sobre la reforma educativa de 1970: “Todas las editoriales tuvieron acceso a la misma información”, sostiene Cabrera, “pero Santillana, por su experiencia en España y en América Latina, tenía la capacidad de reaccionar más rápidamente a lo que pedía la ley. Los dos periodistas que lanzaron esa acusación en los años noventa perdieron un juicio y terminaron reconociendo que había sido un invento”.

Mercedes Cabrera reconoce que todo biógrafo termina “prendido” de su biografiado, pero aclara que no ha escrito una hagiografía: “Basta con leerla. Lo he retratado con el mayor rigor profesional. No es un encargo. ¿Biografía autorizada? Me gustaría que la gente con la que he hablado se reconociera en el libro. Pero no he pedido autorización a nadie para escribirlo”.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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