La danza entra con fuerza en el programa de la Fundación Prada

La Fundación Prada, ubicada en una zona degradada y compleja de la trama urbana milanesa, Porta Romana, se alza con sus muros desnudos y sus transparencias de cristal, incluso con sus muros más vetustos priorizados con pan de oro. Se trata de una potente y agresiva apuesta cultural prismática que abarca las artes visuales en todas sus modalidades: el cine y ahora la danza. La construcción es un proyecto encargado por  al arquitecto Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944). Ya recientemente, en la pasada Bienal de Arquitectura de Venecia, se dio una colaboración efímera entre Koolhaas y la danza, con la participación de Virgilio Sieni y sus bailarines, a la sazón, director del sector danza del festival anual veneciano. Sieni usufructuó escenográficamente lo planeado por Koolhaas en Arsenale como zonas expositivas propias con un resultado muy bien acogido por la crítica y el público. En Milán el marco es bien distinto.

Ahora el proyecto de Virgilio Sieni en la fundación milanesa, titulado Atlante del gesto tiene todos los matices de la continuidad con su filosofía de la danza, y los prolegómenos de un largo y meticuloso trabajo de asociación entre el bailarín profesional y el aficionado, dicho más en propiedad, el no-bailarín. Tras varias convocatorias públicas de participación y el experimento continuado que le ha permitido hacer desde la Bienal de Venecia, la idea de coreógrafo florentino fructifica en una serie de cuadros en alternancia, una modalidad de presentación ya trillada por él mismo. Se trata de forzar a la actividad al público, crear una segunda masa que debe deambular por los perímetros acotados a la representación y detenerse donde le plazca con motivos tales como Orígenes, Rituales, Anuncio, Gravidez y Desnudo. Esta mezcla de acción ad-libitum y estricto programa coréutico hace aflorar el estilo, la manera particular de este artista y su enunciado, que sin ser nuevo en sí mismo, se manifiesta renovado, lleno de interés dentro de la expresión contemporánea.

En la amplia sala central de la fundación, espacio con nueva planta, estaban los podios elaborados en mármol que servían de base a las esculturas académicas de la exposición precedente: Serial Classic. Una vez retirados los mármoles y yesos (romanos, renacentistas, neoclásicos) lo que quedaba era una escenografía ideal para la expresión corporal, para el imaginario de la danza contemporánea. Sieni reunió, mediante audición abierta, a 20 bailarines profesionales y a 50 no-bailarines, entre ellos, siguiendo su idea, a varios parejas de madre o padre con sus hijos o hijas.

La acción discurre acompañada por sonido electrónico y una amplia percusión étnica en vivo. El movimiento sigue siendo organicista y cita de manera muy sutil al aura ausente de las esculturas, de las figuras tantas veces dominadoras de la iconografía a través de los siglos, y de ahí su título. Venus, discóbolos, apolos y musas ya no estaban, pero Sieni exigía de los presentes un esfuerzo, un recordatorio visual y sobre la expresión misma que remite a esa estatuaria clásica o clasicista. En una sala de la planta superior, un grupo de ocho no-bailarinas desnudas y envueltas en una bruma de levísima luz ocre iban al terreno de la cita culta, hacían el corro móvil que evoca y dibuja el cuadro La Danza de Matisse. Esta forma circular y dinámica se descomponía de su línea curva para volver a armarse con una solvencia poética basada en los movimientos naturalistas lentos, con toda probabilidad, el momento más emotivo de la velada.

También al mismo tiempo se desarrolla un ciclo de cine documental y vídeodanza sobre las expresiones y nombres contemporáneos seleccionados siempre por Sieni en la soberbia sala de proyecciones de la Fundación. El proyecto Atlante del Gesto en la Fundación Prada se extiende esta semana hasta el mañana día 24 y vuelve a representarse del 29 al 2 de octubre.