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Milán propone un viaje histórico por la relación entre comida y arte

'Arts & Foods' reúne, en el marco de la Expo 2015, 2.000 obras en una muestra gigante de pinturas, esculturas, cómics y diseño

Una visitante de la exposición pasa ante la escultura 'Big Big Mac', de Tom Friedman.
Una visitante de la exposición pasa ante la escultura 'Big Big Mac', de Tom Friedman.GIANLUICA DI LOIA

La casa en tamaño real de Urs Fischer y el iglú de Mario Merz, ambos construidos con pan; el pez de Frank Gehry, grande pero no tanto como el de Barcelona; los hot dogs durmientes de Dennis Oppenheim; el sushi de tela de Issey Miyake y los calabacines fálicos de Sarah Lucas... son solo algunas de las casi 2.000 obras reunidas en Arts & Foods. Rituali dal 1851, la más extensa muestra dedicada hasta la fecha al tema de la comida en las artes plásticas y audiovisuales. La exposición, que ocupa los 7.000 metros cuadrados del histórico edificio de la Trienal, situado en el centro de Milán, investiga las multiformes relaciones entre las artes y los alimentos, convirtiéndolas en un instrumento para interpretar la evolución económica y social desde 1851, fecha de la primera Exposición Universal en Londres, hasta la actualidad.

“El objetivo de esta muestra es acercar el público a la complejidad de las relaciones entre arte y comida, ofreciendo una mirada de 360º mediante todos los lenguajes posibles: pintura, escultura, fotografía, cine, pero también cómic, diseño, música, gráfica, publicaciones, electrodomésticos, menús y simbólicos objetos de uso común”, explica el comisario Germano Celant, quien acuñó el término arte povera para definir el movimiento artístico italiano más relevante del siglo XX.

El recorrido de Arts & Foods se estructura como un viaje en el tiempo a través de la reconstrucción de 15 espacios dedicados a la producción y consumación de alimentos —del comedor particular al restaurante, de la cocina de campamento de la I Guerra Mundial al picnic contemporáneo, de los contenedores para el transporte a la alimentación en el espacio— donde todo contribuye a sumergir al visitante en una narración potenciada por estímulos musicales y olfativos. También hay proyecciones cinematográficas y de programas televisivos y más de 40 vitrinas con objetos y documentos. “Pasas del perfume del café al del pan o al del chocolate en un recorrido que involucra los cinco sentidos y te permite empatizar con los temas de la muestra que habla del disfrute y el goce, pero no oculta la vertiente negativa: carestía, bulimia o anorexia”, indica el arquitecto Italo Rota, responsable del diseño expositivo, que arranca con las cocinas rurales y aristocráticas de la mitad del siglo XIX, que pronto confluyen en los espacios burgueses del inicio del siglo XX.

Una obra de Claes Oldenburg.
Una obra de Claes Oldenburg.

En un periplo de sugestiones y referencias, el visitante se cruza tanto con la cocina futurista de Marinetti como con el comedor Autarca (1935) de Angelo Fasce, que permite a seis comensales consumar una cena sin tener que levantarse o recurrir a camareros, o la Maison des Jours Meilleurs (1956) de Jean Prouvé, junto a obras de Picasso y Morandi.

Entre el encanto de los mercados inmortalizados por Henri Cartier-Bresson y la explosión del consumismo representada por los supermercados de Andreas Gursky, se encuentran verdaderas joyas como el Cabaret Voltaire de Zúrich, donde se citaban los dadaístas; el Café de l’Aubette de Estrasburgo, realizado por Theo van Doesburg, Hans Arp y Sophie Taeuber-Arp; el Bar Jamaica de Milán frecuentado por Lucio Fontana y Piero Manzoni y los puntos de encuentro neoyorquinos de los expresionistas americanos: el Cedar Tavern en el Greenwich Village y el Max’s Kansas City, retratados en las imágenes de Fred McDarrah y las películas de Andy Warhol. No podían faltar los restaurantes abiertos y gestionados por artistas, como la Eat Art Galerie de Daniel Spoerri en Dusseldorf, y Food, de Gordon Matta-Clark, en el Soho.

Opulencia y miseria

De los utensilios a los cocineros, de la opulencia a la miseria, hasta el canibalismo y los aspectos más repulsivos de los alimentos que se plasman en las pinturas de carne de Marc Quinn y las banderas de arroz coloreado del Food Patriotic Banquet (1973-2010) de Antoni Miralda, que van pudriéndose y cubriéndose de moho a lo largo de la muestra. Las últimas cenas, diseminadas por todo el recorrido, van desde la pintura de Bonifacio de Pitati (1540-1545) y la tabla atribuida a El Greco (1565), hasta las sagradas representaciones de Andrés Serrano, Vik Muniz, Sam Taylor-Johnson y Vanessa Beecroft.

Una sección reservada a niños y adolescentes despliega un itinerario paralelo de animaciones, cómics, disfraces y obras creadas especialmente para el público infantil. La muestra milanesa, que forma parte de la Expo Universal titulada Nutrir el planeta, permanecerá abierta al público hasta el 1 de noviembre.

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