Shakespeare en un campo de concentración
El argentino Jorge Eines estrena en Buenos Aires un ‘Ricardo III’ estremecedor en el que los actores son presos de un lager forzados a representar una obra si quieren sobrevivir
La idea es desgarradora. Un grupo de presos en un campo de concentración nazi se ven obligados a representar una obra de Shakespeare sobre la esencia del mal y el abuso en el ser humano, Ricardo III. Solo así podrán sobrevivir. Pero el montaje dirigido por Jorge Eines, un histórico del teatro alternativo, que dirigió durante 15 años la sala Ensayo 100, lo convierte en algo directamente estremecedor.
Los ocho actores, que se mantienen en el escenario durante toda la obra, realizan dos papeles: uno, el de preso de un campo de concentración, en distintos grados de aislamiento, locura y tortura interior. Otro, el personaje de la obra de Shakespeare que les toca, quintaesencia del mal. Un Ricardo III que asesina uno a uno a todos sus familiares para hacerse con el poder absoluto. El resultado es una obra que el público sigue en un estado de concentración máximo y no deja indiferente a nadie. Los propios actores, después del enorme esfuerzo, comentan que agradecen la sensación que se vive en el teatro, cuando el público entra de lleno en ese campo de concentración sobre el que está construida la escena.
El doble papel que deben representar exige un trabajo previo en el que llevan meses. Los actores, vestidos con los harapos propios del campo de concentración, parecen recobrar luz y energía cuando les toca interpretar su parte de Ricardo III, aunque todos lo hacen con un punto de locura que les da el encierro y el destino de su muerte segura. En cuanto dejan de recitar su parte en la obra, vuelven a una esquina del campo y ahí se oscurecen, se encierran en sí mismos en un mundo desolado.
Eines, que estrena la obra el domingo en el teatro El Tinglado, una de las salas de referencia del teatro alternativo de Buenos Aires, uno de los más fructíferos del mundo, explica que con este juego de mezclar el lager y Shakespeare pretende contar una historia sobre la muerte y el poder. “El hombre no puede dejar de matar. Esto que vemos en la obra sigue ocurriendo todos los días. Y nos parece normal que la gente se siga matando a diario en algunos lugares del mundo”, explica.
Una referencia en España
El argentino Eines lleva 40 años viviendo en España, donde es una referencia, pero vuelve siempre a su país de origen, donde el teatro es una auténtica pasión nacional, con más de 3.100 obras en cartel cada año en Buenos Aires, 2.000 de ellas estrenos. Casi cualquier día de la semana es posible ver buen teatro en una capital con un público muy implicado y decenas de salas alternativas -aquí llamadas teatro off-, además de los grandes teatros comerciales de la calle Corrientes.
Eines asegura que con esta conmovedora obra quiere “contar el poder para poder matar, para poder dominar”, pero también hacer el ejercicio, complejo para los actores, de unir los personajes como siempre extremos de Shakespeare con la propia situación de los presos del campo.
La historia está inspirada en un hecho real, una filarmónica judía obligada a tocar delante del jerarca nazi Eichmann para sobrevivir y después aniquilada en las cámaras de gas. En Buenos Aires el asunto del lager es especialmente simbólico porque aquí reside una de las comunidades de judíos más importantes del mundo, la tercera fuera de Israel después de París y Nueva York. De hecho, el actor principal vivió en Israel y empieza recitando a Shakespeare en hebreo. Una mezcla de sensaciones turbadoras que deja al público sobrecogido.
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