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La ópera sale a la calle y entra en casa

Miles de personas ven ‘La Traviata’ del Teatro Real en plazas, museos y ‘online’

Jesús Ruiz Mantilla
Vista del público que ayer asistió a 'La Traviata' en la Plaza de Oriente.
Vista del público que ayer asistió a 'La Traviata' en la Plaza de Oriente.bernardo pérez

El pasado 20 de abril, La Traviata se estrenó en el Teatro Real. Había 1.750 personas entre el público, puestas de largo para asistir al rito verdiano. Ayer también, pero de manera más informal y ante una cifra equiparable a los estadios de fútbol: fueron 45.000 los que pudieron seguir la representación en diferentes puntos de Madrid y de todo el país, o más si contamos a quienes desde sus casas, gratis, se enchufaron a través de la plataforma digital.

Pero no sólo las decenas de miles de personas que contemplaron sobre las 23.00 en directo la muerte de Violeta Valery, en el sobrecogedor desgarro de la albanesa Ermonela Jaho, asistían al inicio de otra forma de ver esta contagiosa forma de teatro que vive en esta época otra de sus edades doradas. También nacía una iniciativa que ha puesto de acuerdo a 15 coliseos europeos para la búsqueda activa de nuevos públicos a través de The Opera Platform.

La soprano, 20 minutos antes de salir a escena, no quería pensar en la responsabilidad de traspasar las puertas del teatro e impactar con su fogosa fragilidad de mujer que desea devorar la vida a un público masivo: “Si lo hiciera, me entraría terror. Voy a cantar con el deber de llegar al corazón de la gente”. Al detalle, como impone la indiscreción de las cámaras: “Con la cara, con los ojos, pero, sobre todo, emocionando por medio de mi voz”.

El Palco Digital del Teatro Real ha tenido 120.000 visitas de 129 países

Quizás en la negrura de un escenario sombrío consiguiera su grado de intimidad. Pero al filo de las 20.30, antes de rematar el primer acto con un impecable sobreagudo que arrancó aplausos al aire libre, Jaho no se hubiese sentido aislada al clamar: “Sola, abandonada, en este populoso desierto que llaman París”.

Nada de eso, estaba en Madrid. Y de fiesta, escrutada por las más de 5.000 personas que poblaban la Plaza de Oriente al comenzar la representación. Tan solo el sol de caída en el oeste estorbaba la nitidez de la imagen. Pero no el entusiasta silencio con que el público, sentado entre los pasillos que dejan las flores y debajo de la pantalla, observaba lo que ocurría dentro del teatro.

Cómo vieron la obra

En Madrid, además de las 800 sillas en la Plaza de Oriente, el público pudo ver La Traviata en los auditorios de museos e instituciones como el Prado, el Reina Sofía, Matadero, el Thyssen-Bornemisza o la Fundación Canal.

Otras ciudades que se apuntaron a la emisión: Segovia, Sevilla, Granada. Pamplona, Vitoria, además por supuesto del streaming por Ópera Europa.

Era un día de premonitorio disfrute del arte, una tarde en la que se cruzaban los picnics con los smartphones, los palos selfies y la alucinante capacidad de aguante de los octogenarios mezclados con los adolescentes, pendientes todos de un montaje controvertido por su excesivo conservadurismo aunque sutil en varios detalles simbólicos. Pero sobre todo hipnotizados por una fascinante Jaho, emotiva y salvaje.

Esta semana no ha sido una más en el teatro madrileño. Aparte de organizar la representación que más gente ha presenciado simultáneamente en la historia del Real, más de 300 profesionales han debatido en largas sesiones de trabajo las inmensas posibilidades que ofrece Internet.

Ayer vivía más tensión el control de realización audiovisual que quienes se encontraban en escena, si cabe. Natalia Camacho y David Pérez Gancedo sentían el peso de la responsabilidad sobre un equipo de más de 50 personas para que la retransmisión en directo resultara impecable. “Tenía que ser con un título de tirón popular y tan simbólico”, comentaba Joan Matabosch, director artístico del Real.

Para el director de Ópera Europa, “esta es una ola sobre la que hay que nadar”

“Esta es una ola sobre la que debemos nadar”, comentaba Nicholas Payne, responsable de Ópera Europa. O los grandes teatros e instituciones se apuntan al desarrollo de la expansión audiovisual y digital o mueren. Para eso mejor unirse. El negocio de los espectáculos empaquetados para disfrutarlos en el salón de casa lleva sus costes. Una alianza de 15 teatros puede afrontar el reparto de derechos audiovisuales o los nada desdeñables gastos, mediante coproducciones, de nuevos títulos.

Las cifras empiezan a dar resultados serios, trozos del pastel que cada cual desea conservar. En el último ejercicio de un teatro como el Real, su Palco Digital —a 9,95 euros la conexión para un estreno en directo y a 4,95 para los diferidos, salvo ayer—, ha reportado “400.000 euros de beneficio”, asegura el director general, Ignacio García Berenguer. La herramienta juega en favor de la expansión global: “Hemos recibido 120.000 visitas al año desde 129 países distintos”. Los gestores se muestran cautos e insisten en su labor principal: la búsqueda de nuevos públicos. “De ninguna manera esto puede sustituir la esencia: su contemplación dentro de los teatros”, remarca Matabosch.

Aspecto de la pantalla en la fachada del Real.
Aspecto de la pantalla en la fachada del Real.bernardo pérez

Pero nadie ha dicho que una retransmisión en directo —con alta definición— sea la ópera. Sin embargo, y de manera creciente, supone otra forma de vivirla. Los cantantes se muestran cada vez más conscientes de ello. Hoy un espectáculo lírico de gran nivel está supeditado a las exigencias audiovisuales: micrófonos, marcas en el suelo del escenario, emplazamiento de las cámaras, de los micrófonos. “Al principio, los cantantes lo abordan con miedo; cuando ven el resultado, se tranquilizan”, asegura Camacho. La sobreexposición está en los genes de las nuevas generaciones. “Si no nos adaptamos, nos convertiremos en dinosaurios”, añade Payne. Pero, ¿acaso no tiene algo de jurásico, de intemporal, de eterno, un arte como la lírica y es ese, precisamente, uno de sus encantos? Incluso si conserva cierto aire decadente, como el montaje firmado por McVicar…

La plaza de Oriente y este mayo festivo en que Madrid se echó a la calle en busca de la adictiva voluptuosidad del canto deseaban algo que celebrar. Una puesta de largo medio virtual que tuvo su ración de realidad cuando los artistas salieron a saludar al balcón del teatro y cantaron el brindis en un improvisado coro verdiano. El fin de fiesta perfecto para ganar nuevos adeptos.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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