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Cuando el arte se viste de Prada

La firma de moda abre en Milán un centro diseñado por Rem Koolhaas y sin ayuda estatal

Una perspectiva de la sede y de la exposición de la Fundación Prada.
Una perspectiva de la sede y de la exposición de la Fundación Prada. GIUSEPPE CACACE (AFP) (AFP)

Vidrio, aluminio, ladrillo y oro, mucho oro. Con estos materiales el arquitecto Rem Koolhaas ha dado nuevas señas de identidad a la antigua destilería del sur de Milán donde ahora se levanta imponente la Fundación Prada. Es el hogar definitivo para la colección de arte propiedad de Miuccia Prada y su esposo Patrizio Bertelli y un espacio cultural donde las exposiciones temporales se mezclarán con espectáculos de danza, proyecciones de cine o debates sobre el mundo de la cultura.

Con una superficie de 19.000 metros cuadrados, de los cuales 11.000 se han destinado a exposiciones, la fundación que se abre al público el día 9 es “un regalo para los italianos”, en palabras del ministro, Dario Franceschini. El responsable de Cultura recordó en la presentación de la fundación que Italia, por su impresionante riqueza arqueológica, tiene más de 20.000 museos necesitados de ayudas en un momento en el que la crisis lo hace difícil. “Tenemos mucho que conservar y poco presupuesto para lo nuevo. Estoy seguro de que esta fundación va a poner a Milán a la cabeza del arte contemporáneo europeo en menos de 10 años”.

La vieja destilería está dividida en siete espacios. En varios puntos de los patios circundantes hay un mapa esculpido en el suelo que recuerda la rayuela de Cortázar que señala el uso de cada uno de los pabellones. No haría mucha falta una señalización porque el cristal permite ver desde fuera la vida de los interiores. La torre de oro tamiza los rayos de luz y va transformando de manera mágica la iluminación natural.

Las salas centrales están destinadas a las exposiciones temporales. Se estrenan con la muestra Clásicos seriados, comisariada por Salvatore Settis, en la que el historiador y arqueólogo aporta varios descubrimientos sobre la escultura griega y romana. Recuerda que en la antigüedad había un concepto colectivo (o político) del arte. Lo que importaba era la reproducción masiva de las obras. Los originales (en torno a seis) tenían la importancia de servir como modelos. Y además, con el bronce, mármol y alabastro como materiales básicos, los artistas utilizaron otros más efímeros y aplicaban color a sus obras. “Los griegos y romanos no eran una sucesión de genios que esculpían una obra en un arrebato de inspiración”, bromea el experto. Esta exposición inaugural tiene su prolongación en la sede de la Fundación Prada en Venecia, donde se mostrarán más de 90 obras para explorar los orígenes y funciones de las reproducciones en miniatura de esculturas clásicas.

Edificio de la Fundación Prada.
Edificio de la Fundación Prada.GIUSEPPE CACACE (AFP) (AFP)

La colección permanente está distribuida en dos áreas y agrupada en torno a movimientos artísticos esenciales del siglo XX: minimalismo, land art y conceptualismo. El coordinador de esta área, el crítico Germano Celant, explica que son piezas adquiridas desde mediados del siglo pasado hasta fechas recientes y que gran parte no se ha visto nunca en público. Hay nombres como Maurizio Cattelan, Lucio Fontana, Pistoletto, Yves Klein, Charles Atlas, Bruce Nauman, Robert Rauschenberg, Louise Bourgeois o Damien Hirst. Este último ocupa un impresionante espacio en el semisótano denominado Trittico con una pieza titulada Lost Love (2002). Un enorme recipiente acristalado está ocupado por lo que podrían ser los restos de la consulta de un ginecólogo, salvo que la paciente y el doctor han desaparecido. El cine tendrá un papel esencial que inaugura un documental en el que Roman Polanski habla de las películas que le han inspirado.

En representación de la familia habló Patrizio Bertelli, mientras Miuccia Prada permanecía sentada entre los asistentes. Precisó que se trata de una fundación absolutamente privada, sin ayudas estatales ni desgravaciones fiscales. Aseguró que la fundación no será un escaparate de la firma de lujo que representa y que no van a tener tienda en el edificio. Declinó hablar del coste de la fundación por tratarse de “un asunto secundario”. Además, aclaró que tampoco es un mecenazgo a la vieja usanza, cuando los nobles o la Iglesia encargaban las obras a los artistas: “Lo nuestro es un encuentro permanente sobre el arte y todo lo que tenga que ver con la cultura. El programa está abierto y se admiten propuestas”. La celebración se trasladó después al bar diseñado por el cineasta Wes Anderson que reproduce las cafeterías milanesas de los sesenta y en la que no falta una máquina de música con las canciones de 200 cantantes italianos.

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