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Los datos de la sonrisa y el escándalo

Las cifras del cine español en 2014 se dividen entre la felicidad del 25,5% de cuota y la indignación por el 21% de IVA cultural

Gregorio Belinchón
Un momento del rodaje de 'La isla mínima'.
Un momento del rodaje de 'La isla mínima'.

25,5%. El dato de la sonrisa. El número que alegra a los cineastas españoles. Ese porcentaje representa la cuota del cine español en la taquilla patria. Lo nunca visto desde tiempos inmemoriales… hace 37 años.

21%. La cifra del escándalo. El IVA más alto de Europa. Pero al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cualquiera le lleva la contraria, porque gracias a ella y los 86 millones de entradas vendidas en España en 2014 se ha sacado una recaudación de 26 millones de euros. A ver quién le convence desde la industria o desde la Secretaria de Estado de Cultura de su error.

Los Goya llegan este año más contradictorios que nunca. Lo económico, por un lado, es un cóctel agridulce. Algunos productores quieren una gala de celebración, que las reivindicaciones se queden para las reuniones en el Ministerio. Otros apuestan por lo contrario: ya que va el ministro, digámosle la verdad. Aún duele el feo de las exenciones fiscales: las condiciones pactadas con el ICAA y Hacienda en una comisión mixta con la industria para esas desgravaciones se convirtió en papel mojado cuando Montoro se cruzó en su camino. Y España volvió a ser la peor parada del continente europeo.

Motivos sí hay para la celebración: se ha hecho cine del bueno, del muy bueno en España. Y junto a las cinco películas candidatas al Goya grande, hay otros enormes trabajos: Stella Cadente, de Luis Miñarro; Hermosa juventud, de Jaime Rosales; Obra 67, de David Sainz, Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, de Javier Fesser; El futuro, de Luis López carrasco, Carmina y Amén, de Paco León, Costa da Morte, de Lois Patiño; La vida inesperada, de Jorge Torregrossa, 10.000 noches en ninguna parte, de Ramón Salazar; Justi&Cia, de Ignacio Estaregui… Algunas son candidatas en otras categorías, otras ni aparecerán en los Goya, porque la Academia, como toda institución que se precie, es conservadora. Y no ve mucho más allá de los estrenos más comerciales.

Hace unos días, Daniel Monzón, director de El Niño, confesaba abiertamente: “Espero que gane Alberto Rodríguez. Porque su película es estupenda, porque Alberto es un buen amigo y se lo merece… Yo ya viví mi momento con Celda 211, sé lo que es estar en esa ola triunfadora. Soy humano: si no lo hubiera vivido tendría mi envidia. Pero este es el año de Alberto”. Y así parece que será la gala, con premios bastantes cantados. Sería una sorpresa que La isla mínima no ganara en película y dirección (salvo que en el sprint final pegue un achuchón Magical girl), Javier Gutiérrez (que ganó la Concha de Plata al mejor actor en San Sebastián) y Barbara Lennie (todos los premios son pocos para su talento) en actor y actriz protagonista. Ahora bien, puede que gane Carmen Machi en secundaria, pero en secundario la cosa está igualadísima entre Karra Elejalde y José Sacristán. Dos veteranos, que de repente se encuentran —bien por convertirse con tres trabajos de 2014 en un megataquillero, bien por ser el nuevo muso de los cineastas más radicales— en una competición mucho más pequeña que su talento. Si vale como pista -la única real que existe- en los premios Forqué, otorgados por EGEDA, la entidad de derechos de autor de los productores, ganaron La isla mínima, Gutiérrez, Lennie, Mortadelo y Filemón en animación y Relatos salvajes en latinoamericana.

Ocho apellidos vascos. Estará y no estará presente en la gala la película más taquillera de la historia del cine español, la de los 56 millones de euros. Presenta Daniel Rovira, el protagonista de la película, un actor curtido en los monólogos que podría encontrarse en su salsa en el escenario del hotel Auditorium, que además compite en actor revelación. Si ganan Machi y Elejalde, se escuchará el título de la comedia… Pero la Academia debería reflexionar sobre el feo realizado a su director y a los guionistas, los auténticos urdidores de este motor de turborreacción.

Finalmente algunas pequeñas consideraciones: la baja calidad de las candidatas a película europea, con Ida como clara favorita sin rivales de altura, el alto nivel —en cambio— de los documentales, el momentazo televisivo de la entrega del Goya de Honor a Antonio Banderas por parte de Pedro Almodóvar… Y el seguimiento que hay que hacer en el futuro a Carlos Vermut: pocos, muy pocos directores españoles pueden ganar en Cannes. Tal vez tres. Vermut se ha sumado a esa lista. Estos Goya son los de su presentación. Quedan tiempo y películas para que Vermut nos anonade.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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