El libro más clandestino de la autora de ‘Celia’
‘El camino es nuestro’ refleja la relación entre Elena Fortún y la grafóloga Matilde Ras

“La casa está ya bien vacía. Ni muebles ni espíritu. Tú, tan pequeña, tan poquita cosa, eras como una lamparita tenue que todo lo iluminaba”. Elena Fortún (Madrid, 1886-1952), la autora de los libros infantiles de Celia, le escribía una carta añorante a Matilde Ras (Tarragona, 1881-1969) en abril de 1937. La frase es una evidencia de la relación de amistad y amor entre estas dos humanistas que lucharon por los derechos de las mujeres. “Me gusta compararlas con un iceberg, porque solo se ve un poco de todo lo que fue su relación”, decía esta semana Nuria Capdevilla-Argüelles durante la presentación de El camino es nuestro (Fundación Banco Santander), una compilación de algunos textos inéditos de las dos autoras que hizo junto a María Jesús Fraga.
Fortún y Ras se conocieron en los años previos a la Guerra Civil en la redacción de Blanco y Negro. Fortún empezaba a escribir para niños. Ras colaboraba con artículos, aunque era grafóloga. “Ella tuvo una educación exquisita, a la francesa. Muy a diferencia de Elena”, explica Capdevilla-Argüelles, dando a entender que probablemente fue esa cultura la que llamó la atención de Fortún, que pronto se haría popular gracias a las historias protagonizadas por la niña Celia que publicaría la editorial Aguilar.
El tomo recoge una compilación de textos inéditos de las dos mujeres
Ese personaje infantil y ficticio pronto le robaría toda la atención. Ras, por otro lado, nunca conseguiría el éxito de su compañera. A pesar de sus diferencias, sus ideales fueron muchas veces los mismos. “Fueron las primeras feministas con conciencia de grupo. A ellas les tocó vivir ese cambio de llevar falda larga y moño a vestirse con pantalón y fumar. Ahora nadie ha vivido una transformación como esa”, asegura Capdevilla-Argüelles. “Y aunque eran dos personas muy preocupadas por perdurar”, agrega Fraga, “ninguna podría haber soñado en vida que casi un siglo después íbamos a estar nosotros haciendo un libro sobre ellas. Dándole sentido a su verdadera pasión”.
Las autoras lograron dar con suficiente material gracias a la biógrafa de Fortún, Marisol Dorao, que guardaba documentación sobre la autora, y a las sobrinas de Ras, que compartieron con ellas sus archivos familiares. “Pero ambas tenían muchísimo registro literario”, cuenta Fraga, agregando que las dos tenían la costumbre de escribir a diario, y que con todo el material recolectado podrían incluso sacar más de un libro compilatorio.
Los mensajes iban encriptados para ocultar su pasión y sus ideas políticas
El volumen, que comienza con los textos de la creadora de Celia, tiene su punto álgido hacia la mitad, donde se recopilan las cartas que se enviaban con mensajes encriptados, no solo por su relación pasional, sino por sus ideas republicanas. “La publicación de sus escritos es importante porque ellas no se desarrollaron en el vacío. Hubo amistad, amor, hubo relaciones, y eso hay que rescatarlo”, opina Nuria Capdevilla-Argüelles, que además admite que, durante la investigación, debía recordarse constantemente que ni Ras ni Fortún siguen aquí. “Para nosotras están vivas”.
Pero no. Cuando Fortún enfermó y murió en Madrid, Ras ya no quería regresar a la ciudad donde habían convivido durante la guerra. “Es una ciudad llena de fantasmas”, decía. “Y es cierto”, aseguran ahora las autoras de El camino es nuestro. “Fueron parte de un grupo de autores que durante el franquismo se convirtieron en fantasmas, quedaron ocultos, porque reflejaban esa modernización”. Eso es lo que más les llena de orgullo, el poder devolverle el protagonismo a estas pensadoras a las que parecía que ya se las había tragado su historia.
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