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Guadalajara no habla inglés

La FIL apenas ha logrado convertirse en un trampolín para que los autores hispanos sean traducidos y más conocidos en el mercado de Estados Unidos

Luis Pablo Beauregard
Jim, ciudadano estadounidense de Portland, Oregon, revisa libros en uno de los stands de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Jim, ciudadano estadounidense de Portland, Oregon, revisa libros en uno de los stands de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. SAÚL RUIZ

En la gran feria del libro en español también se habla inglés. Decenas de profesionales del libro anglosajón asisten a la FIL para conocer las tendencias que dibujarán el panorama literario del futuro. El hambre por nuevas voces, sin embargo, no ha hecho de Guadalajara el destino ideal para cerrar contratos de traducción de autores hispanos. Tampoco les ha facilitado la entrada al mercado de Estados Unidos.

“Son muy pocos los autores hispanos o de otros países que han cruzado”, dice Larry Downs, vicepresidente de la compañía editorial Harper Collins. Se calcula que solo el 3% de los libros publicados en Estados Unidos son traducciones de otros idiomas (la cifra disminuye a 0,7% cuando se trata de literatura y poesía). Muchas de estas obras están dirigidas al mercado formado por los hispanos de segunda y tercera generación que hablan y entienden español, pero leen en inglés.

“Se publican más de 300.000 títulos anuales en Estados Unidos. Esto implicaría 9.000 títulos de traducciones. No es una cantidad para celebrar, pero no podemos acusar por esto a los gringos de verse el ombligo”, dice David Unger, representante internacional de la FIL y el primer guatemalteco que escribe en inglés y obtuvo el premio Miguel Ángel Asturias, el galardón nacional de literatura.

El estadounidense Francisco Goldman, hijo de madre guatemalteca, cree que es “muy poco” el interés que los americanos ponen en la Feria de Guadalajara. “Ni mi agente ni mi editor han venido”, señala. Se ha dado cuenta, sin embargo, de que algo está cambiando en su país natal. “El mercado de ficción se está fracturando. Los libros ya no necesitan a las grandes editoriales”.

El sofisticado engranaje que tiene la industria editorial de EE UU, integrado por ojeadores, agentes, editores y vendedores de derechos, no existe a la inversa

El sofisticado engranaje que tiene la industria editorial de Estados Unidos, integrado por ojeadores, agentes, editores y vendedores de derechos, no existe a la inversa. El proceso se da de manera casi artesanal. Los autores se recomiendan de lector a lector, hasta que llegan a oídos de pequeñas editoriales.

“Me alienta lo que están haciendo sellos independientes como Graywolf y Coffee House, que ha comenzado a editar a Valeria Luiselli. Y también grandes conglomerados como Riverhead, que están publicando bien a Juan Gabriel Vásquez y Álvaro Enrigue”, señala Elisabeth Kerr, editora y vendedora de derechos para W.W. Norton & Company.

La editorial independiente Sexto Piso, que tiene los derechos de Luiselli, Mario Bellatin y Carlos Velázquez, cerró este año con Coffee House Press la traducción y publicación de En medio de extrañas víctimas, de Daniel Saldaña. “A menudo hace falta algo extraordinario para que un editor americano contrate un libro de un latinoamericano”, dice Eduardo Rabasa, director de la editorial. Cristina Rivera Garza cree que eso no es suficiente. “Se necesita un milagro”, dice la escritora. “Los editores han demostrado que buscan estereotipos. Primero, el boom. Y ahora, copias más o menos eficientes de Roberto Bolaño”.

El caso del escritor chileno es un hito. A su muerte, en julio de 2003, solo uno de sus libros había sido traducido al inglés. Barbara Epler, la editora del sello New Directions, publicó algunas obras hasta que Farrar, Straus & Giroux editó en abril de 2007 Los detectives salvajes (de 1998), lo que convirtió a Bolaño en una leyenda en Estados Unidos. “Tuvo la mejor crítica para un escritor traducido desde W. G. Sebald”, dice Goldman. Autores como Mario Benedetti, Juan Bosch y Clarice Lispector no tienen suficiente presencia en inglés, asegura David Unger.

Guadalajara aún tiene mucho trabajo para ganar terreno a ferias internacionales como la de Fráncfort y Londres, donde la venta de derechos y traducciones es la actividad principal. El punto fuerte de la FIL es la venta de ejemplares.

Pocos turistas estadounidenses suelen deambular entre los pasillos de la FIL. Su presencia se vuelve fantasmal, como si se tratara de un espectro salido de algún relato de Rulfo. Por momentos se paran a hojear algunos libros. Y entonces llega la pregunta: Do you have this book in english?

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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