Arte y automoción, unidos por la Fundación Barreiros

Mari Luz Barreiros recuerda levemente una imagen: su hermano y su padre, con ella junto a un Mercedes “alas de gaviota gris”. No puede recordar el modelo; ni tan siquiera el año en que se hizo aquella fotografía: “Era muy pequeña, pero quizás sea esa la foto que recuerdo con más cariño”. A Mari Luz Barreiros le han rodeado llantas y ha escuchado el rugir más o menos intenso de los motores durante toda su vida.

Es la hija de Eduardo Barreiros (Ourense, 1919 - La Habana, 1992), un visionario para el que cruzarse con un coche de juguete cuando tenía cuatro años le convirtió en el precursor de la industria moderna de la automoción en España. Su empresa, Barreiros Diesel SA, rivalizó con las mejores marcas del mundo entre 1954 y 1978; se asoció con Chrysler. A su amor por esas intrincadas arquitecturas metálicas, el sector y el imaginario cultural español le debe nombres como el Simca 1000 o las furgonetas Tempo.

Desde el año 2000, la Fundación Eduardo Barreiros, creada en 1997, organiza conferencias internacionales que relacionan el mundo del automóvil con el del arte, “en todas sus facetas y que son la estrella de todas las actividades de la fundación”, asegura Mari Luz Barreiros, presidenta de la institución, quien insiste en la estrecha colaboración que, desde 2002, mantienen con la Fundación Mapfre, patrocinadores de la conferencia.

En esta octava edición, que fue clausurada la tarde del pasado jueves, la fotografía ha sido elegida como tema de anclaje. Desde el pasado lunes, nombres como Elena Ochoa Foster, Giorgetto Giugiaro, Peter Vann, José Luis Cuerda o Cristina García Rodero han sido los encargados de mostrar cómo el coche está relacionado con el arte. “Fotografía, cine o literatura. El mundo del motor, tanto para lo bueno como para lo malo, y hablo de urbanismo, sostenibilidad..., está relacionado con las creaciones de todas esas personalidades que cada año nos acompañan”, apuntó Mari Luz Barreiros.