La talidomida ha prescrito
Entre 1958 y 1963 la compañía alemana Grünenthal comercializó un producto, la talidomida, destinado teóricamente a calmar los nervios y evitar náuseas en las mujeres embarazadas, sin saber (se supone) que producía malformaciones congénitas en los fetos. Los “niños de la talidomida”, unos 3.000 sólo en España, nacieron generalmente con carencia de extremidades o con estas malformadas, y ahora 50 años después, los supervivientes comienzan a padecer con la edad otros problemas físicos, que exigen nuevos cuidados y terapias. A pesar de que el gobierno de Zapatero les reconoció como víctimas y hace poco el laboratorio alemán les pidió perdón, esta semana la Audiencia Provincial de Madrid ha rechazado su demanda contra la Grünenthal porque dicen que “el tema ha prescrito”, aunque el pasado noviembre un juzgado de Madrid impuso una condena a la farmacéutica Grünenthal, condena que ahora ha sido anulada. ¿Qué es lo que ha prescrito si ellos siguen padeciendo las consecuencias de aquel hecho criminal? ¿Cómo puede prescribir el delito pero no sus efectos?
Antes de esta última decisión de los magistrados, se había realizado un estremecedor documental, 50 años de vergüenza, que oportunamente se va a estrenar en España la semana que viene, después de haberlo hecho ya en Alemania, donde las víctimas de la talidomida fueron y siguen siendo muy numerosas, y en el que sus autores, Fernando Rodríguez, Ana Salar y Javier Almela, dan cuenta de múltiples aspectos del “caso” a través de testimonios de víctimas y familiares –en España, Alemania, y también en América Latina-, de testimonios de médicos y documentos. La película denuncia con vigor la culpabilidad de la marca alemana, pero también el desinterés de las autoridades españolas, tanto las de Franco, que no retiraron a tiempo el fármaco manteniéndolo en el mercado varios años más que en otros países, como las de ahora mismo, que consideran a los afectados “un grupo menor”. Se trata de un enérgico documental que habla con pasión de un tema que permanecía poco menos que en el olvido. Esta semana ha regresado a la actualidad periodística gracias a la lamentable decisión judicial de considerar que a las víctimas, agrupadas en una asociación civil, se les ha pasado el tiempo para reclamaciones. Es decir, frente a las tragedias de toda una vida, los formalismos legales lavan las manos a la injusticia.
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