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El documental del año en Brasil inicia la carrera hacia Hollywood

La directora Petra Costa y el productor Tim Robbins promocionan en Los Ángeles ‘Elena’, la historia de una búsqueda en las raíces de una tragedia familiar

Pablo Ximénez de Sandoval
Fotograma del documental 'Elena' dirigido por la brasileña Petra Costa.
Fotograma del documental 'Elena' dirigido por la brasileña Petra Costa.

El viaje de la actriz brasileña Elena Costa para triunfar en Nueva York acabó en 1990, apenas cumplidos 20 años, en una tragedia familiar. Costa falleció engullida por una depresión a pesar de los intentos de su madre por rescatarla de la oscuridad. Su hermana Petra tenía siete años. En el documental Elena, Petra Costa bucea en las causas más profundas de esa depresión y desnuda a través de vídeos caseros y testimonios la infancia y la juventud de su hermana, la relación con sus padres, para explicarse lo inexplicable. “Creo que cuando miras en lo más profundo de ti puedes llegar a sitios que significan algo para los demás”, dice Petra Costa.

Tim Robbins y Petra Costa (en el centro), tras la proyección de 'Elena' en Los Ángeles este martes.
Tim Robbins y Petra Costa (en el centro), tras la proyección de 'Elena' en Los Ángeles este martes.

Petra Costa (Belo Horizonte, 1983) se crió en Sao Paulo y una década después de aquella tragedia acabó haciendo las dos cosas que le había prohibido su madre: vivir en Nueva York y ser actriz. En la película explica cómo elegir esa vida es una especie de búsqueda de su hermana, una década después de que una “tristeza” la devorara. En la película compara su infancia con la de su hermana Elena, nacida en la clandestinidad, con unos padres involucrados en la lucha política que no le dieron la misma atención que le darían a ella en democracia. Costa explica que su madre mantuvo siempre la distancia con Elena. Una de las imágenes más impactantes del documental es la madre de Elena y Petra describiendo “la culpa” con gestos de angustia.

La película es también un retrato de la depresión, que Costa siente que no se ha hecho para las mujeres de su generación, al menos en Brasil. Aunque ella no lo llama depresión: “Es el sentimiento de no encajar y de no saber como encajar”, explicaba Costa el martes por la noche en Los Ángeles. “Cuando las mujeres se convierten en mujeres están en una posición muy vulnerable”. Las aspiraciones de su hermana chocaron con una industria en la que se tenía que poner a la cola para trabajar. Lo define como “la mujer que no puede esperar, pero es obligada a esperar”.

Elena cuenta con el actor Tim Robbins y el director Fernando Meirelles como productores ejecutivos. Ambos se embarcaron en el proyecto con la obra casi terminada, al ver las posibilidades que tenía, y ayudan con su nombre a la promoción del filme. Dice Tim Robbins que todo empezó en una fiesta. Petra Costa se le acercó con un DVD de la película en el festival de Berlín. “Me pasa a menudo”, decía en la proyección el martes por la noche en Los Ángeles. La historia de su vida le convención de involucrarse en el proyecto.

Hace falta mucho valor para contar esta historia de la manera que está contada. Es como si se hubiera abierto las venas ante la gente Tim Robbins

El documental se proyectó el sábado en Nueva York y dos veces más esta semana en Los Ángeles. Comienza así la promoción de cara a la temporada de premios en la industria, que culmina en febrero y marzo con los Globos de Oro y los Oscar. Robbins, que ha ganado los dos como actor, no se atreve a hacer predicciones: “Yo tampoco sé cómo funcionan los premios”, bromeaba a preguntas de este periódico.

“Cuando lo vi me encantó y pensé qué podía hacer para ayudar a un filme con tanto potencial en un mercado tan competitivo”, comentaba Robbins después de la proyección. “Pensé que esta era una película que puede ayudar a otras personas en esta situación. Hace falta mucho valor para contar esta historia de la manera que está contada. Es muy cruda. Es como si se hubiera abierto las venas ante la gente”, decía Robbins mientras hacía el gesto de mostrar las venas de las muñecas. “Es muy triste, pero también muy bonito. Es una película como no había visto antes”.

Otra de las razones que involucraron a Robbins en la producción fue dar a conocer la historia de la dictadura militar de Brasil (1964-1985), en general poco conocida fuera de Latinoamérica, si se compara con Argentina o Chile. Es ahora, casi tres décadas después de su final, cuando empieza a haber un movimiento serio de reconciliación sobre el pasado y presión para la apertura de los archivos militares. “En Brasil no tenemos héroes”, resumía Costa el martes ante una audiencia norteamericana sobre las consecuencias de la dictadura. “No celebramos nuestra historia como hace EE UU, tenemos una visión más cínica. Si no tienes nada que celebrar, no tienes nada que recordar”. Por eso, su película es también una alegoría sobre la necesidad terapéutica de revisar el pasado, a fondo, por doloroso que sea, y recordar.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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