Cómo nace un artista: los ‘fabricantes’ de estrellas
Encuentran a un músico, lo moldean, le consiguen un contrato, producen su disco y permanecen a su lado
En la memoria de todos están esas películas en las que un chico o una chica que lleva una existencia de lo más normal, pero sueña con convertirse algún día en un ídolo de masas, se transforma en figura de la canción de la noche a la mañana. Claro que eso solo sucede en el cine, porque en la realidad ese “de la noche a la mañana” suele ser un largo proceso y nunca es un camino de rosas, sino una ardua travesía llena de dificultades.
La figura de la canción que el público conoce, admira y disfruta, ya sea en el escenario o a través de sus grabaciones en las radios o las televisiones, ha sido en un tiempo un personaje anónimo, sin duda bendecido ya con un talento fuera de lo común, pero que de nada le serviría si no se encargara alguien de darlo a conocer. En esas películas siempre hay un personaje que, como un hada madrina o un mago benefactor, descubre lo mucho que ese personaje desconocido tiene para dar al mundo y se convierte en su paladín hasta lograr que los sueños más delirantes del candidato a artista se lleguen a cumplir.
En la vida real las cosas son un poco menos poéticas y exigen un trabajo largo y difícil, y las hadas y los magos no van armados de varitas mágicas para cumplir sueños, sino de un sexto sentido para descubrir el talento de los demás y de una capacidad única para transmitir sus ideas a los que las necesitan. Unos magos que normalmente no sabemos ni cómo llamar…
Hay artistas con cualidades vocales extraordinarias, pero lo importante es que sepan conectar con el público", dice Capi, cazatalentos
“Yo soy un starmaker”, dice con firmeza Miguel Ángel Arenas, Capi, descubridor de figuras del pop imprescindibles como Tequila, Pecos, Mecano o Alejandro Sanz. “Somos hacedores de estrellas. En el fondo somos unos pesados, porque cuesta mucho trabajo que la gente conozca lo que les ofrecemos”.
Capi y Manuel Illán (mentor de Pablo Alborán y Diana Navarro) encarnan a la perfección la imagen clásica de lo que durante mucho tiempo se llamó cazatalentos: encuentran a un nuevo artista, lo moldean, le consiguen un contrato con una discográfica, producen su disco y permanecen a su lado…, normalmente hasta que la estrella decide que ya no lo necesita. Más frecuente es que la industria, con sus propios recursos y mentes entrenadas, detecte el talento y lo impulse. El inquieto Paco Martín, fundador de Twins, es un referente en este sentido: descubrió a Hombres G, Los Rodríguez y Danza Invisible (y concibió la carrera en solitario de Antonio Vega). Gonzalo García-Pelayo, figura imprescindible en el rock andaluz de los setenta, firmaba como productor, pero su labor abarcaba también la localización de nuevos talentos, como Triana, María Jiménez o Lole y Manuel, para cuya difusión creó el sello Gong (un poco lo mismo que hizo Mariscal Romero con el rock desde el sello Chapa Discos). Directores del prestigio de Tomás Muñoz (Hispavox, CBS) y José Luis Gil (Hispavox), y legendarios productores como Rafael Trabucchelli o José Luis de Carlos, también fueron básicos a la hora de crear nuevas carreras casi de la nada.
De un lado, el talento innato de un artista; de otro, el olfato de un experto. ¿Dónde se produce habitualmente el punto de encuentro?
Nuestro trabajo es dedicar una serie de años a limpiar, pulir, seleccionar repertorio", afirma Manuel Illán, cazatalentos
“Este es un país lleno de artistas. Pero hace cincuenta años un maestro en esto que era Luis Sanz [descubridor de Rocío Dúrcal y Ana Belén] ya decía que lo que no se enseña no se vende. En cada esquina de cada bar de España ha habido uno que cantaba. Este país tiene un carácter muy festivo. La gente confunde el ser artista con ser festivo”, continúa Capi. “Hoy en día encuentro los talentos por Twitter, pero en su momento era porque alguien te decía que le había dicho que habían visto que habían escuchado a alguien y vas, y cuando encuentras un artista (cada uno tiene una apreciación sobre lo que es un artista) y ves a uno que tiene una fuerza o un algo diferente, o un toque especial, algo que lo diferencia de todos los demás…”.
Videoclip de Alejandro Sanz del tema 'Camino de Rosas' (2013).
Entonces se produce esa revelación, esa percepción de ciertas cualidades que confirman, o al menos hacen sospechar, que ahí hay un talento a descubrir. Cualidades que no pueden definirse con precisión como si fueran una receta infalible. Cada caso es único, aunque existen algunos factores comunes.
“Para mí sobre todo es importante que sean personas creativas. Puede haber artistas con cualidades vocales extraordinarias, pero lo importante es que sepan conectar con el público. A partir de mayo del 68 empezamos a entender al artista como mensajero de una cultura, de una situación. Queríamos el alma del artista. No se puede decir que un intérprete tenga que tener esta o aquella cualidad. Las cualidades que deben tener son las que tiene él solo, las que le diferencian de los demás”, prosigue Capi.
Una vez descubierto ese diamante en bruto comienza un periodo de pulido, tallado y abrillantado… Manuel Illán, que conoce este proceso desde los dos lados porque fue componente de Esclarecidos y hoy se dedica al lanzamiento de nuevos artistas, lo describe así: “Es un proceso bastante complejo y delicado. Hay que hacer una inversión de tiempo y dedicación enorme, sin mencionar el tema económico porque está fuera de lugar. Hay que dedicarle muchísimo tiempo y creatividad al proyecto, a la vez, la relación con el artista se puede complicar, porque él quiere lograr sus objetivos honestamente, es una persona muy compleja y es capaz de dinamitar muchas cosas en el camino, como en cualquier relación. Se establece con el intérprete una relación de matrimonio devastadora y desgastadora. Nuestro trabajo es dedicar una serie de años a limpiar, pulir, seleccionar repertorio y hacer un trabajo de psicología y sociología. Y a lo largo de estos tres o cuatro años te planteas muchas veces si no te habrás equivocado. Lo interesante de esto es que en este proceso ya está el cantante preparado”.
El artista ya está maduro para presentarse en un mercado que, al final, es el juez definitivo de su labor. Un mercado con huecos y necesidades que hay que tener en cuenta mientras se trabaja.
“A mí me gustaría no pensar en eso”, reflexiona Capi, “porque mis mejores trabajos los he hecho sin reparar en ello. Prefiero no pensar en el mercado. Es más importante un impulso vital que hace que los starmakers, cazatalentos o como quieras llamarnos, nos ponemos en su pellejo. Nosotros le aportamos ese pequeño conocimiento que no tiene el artista cuando empieza, esa energía que necesita para sentirse apoyado”.
Manuel Illán explica que la experiencia que ellos tienen como artistas les permite conocer qué es lo que necesitan los nuevos talentos. “Yo he estado ahí, en ese lado y, claro, reconozco las frustraciones, reconozco mi inmadurez. Hasta que no he sido capaz de darme cuenta de ciertas cosas no he podido dar al artista lo que necesita. Yo hubiese deseado una persona como Capi o como yo para sacarme lo mejor”.
Para acabar es inevitable hacer una referencia a los cambios que la tecnología ha provocado en la industria. “Internet (YouTube y las redes sociales) es un instrumento fundamental. Es una herramienta expansiva, de incorporación inmediata por parte del público. Es tan importante su integración que nos posibilita en un tiempo mínimo producir efectos que no somos capaces de imaginar”, dice Illán. Hasta tal punto que ha conseguido que, en la actualidad, el propio público se haya convertido en el descubridor de sus futuras estrellas.
Babelia
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