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La Mafia protagoniza la Mostra

Varias películas retratan los contactos del crimen organizadoen Italia con la alta política

Marcello Mazzarella, Guglielmo Rubino, Domenico Centamore y Maurizio Bologna en la película de Sabina Guzzanti.
Marcello Mazzarella, Guglielmo Rubino, Domenico Centamore y Maurizio Bologna en la película de Sabina Guzzanti.Maila Iacovelli

“¿Berlusconi podría haber formado parte de la Cosa Nostra?”, pregunta una voz en off a un exmafioso. “Tenía el carácter”. Hace una pausa y luego suspira: “Pero para formar parte de la Cosa Nostrase requiere seriedad”, responde un hombre con pasamontañas negro, sentado en la terraza luminosa y llena de plantas verdes. Las palabras salen de la boca de Francesco Di Carlo, exjefe mafioso arrepentido y actual colaborador de la justicia italiana.

La secuencia forma parte de la película La trattativa (La negociación), que combina entrevistas documentales con la intervención de actores en el rol de mafiosos, asesinos, espías, generales y procuradores de la República. Escrito, dirigido e interpretado por la actriz cómica Sabina Guzzanti (directora de Viva Zapatero), la misma que la RAI, en tiempos de Berluconi, puso patitas en la calle por el contenido de sus programas satíricos. Ha sido proyectada en la Mostra en la sección oficial fuera de concurso y acogida ayer con una lluvia de aplausos.

Hoy ningún italiano pone en duda que los atentados contra los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borselino no fueron solo obra de la Cosa Nostra. Hace 22 años, el 23 de mayo de 1992, los cuerpos de Falcone, su esposa, la también magistrada Francesca Morvillo y tres escoltas saltaron por el aire. El juez Borselino, amigo de Falcone murió en un coche bomba, 57 días después.

Fueron capturados los autores materiales, Salvatore Totó Riina —el padrino de los padrinos—, y el responsable de apretar el detonador, Giovanni Brusca. Sin embargo, se sabe que la Cosa Nostra habla de tú a tú con la cúpula política y que hubo una negociación para suavizar la cárcel a los mafiosos. Si el gobierno no torcía el brazo, la mafia no habría parado de poner bombas. Esa es la versión que se maneja de la negociación. En La trattativa, la autora inicia y concluye planteándose qué es verdaderamente la negociación: “¿Es lo que nos han dicho los mafiosos?”. “¿Es lo que nos han dicho los políticos?”.

‘La trattativa’, de Sabina Guzzanti, señala directamente a Berlusconi

Guzzanti sostiene que Falcone y Borselino fueron asesinados porque habían descubierto las conexiones de la mafia siciliana. “Falcone era un genio, admirado hasta por los mafiosos. Por primera vez, había logrado poner en dificultad a la Cosa Nostra y estaba por arrestar a todos los cómplices de la mafia: empresarios, la banca del Vaticano, servicios secretos. Había creado leyes eficaces para combatir la mafia, todavía vigentes y que la política quisiera suavizar. Borselino era su amigo fraterno y sabía todo lo que Falcone había descubierto”, explica Guzzanti a EL PAÍS.

Los atentados, sostiene Guzzanti, modificaron el rumbo de Italia. “Después de 1993, la cultura dominante es la mafiosa. Tras la muerte de Falcone y Borselino nace un nuevo partido de derechas, mientras que el partido de izquierdas deja de hacer oposición”, comenta. Y añade: “Hubo un acuerdo para obstruir la verdadera democracia, un consenso transversal para garantizar que la clase dirigente corrupta permaneciera en el poder con la misma modalidad de siempre”, afirma.

La película habla también de Berlusconi. Tres mafiosos comentan el nacimiento de un nuevo partido y de un empresario que está construyendo una nueva ciudad, que llamará Milano 2. Una alusión directa a Fuerza Italia, el partido de Berlusconi. Hace unos días, el jefe mafioso Totó Riina, preso en una cárcel de máxima seguridad milanesa desde 1993, confesó que “a nosotros Berlusconi nos daba 250 millones cada seis meses”. Lo dijo a su compañero Alberto Lorusso durante la hora de aire cotidiano, según el diario La Repubblica.

La mafia es el tema de otras dos películas en la Mostra. Como Belluscone, una historia siciliana, de Franco Maresco: Belluscone, es así como se pronuncia en siciliano el apellido del cavaliere que durante los últimos 20 años llevó el timón del país. Fuera de la competición oficial, el filme de Maresco documenta las fiestas en las plazas y los barrios populares de Palermo, donde la adhesión a Fuerza Italia es total. El amor de los sicilianos por Berlusconi es tan grande, que hasta un cantante joven ha compuesto una canción titulada Quisiera conocer a Berlusconi. Los jóvenes que retrata Maresco solo quieren ser como Berlusconi.

Elegantes, refinados, cultos y atractivos; así son los nuevos mafiosos de la ’Ndrangheta, la mafia calabrés, la más poderosa y peligrosa de todas las mafias italianas. Así son retratados en el filme Anime nere, de Francesco Munzi, a concurso por el León de Oro, recibido con 13 minutos de aplausos. Este drama es un viaje al corazón de la ’Ndrangheta, en un pueblo de Calabria. El director romano traslada al cine la novela de Gioacchino Criarco que narra la historia de tres hermanos que han crecido odiando al capo que mató a su padre. Dos emigran a Milán, el más joven y carismático (Marco Leonardi) es traficante de drogas y cuate de los narcos mexicanos. El mediano (Peppino Mazzotta) es un milanés adoptivo, universitario y burgués. Construye edificios en la capital económica de Italia con el dinero sucio del narco. El hermano mayor (Fabrizio Ferracane) decide quedarse en el pueblo cuidando las cabras y sembrando en el campo, intentando no meterse con la mafia. Pero su hijo Leo (Giuseppe Fumo) tiene sed de venganza y ganas de seguir a sus tíos. En la realidad, Fumo vive en Calabria, donde campa el desempleo y la mala vida. “No arriesguen sus vidas porque no hay trabajo. No se junten con la mafia. Busquen un futuro mejor”, pide Fumo a los jóvenes calabreses.

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