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conversaciones bárbaras

“Entiendo que los ciudadanos estén hartos de los políticos; tienen razón”

Daniel Verdú
La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes.
La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes.LUIS SEVILLANO

Cuando aquel coche embistió su moto y se fue al suelo hace justo un año, Cristina Cifuentes (Madrid, 1964) no vio pasar toda su vida en pequeños flases. Pasó, eso sí, una buena temporada en el hospital. Pero logró recuperarse y volver a su puesto como delegada del Gobierno en Madrid. Tuitea, participa en tertulias con opiniones no siempre del todo en la línea de su partido y hace mucha calle, donde se acerca a sus detractores y a sus fans, que también los tiene. Muchos ven en ella a una de las nuevas lideresas del PP. Cifuentes escurre el bulto y asegura que está muy a gusto entre las paredes de la antigua embajada japonesa que hoy ocupa la delegación del Gobierno.

Pregunta. ¿El 20 de agosto celebra su otro cumpleaños?

Respuesta. Cumplí 50 el 1 de julio. Pero para mí, el de verdad es el 20 de agosto.

P. ¿Qué recuerda de aquel día?

R. Todo lo que hice, con quién comí… en el momento del golpe pensé “qué mala suerte”. Ese día entendí que no depende de ti que no te pase nada y vi que no me estaba pasando mi vida por delante. Me di cuenta de que estaba muy mal y que no quería que se marchara el señor que me había atropellado. Enseguida le oí diciendo: “Dios mío, qué he hecho”.

P. ¿Está en paz con él?

R. Hubiera preferido que no se cruzara en mi vida, nunca mejor dicho. Pero no le guardo rencor. Me dijeron que cuando estuve en el hospital él fue y llamó. Aunque he echado en falta que me hubiera llamado cuando me he incorporado, para ver cómo estaba.

P. ¿Qué pasa al morir?

R. Pienso igual que antes del accidente, yo soy agnóstica. Solo creo que la vida siempre es demasiado corta y hay que aprovecharla lo mejor posible. Nunca sabes si volverás por la noche a casa.

P. ¿Habrá dejado la moto?

R. Sí, primero porque estoy en rehabilitación y con una vértebra aplastada. Pero a mis hijos les prometí que no me montaría otra vez en la moto. Y tengo la intención de cumplir. Me da mucha rabia; la moto me gusta mucho…

P. Lo de la intención suena muy vago.

R. Es lo que importa, como dejar de fumar.

P. ¿Ha pasado miedo?

R. Muchísimo. Pero me he vuelto más resistente. Al final lo relativizas todo, y eso es positivo. A pesar del dolor, las lesiones, la dureza de la rehabilitación, soy una persona más fuerte. La cabeza me funciona ahora muchísimo mejor.

P. Usted agradeció mucho el trato en el hospital público donde la atendieron pese a las protestas que hubo. ¿Cambió algo su forma de ver la sanidad pública?

R. No me enteré de las protestas porque en ese momento yo me estaba muriendo. Pero soy usuaria de la sanidad pública desde antes del accidente y siempre la he defendido.

P. El Gobierno regional del PP no tanto, ¿no cree?

R. El Gobierno de la Comunidad de Madrid estos años ha tratado de hacer sostenible un sistema que tenía unas carencias estructurales. Y tenemos la mejor sanidad pública de toda España y de las mejores de Europa.

P. 28.500 sanitarios menos en los últimos años. ¿Esto es sostenible?

R. Ha habido que hacer ajustes, porque la alternativa es dejar de dispensar la sanidad pública. Pero me llama la atención que se critique tan feroz a la Comunidad de Madrid cuando pretendía privatizar la gestión de algunos hospitales cuando eso se ha hecho en comunidades gobernadas por el PSOE, como Andalucía.

P. Como nueva lideresa del PP, ¿se ve más en el Ayuntamiento o la Comunidad?

R. En la Delegación del Gobierno. Lo digo de verdad.

P. Pero no estará aquí toda la vida.

R. Ya, pero no me planteo nada más. Nunca he pensado a largo a plazo. Para mí la política no es una carrera de quemar etapas.

P. Pues es la primera política sin ambición que conozco.

R. Eso me ha permitido disfrutar mucho más de lo que tengo.

P. No me diga que no le gustaría ser alcaldesa.

R. Lo que me gustaría es que el PP continúe al frente de la alcaldía y de la Comunidad de Madrid. Y el resto lo tiene que decidir el partido. No me gusta aparecer en las quinielas, porque los entornos de quienes sí quieren los puestos o de los que los están ocupando se mosquean.

P. ¿Le tocó hacer a usted el papel de la mala en el 15-M?

R. Es verdad que me tocó ese papel, porque cuando llegué a la Delegación había una situación que los responsables anteriores no habían administrado. Se había tomado la calle en sentido literal y provocaba un perjuicio enorme a los ciudadanos. Yo protejo el derecho a protestar, pero con dos requisitos: de manera pacífica y comunicándose a la autoridad gubernativa.

P. ¿Entiende que los ciudadanos estén hartos de los políticos?

R. Sí, y tienen mucha razón. Entiendo que estén hartos de los políticos porque nos perciben como parte del problema. Creen que somos una casta aparte que nos dedicamos a nuestros intereses. Y ahí está el reto: recuperar la confianza. Y la corrupción hace que la distancia sea todavía mayor.

P. Usted fue precursora antes que Pablo Iglesias de la política en tertulias televisivas.

R. Los políticos tenemos la obligación de contar al ciudadano lo que hacemos. Los medios sirven para llegar a ellos, a través de las redes sociales, pero también de la calle.

P. Usted que maneja su Twitter, y con mucha actividad, ¿no le parece una estafa una cuenta de un político que no controla él mismo?

R. Hay que diferenciar un Twitter personal de uno institucional. Pero si quieres interactuar con el ciudadano, es importante llevarlo tú mismo. Y hay muy pocos políticos que lo hagan.

P. Republicana, agnóstica, a favor del matrimonio homosexual… ¿No se ha equivocado de partido?

R. Para nada. Milito en el PP desde que era AP. Y representamos a un electorado muy amplio. No somos una secta y no tenemos por qué pensar igual de todo. Pero me consta que muchos piensan como yo.

P. Usted es el nuevo verso suelto del PP, ¿no?

R. No, nunca lo he sido. Y además soy muy disciplinada porque soy hija de militar. Tengo el sentido de la jerarquía en mi ADN. Pero los políticos tenemos que decir lo que pensamos. Tiene que haber debate.

P. Se le habrá pegado algo de la ley y el orden de la policía...

R. Bueno, yo soy su jefa [de la Policía Nacional y de la Guardia Civil] y hacemos un buen equipo. Les comprendo y les valoro. Hacen un trabajo muy difícil con una retribución muy baja. Su salario es muy inferior a la media de la policía municipal y autonómica, y es muy injusto.

P. ¿Mucha policía y poca diversión?

R. En Madrid tenemos mucha diversión, y precisamente porque hay mucha policía. Tenemos mucha seguridad ciudadana. Puede haber una vida nocturna, por ejemplo, con la tranquilidad de que haya cada vez menos delitos. Y el mérito es de la policía y la Guardia Civil.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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