Carmen de Lirio, la 'vedette' que reinó en el Paralelo de los cincuenta
Participó también en decenas de filmes y burló la censura franquista con su inteligente picardía
Carmen de Lirio, famosa vedette del Paralelo barcelonés durante los años cincuenta y sesenta, falleció el pasado martes a los 90 años. Su espléndida figura y su inteligente picardía unidas a un claro talento para el baile y la canción le dieron pronto una enorme popularidad en los escenarios, y también en el cine donde intervino en unos cuarenta filmes. Fue notable su interpretación de La pecadora, María de Magdala, (Ignacio F, Iquino, 1954), una de aquellas películas de la época que querían propagar un rotundo contenido moralista pero sin eludir el lucimiento de la belleza de las actrices lo que en cierto modo contradecía el mensaje. Eran los pulsos que el cine español mantenía contra la censura. “Entre tenues velos y melodiosos acordes vivían entregados a la lujuria rindiendo culto al despotismo de una hermosa mujer”, se decía en La pecadora donde Carmen de Lirio (doblada su voz por Nuria Espert) además de su belleza mostraba valiosas condiciones como actriz dramática. Años después lo hizo en muchas otras ocasiones: Las salvajes en Puente San Gil (Antoni Ribas, 1966), La casa de las palomas (Claudio Guerín Hill, 1971), La trastienda (Jordi Grau, 1975), Clara es el precio (Vicente Aranda,1975), Carne apaleada (Javier Aguirre, 1978)…
De verdadero nombre Carmen Forns Aznar, había nacido en Zaragoza pero tras la guerra civil sus padres se trasladaron a Barcelona donde la joven ganó con facilidad un reñido concurso de belleza siendo requerida desde entonces por pintores, toreros, futbolistas, políticos, actores…, incluso por la elegante burguesía catalana que se atrevía a descender a los teatros del Paralelo para conocerla de cerca. Incluso los curas iban a verla: “Nunca me gustaron”, confesó ella. “Yo los veía camuflarse en los palcos. Se quitaban el alzacuellos y, hala, a divertirse…" Amores no le faltaron, “pero en aquella época los hombres no se casaban con las artistas”, sólo las acosaban. Ella “atraía a los hombres como la miel a las abejas”.
La leyenda de sus amoríos aumentaba su atractivo popular en aquella España reprimida… pero también alertaba la vigilancia de los censores. Carmen de Lirio presumía de haberles burlado en muchas ocasiones y con ese lema tituló su libro, Memorias de la mítica vedette que burló la censura (2009) en el que de camino desmentía haber tenido relación con algunos políticos que la rumorología le había adjudicado como amantes: fue el caso de un gobernador civil de Barcelona en los años cuarenta. Y aprovechó el libro para desmentir igualmente a Juan Antonio Samarach: "Ese gentleman de bolsillo dice que tuvimos un affaire. ¡De qué…! Samaranch siempre me ha parecido un hombre soso".
Una de las maneras con que Carmen de Lirio seducía a los censores, además de embobarlos con su espléndida figura y su sentido del erotismo, era resolverles problemas familiares o gestionarles recomendaciones y favores. Y ellos autorizaban entonces que se bajara algo más el escote o se subiera un poco la falda. Hay quien la recuerda interpretando la canción Su noche de bodas vestida hasta el cuello pero luciendo sus piernas desnudas. “Los censores eran unos obsesos”, recordaba. Pero a veces ella no aguantaba más sus peticiones: "La asistenta me preguntaba: ¿qué les digo? Y yo, no te preocupes que ahora salgo y los echo sin contemplaciones".
Su sentido del humor quedó reflejado en algunas de sus películas y lógicamente en el teatro cuando, por ejemplo, actuaba junto a Miguel Gila. Fue una insólita profesora de baile andaluz en La ironía del dinero (Edgar Neville, 1955), o la mujer pía que admiraba al cura “por al alzamiento de hostia que hace este hombre” en Amanece que no es poco (José Luis Cuerda, 1989), o el acogedor reducto de paz y silencio que esperaba a Fernán Gómez en La vida alrededor (Fernando Fernán Gómez, 1959), o la famosísima espía en Operación Mata Hari (Mariano Ozores, 1968), junto a Gracita Morales y José Luis López Vázquez…
Carmen de Lirio significó una avanzada en aquellos tenebrosos años de la posguerra, y aunque fue en Barcelona donde obtuvo sus mayores éxitos su popularidad se extendió a toda España a través de sus discos o de actuaciones en las compañías de varietés, en ocasiones junto a otros grandes del género como Mary Santpere, el caricato Alady o el bailarín y cantante Antonio Amaya. Una gran época que ella, en buena parte protagonizó.
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