Litigio artístico entre Rusia y Ucrania
Moscú y Kiev pelean a través de abogados por los tesoros de Crimea, expuestos en un museo de Ámsterdam. El gobierno holandés no sabe a quién devolver las obras
“Déjese sorprender por el Oro de Crimea. Conozca una parte inesperada de Europa y descubra, en la belleza y misterio de sus objetos, a los diversos pueblos que habitaron esta rica región”. La presentación de la muestra Crimea: oro y secretos del Mar Negro por parte del Museo Arqueológico Allard Pierson, de la Universidad de Ámsterdam, es modélica. Atrae al visitante con la promesa de unas piezas únicas y compone unas frases de cierto tono poético. En la práctica, la realidad ha superado con creces cualquier promesa. La anexión de la península ucrania por parte de Rusia no sólo ha sumido a Kiev y Moscú en una espiral de violencia. El nuevo estatus de Crimea es rechazado por la comunidad internacional y la muestra ocupa ahora a abogados rusos, y holandeses, que estudian con lupa el contrato original de cesión firmado por cinco museos ucranios, cuatro de ellos abiertos en Crimea y uno en Kiev.
“Si bien la decisión final es nuestra, tenemos juristas de la universidad metidos a fondo en el análisis del acuerdo original. Es una situación totalmente distinta. Todo ha cambiado con la anexión de Crimea. Hubo un pacto entre unas partes concretas para que trajeran la exposición y ahora nada está claro”, señalan los portavoces del Allard Pierson. Ellos preferirían centrarse en los aspectos artísticos de unas obras únicas “de la Antigüedad Clásica, que merecen la pena al margen de lo ocurrido”. Para sus abogados, la clave de la devolución radica en los detalles de un convenio que también ocupa al Ministerio de Asuntos Exteriores. En junio, su titular, el socialdemócrata Frans Timmermans, negó que la decisión ya hubiera sido tomada a favor de Ucrania y que las obras fueran a regresar a Kiev. A finales de agosto, elevará una carta al Parlamento sobre el particular, pero, entre tanto, afirma: “El asunto concierne al museo de Ámsterdam”.
Los letrados estudian hoy con detalle el contrato de cesión de obras original. La muestra del museo Allard Pierson cerrará a finales de agosto
Nada más lejos de la realidad, según Moscú. Desde principios de julio, el Gobierno ruso cuenta con la asesoría de un despacho de abogados “de reconocido prestigio, que velará por nuestros intereses en caso de que no haya acuerdo”. “Esperamos no llegar a ese punto”, ha dicho Vladimir Medinski, ministro ruso de Cultura, a la agencia rusa Interfax. El político espera que Holanda no aborde la situación “desde un estrecho punto de vista político sino desde la ley”, puesto que la mayoría de los museos propietarios de la colección están en Crimea. Sus directores también han expuesto sus razones en una misiva remitida a su colega del Allard Pierson, y al rector de la universidad de Ámsterdam. Firmadas por los responsables del Museo de la Taúrida, Museo de Historia y Arqueología de Kerch, Museo de Bachjisrái y Museo Nacional de Chersonesos (en Sebastopol), enumeran el derecho que les asiste para recuperar obras procedentes de los pueblos escitas (de origen iranio), cuyos trabajos en el denominado Oro de Escitia son legendarios, además de hunos y godos.
“Aunque el contrato señala que las piezas pertenecen al patrimonio cultural de Ucrania (...) la cláusula 2.2.1 estipula que sean remitidas a los museos de Crimea. En cuanto a la expresión territorio de Ucrania (...) no se refiere al lugar de llegada de las obras, sino a los detalles relativos a los seguros y documentos de transporte necesarios para que entren de nuevo en suelo ucranio”, dicen los cuatro directores en su carta. En otro pasaje, recuerdan que los hallazgos arqueológicos “se produjeron en Crimea y en ninguna otra sede administrativa de Ucrania y guardan relación directa con las antiguas culturas que dejaron sus huellas en la península”. También añaden que “la República Autónoma de Crimea, o bien museos y centros de investigación de la Federación Rusa, subvencionaron directamente las excavaciones”. Asumiendo que los objetos de la muestra les pertenecen, animan a sus colegas holandeses “a negociar lo antes posible con ellos en caso de duda”.
El presidente ruso, Vladimir Putin, firmó el pasado 18 de marzo el acuerdo bilateral en virtud del cual la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol eran acogidas en el seno de la Federación Rusa. En abril, la Duma (Parlamento ruso) intervino en la polémica cultural subrayando que la colección debía regresar “al lugar de donde salió”. Sergei Naryshkin, su presidente, contestaba de este modo a Yevhen Nishchuk, el ministro de Cultura ucranio, que calificó de “asunto de seguridad nacional” mantener la propiedad de las obras en litigio. Para entonces, la exposición, dedicada a una región que llegó a abarcar el sur de Rusia y Ucrania, el norte del Cáucaso y el Bajo Danubio, llevaba abierta 11 días escasos en la capital holandesa. La muestra estuvo primero en Alemania sin sobresaltos políticos. A finales de marzo, sin embargo, el público preguntaba ya en Holanda con igual interés por el catálogo y por el futuro del casi millar de objetos de enorme belleza expuestos.
Hay, entre otros, cascos y espadas con su vaina de oro, broches de cristal y figuras en forma de camello, también de oro. Sin olvidar tres cajas de laca chinas de la dinastía Han, de hace 2.000 años, traídas por la Ruta de la Seda. Ante la gran respuesta popular, la sala ha conseguido prolongar la cesión —que expiraba en junio— hasta el próximo 31 de agosto.
Babelia
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