¿Adónde se fue el verano?
La semana de hombre de Milán cierra su cita centrada en ampliar su oferta a lo invernal y multiplicar las ventas
Podemos atribuirlo al capricho comercial, al cambio climático o a que cuando en unas partes llega el calor, en otras hace frío. La cuestión es que las colecciones de verano, en su voluntad de atender al mercado global, se alían cada vez más con prendas clave de abrigo. Es como si todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo en reclamar una temporada transversal de primavera-otoño.
Lo vimos hace unos días en la semana de la moda de hombre de Londres, lo hemos visto en Milán, que estos días tomaba el testigo, y continuará en la de París, que arranca hoy. Este triunvirato reparte muy bien sus funciones: si Londres se asigna el riesgo y París el estilo, Milán carga el peso de haber inventado la industria.
Consciente de la dura competencia y de la alargada sombra de la recesión que también se proyecta en el sector textil, la directora de la Camera della Moda, Jane Reeve, que ocupa el cargo desde septiembre, declaraba en una entrevista reciente a The telegraph: “Tenemos que convertir nuestra pasarela en un evento más divertido, recuperar la emoción”.
De fondo, la realidad de los números: desde que Hedi Slimane le diera un empuje con Dior Homme hace casi tres lustros, el armario varonil ha tomado la delantera al femenino en algunos mercados. Prada, por ejemplo, anunció que sus beneficios del primer cuarto de 2014 estaban un 19% por debajo de sus expectativas, pero que en el sector hombre aspira a casi doblar las ganancias en los próximos años, elevándolas a unos 1.500 millones de euros y sumando otras 50 tiendas solo para ellos a las 30 que ya tienen.Con su infalible olfato, Miuccia Prada orquestaba un desfile mixto, con chicos y chicas, donde el denim, el tejido más democrático, adquiría el estatus de prenda de lujo. Esta vez nada de futurismos: sus patrones y hechuras partían de finales de los sesenta, probando que hoy le resulta más rentable y menos arriesgada comercialmente la apuesta por el vintage que cultivaba antaño que por su más reciente deriva futurista.
En estos días, cada marca parecía estar llamando a su target a voces: Gucci al rico ostentoso, Armani al hombre funcional, Calvin Klein Collection al sport afterminimal, Bottega Veneta al chandalista ilustrado, Salvatore Ferragamo al nostálgico detallista, Etro al colorista osado, Diesel Black Gold al rockero domesticado, Dolce & Gabbana al fantasioso radical y Donatella Versace al adicto al gimnasio atrapado en una eterna fiesta toga.
Esta última optaba por un verano eterno y descamisado, pero en el resto de las propuestas raro era no ver un amplio despliegue de cazadoras, chaquetones, parkas, marineras, gabardinas... En general todo más holgado, pero con tanta capa que cabe preguntarse: ¿dónde está el verano? La respuesta, aunque haya incluso quien introdujera botas de montañero, está en las sandalias aleta (armadas y maximizadas) o las bermudas holgadísimas.
Tod’s, a pesar del pragmatismo puro y duro de su producto, recogía ese guante de hacer de esta cita algo más divertido al sustituir el desfile por un happening con los modelos interactuando en un imaginario salón de casa. Women’s Wear Daily recogía que el grupo Tod’s (poseedor también de Hogan, Fay o Roger Vivier) había cerrado el primer trimestre con una bajada en las ventas del 13,3%. Su presidente, Diego Della Valle, ha fichado al pujante talento de Andrea Incontrini como director creativo para desempolvar las cuentas y las creaciones clásicas de la firma.
Ermenegildo Zegna ya emprendió ese camino hace un par de años, recogiendo a Stefano Pilati, caído de Yves Saint Laurent, que está llevando a la firma por el camino de la contemporaneidad bien entendida. Más allá de su aplaudida colección, las cifras le van dando la razón. Según contaba hace un par de semanas Gildo Zegna, su director ejecutivo, “más del 90% de las ventas de la firma provienen de la exportación, con China como primer mercado”. The Business of Fashion cifraba sus beneficios de 2012 en 1.260 millones de euros, y sus tiendas en más de 500, lo que la convierte en la marca de hombre de alta gama más grande del mundo. En el desafío global de vestir a esos nuevos hombres que se han bautizado como yummies (o young urban males, los jóvenes urbanos obsesionados con sus aspecto que han sustituido a los yuppies), todos quieren su pedazo. Pero pocos están tan autorizados para comandarlo como el mercado italiano. La guerra se sigue librando.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.