El nuevo Jude Law
Sucedáneo de poca enjundia de los trabajos de Guy Ritchie, 'Dom Hemingway' se diluye pronto y se alarga en demasía
La carrera de Jude Law, previa alopecia galopante que le está obligando a intentar encontrar una nueva imagen señera (o no, que para eso es actor), puede que esté marcada a partir de ahora por el plano fijo de casi cuatro minutos con el que se inicia Dom Hemingway. En él, Law, otrora guapo oficial del cine británico y parte del estadounidense, suelta un parlamento sobre la grandeza, en todas sus vertientes, de su polla (decir aquí pene, con semejante tono de secuencia, sería una irreverencia a la inversa), mientras alguien le hace una felación. La barriga cervecera, la pinta rastrera y el buen texto que lo acompaña, junto a su habitual potente interpretación, hacen presagiar lo mejor para la película de Richard Shepard, pero la ilusión no dura mucho más.
Sucedáneo de poca enjundia de los trabajos de Guy Ritchie, con su desaforada violencia con toques de comedia negra, y de la estética de la pesadumbre sangrienta de las de Nicolas Winding Refn, Dom Hemingway se diluye pronto, y sólo un puñado de imágenes sueltas (una cámara lenta por el aire tras un accidente de coche, ciertos guiños de Law) la sacan de un ritmo muy plomizo, provocado sobre todo por una torpe graduación de la secuencia, que puede provenir del guión, pues se alargan en demasía, pero que tiene su base en una continua reiteración en la puesta en escena. Que una película esté cerca de tener poco más de diez secuencias no tiene por qué ser malo. Siempre que no dé la impresión de que a cada una de ellas le sobran diálogo, planos y condescendencia.
DOM HEMINGWAY
Dirección: Richard Shepard.
Intérpretes: Jude Law, Richard E. Grant, Demian Bichir, Kerry Condon, Emilia Clarke.
Género: comedia. R U, 2013.
Duración: 93 minutos
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