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El disco perdido de Tete Montoliu

Rescatado un álbum de canciones catalanas grabadas al frente del trío más querido por el pianista

El pianista de jazz Tete Montoliu.
El pianista de jazz Tete Montoliu. ANTONIO ESPEJO

A su muerte hace 17 años, Tete Montoliu dejó un importante legado musical cuyo recuerdo parece haber diluido el paso del tiempo. Hoy, muchos de sus discos son difíciles de encontrar. Alguno incluso desapareció sin dejar rastro. Catalonian Rhapsody se publicó en 1992 solo en Japón en el sello Alfa Jazz y estuvo a la venta durante un periodo muy corto. Casi inmediatamente se convirtió en una rareza. La también japonesa Venus acaba de rescatarlo de las profundidades de los archivos, con un sonido francamente mejorado. La distribuidora barcelonesa Distrijazz lo ha traído hasta las tiendas (pocas, pero alguna queda).

Grata noticia; se trata de un álbum magnífico que refleja fielmente una de las facetas que al pianista más agradaban: su apego por la música tradicional y popular. Catalonian Rhapsody incluye ocho temas de los que cuatro pertenecen al folclore catalán, El cant dels Ocells, La dama d’Aragó, La cançó del lladre y Els Segadors, presentado en la contraportada original simplemente como Catalonian National Anthem. El disco se completa con un original de Montoliu, dos temas de Joan Manuel Serrat (una soberbia versión de Paraules d’amor y El meu carrer) y otro vasco.

Alfa Jazz fue una pequeña discográfica de Tokyo creada en 1989 por Makoto Kitama y Tetsuo Hara. Cuando en 1994 fue absorbida por una filial del grupo EMI, sus pocas ediciones quedaron en el olvido. Aprovechando el creciente gancho que la marca Barcelona tiene en Japón y la polvareda que se ha desatado con el proceso soberanista, Hara ha decidido rescatar esta grabación en su nuevo sello Venus.

Se trata de un álbum magnífico que refleja fielmente una de las facetas que al pianista más agradaban: su apego por la música tradicional y popular

Ya fue el productor original de la sesión, grabada en unos estudios barceloneses en una tarde de marzo de 1992. El propio Hara se desplazó hasta una Barcelona en plena euforia preolímpica para supervisarla, aunque interrogado al respecto por correo electrónico sus recuerdos son mínimos. Lógico: Tete no solía parar mucho dentro de un estudio de grabación, exactamente lo que duraba el minutaje del disco sin repeticiones de ningún tipo, y no daba lugar a otra anécdota que la de entrar, tocar y salir. Y más en aquel momento en el que el trío con el que realizó la grabación se estaba prodigando por toda Europa hasta crearse entre ellos (Montoliu, el contrabajista holandés Hein Van de Geyn y el batería de Nueva Orleans Idris Muhammad) una química muy especial en la que sobraban las palabras y los ensayos (nunca practicaban juntos, de hecho).

En el libro Tete, casi una autobiografía, el pianista afirma sin tapujos: “Me gustan muchos contrabajistas y baterías, pero si tuviera que escoger un solo trío de los muchos que he tenido me quedaría con el formado por Hein Van de Geyn e Idris Muhammad”. Un trío que tocó mucho en directo (Tete recordaba con cariño varias veladas de ese mismo 1992 en el madrileño Café Central) pero, desgraciadamente, grabó poco. Además de este disco solo ha quedado otro realizado meses después en la recordada (y llorada) La Boîte barcelonesa (Music for Anna) en el que vuelven a interpretar La dama d’Aragó en una versión diferente.

No es raro que Tete recurriera en ambos casos al folclore catalán, en realidad fue siempre una de sus debilidades. Ya había grabado El cant del Ocells en 1965 junto a Booker Ervin y en trío en 1969 en un disco que incluía otras canciones tradicionales junto a temas de Serrat, otra de sus debilidades musicales. Y así seguiría durante toda su carrera: alternando estándares jazzísticos con melodías catalanas y canciones de Serrat. Hace pocos días Serrat le daba las gracias públicamente por haber sabido encontrar la música que encerraban sus canciones. Igual había sucedido con temas tan emblemáticos como Els Segadors que, sin desvirtuar su esencia, supo llevar a terrenos insospechados. Tete recordaba: “Prácticamente no he tocado nunca Els Segadors en público. Fuera de Cataluña no entenderían el significado que tiene para nosotros. El resto de temas tradicionales y los de Serrat los toco a menudo por todo el mundo. El público reacciona siempre muy bien, con mucho respeto. No creen que originalmente no sean temas de jazz”. Tete recordaba emocionarse al tocarlos. “Entre el resto de músicos sucede igual, los que suelen tocar conmigo me piden constantemente esos temas porque ellos también se emocionan al interpretarlos. Es la mismo emoción que siente un negro cuando canta un blues”.

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