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Alfred Pacquement: “El mercado impide a los museos ampliar sus colecciones”

El director honorario del Centro Pompidou advierte de que una fiscalidad favorable es imprescindible

Iker Seisdedos
Alfred Pacquement, en CaixaForum de Madrid.
Alfred Pacquement, en CaixaForum de Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

Dadas las circunstancias (“disminución de las asignaciones públicas a museos en los países europeos” y “evolución desbocada de los precios que rigen el mercado del arte especulativo e inflacionista”) se hace más necesaria que nunca la sensibilidad fiscal por parte de las autoridades, opina Alfred Pacquement, director ejecutivo del Centro Pompidou durante 13 años hasta diciembre de 2013, fecha desde la que ocupa un puesto honorario en el museo nacional francés. “No se trata solo de incentivar el mecenazgo directo, sino también de reservar altos tipos de desgravación para las daciones de obras en pago de impuestos”. A saber, en Francia, hasta un 90% para las piezas consideradas “tesoros nacionales” por su "alto valor artístico” en el caso de las empresas. Y un 66% si hablamos de particulares. “Solo así, recurriendo a incentivos impositivos, un museo de arte moderno y contemporáneo podrá hacer su papel de custodio de la cultura”.

El gestor, uno de los más influyentes del arte en Europa de las últimas décadas, que antes estuvo al frente del Jeu de Paume y fue secretario general de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura y director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, ha ofrecido sendas conferencias bajo el título Adquisiciones, daciones y donaciones. El ejemplo del Centro Pompidou en las sedes de Caixaforum de Barcelona y Madrid, de la mano de la Fundación Arte y Mecenazgo, que trata de impulsar el coleccionismo en España apoyada por la Obra Social “la Caixa”. Y claro, las comparaciones resultaron odiosas: mientras aquí la tan ansiada Ley de Mecenazgo continúa siendo una promesa electoral del PP sin cumplir, las desgravaciones por estos conceptos siguen en torno al 30%. “Los museos siempre han sido receptores de obras donadas por coleccionistas privados, y solo una política adecuada permitirá que así siga siendo”, afirma Pacquement. “Solo así es posible para un centro como el Pompidou trabajar en esta coyuntura de crisis. La situación actual del mercado impide a los museos ampliar sus colecciones”.

Pacquement también se ha referido durante un encuentro con la prensa en la sede madrileña al acuerdo del Pompidou con el Ayuntamiento Málaga. “No he participado directamente en las negociaciones, pero se trata de un pacto conveniente entre las partes que se irá renovando cada cierto tiempo, uno o dos años. Aunque, que yo sepa, no hay actualmente ninguna institución en el extranjero que lleve el nombre del Pompidou. Sí les puedo decir que no creemos en el sistema de las franquicias. En el caso del Pompidou Metz [sucursal al norte de Francia del museo nacional] se trata más bien de un satélite autónomo, con su propia programación y su propio patronato. Es importante que nuestras colecciones se vean en las regiones. También participamos en el programa del Louvre Abu Dabi, como parte de los museos nacionales franceses”.

¿Y no se corre con estas aventuras extraterritoriales el riesgo de caer en la colonización cultural? “Las colecciones de arte de los museos europeos de la primera mitad del siglo XX son insuperables. Ningún magnate de ninguna parte del mundo por mucho dinero que tenga podrá completar una colección de picassos o brancussis digna del Pompidou. Por esa razón creo que es positivo compartir esos tesoros con esos países emergentes”, opina. La incógnita es saber entonces cómo accederá el público en el futuro a las obras, sobre todo contemporáneas, que ahora se venden, dado el imparable crecimiento de los precios en subastas, por sumas que las dejan fuera del alcance de los centros públicos. “Yo no me preocuparía demasiado por eso. Las grandes colecciones privadas siempre han acabado en los museos, al alcance de todos, y no opino que eso vaya a cambiar en el futuro”.

El gestor francés tampoco cree que esa actividad nerviosa que caracteriza al mercado en los últimos tiempos tenga visos de tranquilizarse. “Siempre advierten de que la burbuja va a estallar, pero nunca lo hace. Ahora hay enormes fortunas, más que nunca, que contemplan las obras de arte como bienes refugio o como algo con lo que especular. Eso obliga a los museos a fijarse en las zonas menos competitivas del mercado, en territorios menos especulativos. No queda otra que quitarse de en medio en esa escalada de precios y tratar de atraer a esas fortunas por medio de fundaciones o desgravaciones fiscales”.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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