El Carnaval de Panamá combina política electoral y jolgorio callejero
Los panameños acuden puntuales a la cita anual con su principal fiesta y paralizan el país
El cóctel de los carnavales en Panamá es ardiente. La fiesta es mezcla de una variedad de ingredientes: fuegos artificiales, política electoral, baile, música y abundantes ofertas callejeras de ron, vodka, whisky, cerveza y otras bebidas espirituosas, en un escenario de congestionamiento vial y alertas por noticias de apariciones de casos de dengue y de cuadros de intoxicación.
La tradicional fiesta panameña del Rey Momo—la figura que en diversas partes de América Latina y el Caribe es considerada como la soberana de los carnavales—comenzó el 28 de febrero por la noche y concluirá el martes 5 de marzo, aunque en 2014 - al igual que sucede cada cinco años - el festejo coincide con la campaña electoral. Panamá acudirá a comicios generales el próximo 4 de mayo para elegir presidente, vicepresidente, legisladores y autoridades municipales, que asumirán el primero de julio de este año y ejercerán sus cargos hasta julio de 2019.
“Los carnavales paralizan todo el país”, dice la empresaria panameña Érika Nota, copropietaria de PR5, una firma de relaciones públicas y mercadeo de Panamá. “Si hay una fiesta que el panameño de verdad disfruta es el carnaval, tanto en el interior como en la capital. Este año se llaman Carnavales de la Metrocity, que son los de la capital. También hay un éxodo de personas hacia el interior a disfrutar de estos cinco días”, relató, al ser consultada por EL PAÍS.
“Esta es la fiesta que más disfruta el panameño”, dijo. La celebración comenzó en la capital el viernes cerca de las 21:00 horas con la coronación de la Reina, mientras que en el interior se inició poco antes de la medianoche. “Y arranca el jolgorio, la música, la diversión. Tenemos un excelente clima, un buen ambiente, hay un sol radiante en todo Panamá que acompaña esta fiesta tan alegre y tan autóctona de nosotros los panameños”, describió Nota, al explicar que aunque los carnavales concluyen el próximo martes, con la costumbre popular del entierro de la sardina, en la realidad van terminando al día siguiente, que es Miércoles de Ceniza.
“Se acaban los carnavales y todo el mundo vuelve a su rutina diaria… Algunos retornan a los trabajos el miércoles, pero la gran mayoría regresan el jueves a sus labores”, relató.
Mecido por una agitada y creciente economía de servicios insertada en la cintura de América con los emblemas de zona libre de comercio, centro bancario internacional, plataforma global de sociedades anónimas y canal interoceánico, el istmo de Panamá es un creciente destino del turismo mundial.
Como atractivo destino por su oferta ecológica y por sus playas, montañas y volcanes, Panamá también atrapa por ser una tierra que arrastra un viejo historial de crisol de razas—chinos, árabes, japoneses, latinoamericanos, estadounidenses, españoles, turcos, rusos, judíos, indios, europeos, asiáticos, africanos—y de enorme bazar social y económico, como pasadizo del norte al sur y del este al oeste, en un ir y venir en ambas vías.
En estos días, por las calles panameñas fluyen ríos de licor y de propaganda política, con desfiles, bailas, comparsas y celebraciones que varían, según la zona. El Ministerio de Salud de Panamá confirmó que ha habido varios casos de dengue atendidos en varios hospitales.
Las festividades incluyen “mojaderas” o “culecos” en sitios públicos con camiones cisternas que rocían agua en medio de bailes y desfiles de disfraces.
Los carnavales capitalinos cumplieron su primer centenario en 2010, aunque la fiesta se propaga al resto del país. Según datos históricos, la actividad se remonta al siglo XVII en el interior.
Cada región “tiene sus propias tradiciones y costumbres, y se han ganado el respeto entre los panameños”, publicó el periódico La Prensa, uno de los principales de Panamá. En la centro—occidental provincia de Penonomé, por ejemplo, el origen del carnaval es acuático y “está arraigado a las costumbres de los indígenas que utilizaban cayucos” para navegar por el río Zaratí, uno de los principales de esa zona, precisó.
“El lujo, esplendor y donaire se convierten en las tres palabras más sonadas, por los protagonistas de los carnavales en el interior de la República. No es un trabajo de un día ni semanas. Es una labor realizada a lo largo del año en la que hasta el más mínimo detalle es cuidado celosamente: reinas, vestuarios, tonadas, tamboritos, tunas, disfraces, maquillaje, fuegos artificiales, abanderados, banderas, carruajes, culecos (baños de agua) y murgas”, agregó el rotativo.
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