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“El celuloide es algo mágico que los que hacen cine con ordenador se pierden”

El realizador británico Ken Loach recibe esta noche en la Berlinale el Oso de Oro de honor por su carrera

Gregorio Belinchón
Ken Loach en Berlín, preparado para recibir el Oso de Oro honorífico.
Ken Loach en Berlín, preparado para recibir el Oso de Oro honorífico. Getty Images

A pocas horas de recibir el Oso de Oro por toda su carrera, una colección prodigiosa de buenos títulos, una defensa constante de sus ideas que le ha llevado, por ejemplo, a nunca saltar a Hollywood, al contrario que todos sus homólogos británicos, el director Ken Loach (Nuneaton, 1936) ha conversado con los periodistas de la Berlinale sobre sus películas y su visión de la vida, sobre la coherencia de un trabajo apasionante y necesario.

Loach desgranó su método de trabajo, su colaboración de años con Rebecca O’Brien y Paul Laverty, que estaban presentes en la primera fila de los asientos de la prensa. Con su habitual apariencia de fragilidad y su sonrisa fácil, el cineasta explicó que la escritura de guiones, y en general el proceso de creación de una película, es una actividad colectiva. “Primero, tenemos grandes conversaciones entre Rebecca y Paul. Charlamos de muchas cosas. Paul escribe los personajes, hablamos, Paul prepara el primer borrador, charlamos. Es un proceso largo. Que sigue porque Rebecca y Paul están presentes en la selección del reparto, van al rodaje e incluso asisten al montaje. Además, cualquier hecho afecta al proceso: desde que llueva un día en el rodaje o que un actor no esté bien. En un rodaje pasan cosas. En ese proceso es muy fácil que te distraigas y pierdas de vista el núcleo, la idea primigenia, porque hay tantas opciones que te puedes despistar. Por eso, uno es fácil que se distraiga, pero si somos varios los involucrados, no va a pasar”.

El cineasta hablo de las películas como viajes, cuando le preguntaron si su cine podía sentirse como un resumen de la historia de Reino Unido. “Cada película es un viaje, muchos pasan en Irlanda o Escocia, los personajes que escribe Paul cuentan pequeñas cosas que pasan en un microcosmos. Y de ahí extrapolas”. ¿Y no piensa en retirarse? “Quedan muchas historias todavía y mucho que contar”. Hablando de ese retrato de su país, Loach confesó la importancia de tener bajas ambiciones y de no esperar que el cine provoque cambios políticos: “Hay una curiosa paradoja. Cuanta menos ambición tengas, más lograrás cambiar las cosas. Por ejemplo, en 1966 filmé para televisión Cathy coming home, dentro de la serie The Wednesday play. No tenía ninguna ambición social, solo quería contar una historia. Y acabó provocando un cambio legislativo enorme. Hay grandes temas, pero cuanto más grande sea ese tema que quieres tratar en el cine, más difícil será un pequeño avance. Porque esa gran voz la taparán los ruidos, pero una pequeña voz llegará más lejos”.

Sobre Europa, y su futuro, Ken Loach dejó claro que mientras la Unión Europea esté en manos de los neoliberales y de las grandes corporaciones, todo seguirá igual: “Fíjense en Grecia, con como esos lobbies han empujado a cambios desastrosos. Es intolerable que se hagan cosas así. Los neoliberales han destrozado con sus privatizaciones y sus movimientos esa idea inicial de colaboración, no de competición, entre países, que motivó la creación de la Unión Europea”.

De su carrera le preguntaron por Lloviendo piedras, aquella visión de la Inglaterra de Thatcher, “que desgraciadamente sigue vigente”; y de Looking for Eric: “Cantona era un tipo muy colaborador”, y contó entre risas varias anécdotas de aquel rodaje. De su nueva película, ‘Jimmy’s Hall’, biografía del activista irlandés de los años treinta Jimmy Gralton, que tiene toda la pinta de estrenarse en el próximo Cannes, explicó la curiosa participación de Pixar en el filme: “Rodamos en película de 35 milímetros y monté con ella, algo que ya nadie hace porque la edición se realiza hoy en día en AVID. Eso significa que éramos los últimos involucrados en un proceso parecido, que ya nadie nos podía suministrar material. Y justo pasó eso: nos quedamos sin la cinta que se usa para marcar los sonidos. La noticia saltó a las redes sociales y desde Pixar nos enviaron esa cinta, y un dibujo. Fueron muy amables. Trabajar con celuloide tiene algo mágico que la gente que hace cine con ordenador se pierde”.

Tras dejar claro que desde luego existe una posibilidad muy real de que Escocia abandone el Reino Unido, comentó sobre el futuro del cine. “Nunca desaparecerá. Ese momento de que se apaguen las luces, se encienda la luz y tu imaginación es retada no tiene parangón. En casa te pones una taza de té, contestas el teléfono… El cine en las salas, por las mismas razones que el teatro, nunca se acabará. Seguirá, porque sigue gustando”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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