Las dos actrices que protagonizaron la gala de los Goya
Terele Pávez gana una estatuilla por su interpretación de reparto en 'Las brujas de Zumarragurdi' y Marian Alvárez, por 'La herida'
MARIAN ALVÁREZ, Mejor actriz protagonista
Un papel al límite
Es difícil encontrar a una actriz con más premios y menos películas en su carrera. El Goya a la mejor interpretación femenina para Marian Álvarez (Madrid, 1978) por su papel de una conductora de ambulancias con trastorno bipolar en La herida reconoce un trabajo hecho sin red, al límite, de los que te hunde o te encumbra, sin término medio. Marian Álvarez ha desarrollado casi toda su carrera en televisión, en series como Hospital central.
Su aspecto frágil encajaba en la idea de Fernando Franco, director de la película: “Saqué el personaje gracias a Fernando. Con otro director no hubiera podido llegar a esos límites. Tenía la sensación de saltar de un avión y saber que el paracaídas se iba a abrir por eso, porque era Fernando. Pero el riesgo mola”. Ha sido probablemente la primera vez que Marian Álvarez fue la primera opción para un proyecto: “Te llega un guion así y solo puedes decir: ‘Gracias, vida’. Cuando lo recibí, pensé que él solo quería que le echara un vistazo y pensé: ‘¿Quién irá a hacer esto?’. Me parecía dificilísimo. Le respondí que era impresionante y Fernando me soltó: ‘Era por si te apetecía hacerlo’. Empecé a buscar una cámara oculta, porque parecía una broma. Imagínate. Y lo agarré y no lo he soltado hasta ahora. En correspondencia a esa confianza, he hecho todo lo que he podido por el personaje”. Es el fruto de una carrera tan de fondo que, para muchos, Marian Álvarez estaba desaparecida para la gran pantalla.
¿Y qué se hace tras encarnar a alguien como Ana? “Yo pensaba que era capaz de dejarme los personajes en el rodaje y no llevármelos a casa. Pero Ana ha seguido conmigo mucho tiempo y ahora ha vuelto a aparecer. Hablo de Ana y curiosamente sigue sobrevolándome. Acabé el rodaje y la echaba de menos. Tanto que seguí investigando a posteriori. Sufrí de síndrome de Estocolmo. Yo la quiero mucho y merecía la pena ayudarla. No he llegado a casa y me he autolesionado, pero ahí estaba. Sé que no puedo curarla, ni saldar mi cuenta con ella”, contaba tras ganar la Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián. A Ana solo le ha faltado traer una última alegría: a Marian Álvarez no le han llegado ofertas de películas desde aquel día.
TERELE PÁVEZ, Mejor actriz de reparto
Sesenta años de cine
Su triunfo fue uno de los momentos más emotivos de la noche. “Tengo 74 años, y llevo en esto unos 60. Y todos esos años, queriendo la profesión”. Era un goya tan cantado como merecido. Porque Terele Pávez, de nombre real Teresa Marta Ruiz Penella, sigue trabajando, y mejor un premio en activo que el de Honor. Pávez ha estado en grandes películas, pero su última etapa es deudora del cine de Alex de la Iglesia (a quien recordó ayer en el momento de salir al escenario, presa de la emoción, a recoger su premio): de sus cinco candidaturas al premio de cine español, las últimas tres han sido en el siglo XXI gracias a películas del director de Bilbao, ciudad en la que Terele Pávez también nació, aunque se crió en Madrid.
La veterana actriz ha tenido una carrera tapada durante mucho mucho tiempo por el fulgor de una de sus hermanas, Emma Penella. La tercera es Elisa Montés, madre de Emma Ozores. De familia con coleteos artísticos, su abuelo era Manuel Penella, el compositor de El gato montés. Y Terele siguió los pasos de sus hermanas. Su aspecto duro, su voz desgarrada, aguardentosa, ha marcado todas sus interpretaciones.
Terele Pávez debutó en el cine con tan solo 12 años, en Novio a la vista, de Luis García Berlanga. Pasó bastantes años con teatro y series de televisión (Cañas y barro, Fortunata y Jacinta...), hasta que llegó Los santos inocentes, de Mario Camus. Porque ese físico rotundo parecía nacido para un personaje como el de Régula, de una dureza física y psíquica. Ese papel le dio para una temporada de buenas películas, como Réquiem por un campesino español. Sin embargo, su fama de difícil, probablemente porque nunca se dejó pisar, la alejó del cine hasta que Alex de la Iglesia la buscó para El día de la bestia (repetiría en La comunidad).
Hoy ha superado perjuicios, ha dejado atrás falsos escándalos, ha acumulado premios de la Unión de Actores y ha vuelto al teatro con El cojo de Inishmann, dirigida por Gerardo Vera. Su fiereza, su independencia y su idiosincrasia deberían de ser guía para las nuevas generaciones.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.