Aprender a jugar en la alfombra roja
La apuesta por diseñadores españoles ataja la eterna polémica sobre la presencia de moda nacional en la gala de los Goya Las mujeres demuestran conocer mucho mejor las reglas de estas ceremonias que sus colegas masculinos
Estos días se habla de una cierta revolución en la alfombra roja a partir de la protesta de Cate Blanchett sobre la dispar atención que se presta al atuendo de hombres y mujeres en las ceremonias de entregas de premios cinematográficos. La australiana interpeló a un cámara en la gala de los SAG y el gesto ha encendido la interminable temporada de premios, en la que siempre se agradece una polémica. La cuestión no deja de tener sus aristas ya que esa diferencia de interés resulta también altamente beneficiosa para las intérpretes. De hecho, la noticia coincide con otra de signo inverso. Numerosos medios se han hecho eco de las supuestas negociaciones entre Jennifer Lawrence y Dior para renovar el contrato por el cual la actriz estadounidense viste casi exclusivamente ropa de la firma francesa en estas lides. Se habla de que Lawrence podría cobrar entre 15 y 20 millones de dólares por tres años más de vínculo.
La situación de la compleja y lucrativa relación entre moda y cine en España está, obviamente, a años luz de todo esto. De hecho, apenas estamos al principio del camino, tras años en los que la industria cinematográfica parecía orgullosa de exhibir su distancia con los diseñadores y su aparato publicitario. Las cosas han cambiado y la gala de entrega de los premios Goya de anoche apuntaló la tendencia al alza en la profesionalización del binomio actores y trajes. Por desgracia, más en lo que respecta a puntuales notas de prensa y a estilismos no disonantes que a propuestas con auténtica personalidad e interés. Estamos todavía en la fase de gateo, esa en la que muchas se apuntan a lo seguro para no tropezar. Traducido, imperan las referencias al cine clásico, las plumas y los vestidos en tono maquillaje (sobre todo, si los firma el libanés Zuhair Murad).
Otra cosa en la que la industria del cine español parece haberse aplicado ha sido en atajar la eterna polémica sobre la cantidad de diseño español que se ve en los Goya. La Academia se afana en publicitar su colaboración con la Asociación Creadores de Moda de España (ACME) y, en el caso del presentador Manel Fuentes, se hace una deliberada declaración de principios con un vestuario repleto de firmas nacionales, de Roberto Verino a Baruc Corazón, pasando por Adolfo Domínguez o Caramelo. Aunque parece complicado defender que haya una estrategia cerrada en el caso de todos los demás, este año las firmas nacionales consiguieron hacerse con más de un codiciado hueco. Como el año pasado, Lorenzo Caprile volvió a ser el nombre más repetido de la noche al vestir a Belén Rueda, Marta Etura, Macarena Gómez y Aitana Sánchez-Gijón, entre otras. Marcas como Delpozo, Dolores Promesas, Iván Campaña, Miriam Ocáriz, Jorge Vázquez o Alfredo Villalba también disfrutaron de su cuota de protagonismo gracias a Leticia Dolera, Paula Echevarría, Inma Cuesta, Marian Álvarez, Ana Fernández o Manuela Vellés. Un dato para el análisis: ninguna de esas firmas participa en la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week, teórica gran cita de la moda española, que empieza el próximo viernes.
Lo que no se puede negar es que los hombres siguen siendo la gran asignatura pendiente del cine español en estos bretes. Y eso que cerca de una docena de actores se pusieron en las expertas manos de Armani, mientras que los hermanos Bardem y Eduardo Noriega confiaron en la solidez de Gucci. Pero, por desgracia, siguen proliferando los bajos sin ajustar, los rostros poco atildados y los patrones que se pelean con la anatomía de su portador. Excepto en la categoría de peluquería (asunto en el que quedan muchos flecos pendientes), ellas han hecho mejor los deberes. A estas alturas, mujeres como Blanca Suárez demuestran conocer las reglas de la alfombra roja, con todas sus aristas. Anoche, la actriz se apuntó a las transparencias, que siempre aseguran buena cobertura mediática, con un traje negro de Elie Saab. De paso, aprovechó para lucir joyas de Tous, firma de la que es imagen. Queda por saber si el coulotte que el vestido revelaba era de otra de las marcas con las que mantiene una relación comercial. De ser así, demostraría ser una alumna aventajada. Porque así es como se juega este juego.
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