París defiende al individuo
La apuesta por lo personal frente a lo clónico y la proximidad con el arte marcan la pasarela masculina de la capital francesa para otoño-inverno 2014
Con los cinco días de desfiles que ayer terminaron en París, se cierra el periplo internacional de presentaciones masculinas para otoño-invierno 2014 que antes pasó por Londres, Florencia y Milán. Aunque las marcas que se exhiben en cada ciudad sean de lo más variopinto, en conjunto, se esgrime una personalidad diferenciada en cada plaza para reclamar un espacio en un mercado ya completamente globalizado. La carta de París es la de la individualidad y lo internacional, en parte, influida por la cercanía de la cita con la alta costura que hoy empieza.
Un papel al que ayuda la tradición parisiense de ser un punto de encuentro de diseñadores de todo el mundo. En esta edición, 35 de los 50 que han desfilado no eran franceses y se han incorporado firmas importantes procedentes de otras capitales, como Y-3 desde Nueva York o Umit Benan desde Milán. “Las pasarelas italianas se han mantenido más italianas. En París creemos que la moda no tiene nacionalidad”, defendía Didier Grumbach, presidente de la Cámara Sindical francesa en The Business of Fashion. Un buen ejemplo de la forma en que la creatividad prima en París estuvo en el desfile de Raf Simons, el más interesante de cuantos se han visto estos días. El belga, que compagina su propia firma para hombre con la dirección creativa de mujer en Dior, presentó una soberbia colección realizada junto al artista estadounidense Sterling Ruby.
El escepticismo que a estas alturas despiertan las colaboraciones entre la moda y el arte se diluye ante la entrega de los sujetos implicados en este caso. No se trata de tomar una inspiración para un vestido (cosa que Simons ya hizo con Ruby en su primera colección de alta costura para Dior), sino de que un modista y un artista plástico colaboren en igualdad de condiciones en un proyecto que toma la forma de una colección de ropa. Durante seis meses, estos dos hombres han debatido acerca de temas recurrentes en sus obras, como el consumismo o los sistemas de producción. Se conocen desde hace nueve años y el diálogo electrónico entre Amberes y Los Ángeles ha resultado lo bastante fluido como para que el resultado sea una homogénea suma de sus sensibilidades y referencias.
La proximidad con el arte también se ha dejado sentir, por segunda temporada consecutiva, en los diseños de otro belga: Dries van Noten. El 1 de marzo se inaugura una gran retrospectiva sobre su trabajo en el Museo de las Artes Decorativas de la ciudad que ya dejó su impronta en la colección masculina de primavera. Analizar la historia de la moda en relación con su propia carrera, le ha hecho adentrarse en una compleja investigación de formas, capas y colores sacados de la pintura del Renacimiento que ha llevado a un plano contemporáneo (a una rave, para ser más precisos) sin atisbo de nostalgia. El resultado es una original. declaración de amor al oficio
Por mucho que en París se estile una fachada más artística, los objetivos de la industria son siempre los mismos. De ahí que los grandes temas de la temporada recorran el calendario y se coincida en la apuesta por los trajes de cuatro botones o en la dialéctica entre el vestuario formal y el callejero. Tal vez nadie expresó de forma tan clara esta última cuestión como Kris van Assche con una colección para Dior Homme que oscila sin miedo entre la sastrería, las parkas y el vaquero. “Esto va más de individuos que de clones”, asegura el (también) belga ciñéndose ejemplarmente al guion individualista. Una defensa de la personalización que llevan al extremo Pierpaolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri en Valentino. El miércoles quisieron acercar su renovada propuesta masculina (tras la retirada del fundador, esta división se recuperó en enero de 2012) a la tradición de alta costura de la casa con una serie de abrigos que se realizan a medida por los legendarios talleres romanos.
Entre las novedades que se incorporan al vocabulario del próximo otoño, están los pantalones holgados de Givenchy o Comme des Garçons, que se oponen a las extremas estrecheces vistas en Milán. Riccardo Tisci enlaza el baloncesto con la Bauhaus para su defensa de una silueta más espaciosa mientras que Rei Kawakubo enrola a chaquetas devoradas por cremalleras y agujeros en la suya. Seguro que muchos hombres agradecerán que tan ilustres creadores aboguen por el fin de las perneras de pitillo. Y otra feliz incorporación es el primer desfile de Alexandre Mattiussi, reciente ganador de los 250.000 euros del premio ANDAM con su marca Ami. Bajo la tutela de Renzo Rosso, de Diesel, Mattiussi propuso la clase de básicos realistas que algunos echan de menos en las pasarelas entre tanto alarde artístico.
Pero, se quiera o no, ese no es el espíritu que París vende en el escaparate global. La estampa predilecta se parece más a la que ofrece Kim Jones en Louis Vuitton: un creador británico llevando a una firma francesa de viaje por el desierto chileno de Atacama para una colección que tiene la mirada puesta en el mercado asiático.
Babelia
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