Deneuve sigue riendo
Es una película de carretera de libro: trayecto físico y moral de una mujer a la que le cambiará el sentido de la existencia durante el viaje
Tras una interminable serie de papeles solemnes, la mítica Greta Garbo, rictus perdonavidas, mirada de acero, soltaba de pronto una carcajada en su primera comedia, Ninotchka, y los medios de comunicación y mercadotecnia no tuvieron más remedio que coincidir: "¡Garbo ríe!". Acontecimiento. Algo que casi podría repetirse con otra actriz asentada en semejante tipo de gesto, esta vez el de hielo, y que, sin embargo, en una sorprendente última parte de su carrera, recién entrada en la setentena de edad, ha venido a soltarse el pelo de una forma tan inesperada como reivindicable. Así, El viaje de Bettie es Deneuve; la nueva Deneuve, payasa, desinhibida y auténticamente graciosa.
La película, cuarto largo de la también actriz y guionista Emmanuelle Bercot, de la que ya se estrenó el año pasado la olvidable Los infieles, es una película de carretera de libro: trayecto físico y moral de una mujer a la que le cambiará el sentido de la existencia durante el viaje; y retrato de la sociedad contemporánea a través de sucesivos encuentros con variopintos personajes que acaban conformando un estado de la cuestión, en este caso la Francia de la crisis económica, el cuestionamiento moral y la debacle política. Un trabajo que, a pesar de su puesta en escena, que no es ni clásica ni académica sino sencillamente pedestre (hay hasta un reencuadre con zoom que parece sacado de un vídeo de la primera comunión), y de que el encaje final de las historias resulta algo forzado, consigue atrapar por la naturalidad, la cercanía, la carnalidad y la ternura con las que se desenvuelve Deneuve.
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