Moschino rescata a Jeremy Scott
El estadounidense es el nuevo director creativo de la firma italiana Sustituye a Rossella Jardini, que ocupaba el cargo desde la muerte del fundador
Parecía que a Jeremy Scott, acaso el iconoclasta más esforzado de la moda, se le había pasado un poco el arroz. Tres lustros después de agitar la pasarela de París y seducir a las revistas de tendencias y a Karl Lagerfeld con su elogio de lo estridente y de la cultura pop, el diseñador logra una plaza en la primera división de la moda. La casa italiana Moschino anunció ayer su contratación como director creativo. Scott (Kansas City, 1975) sustituirá a Rossella Jardini, que llevaba en el cargo desde que su mentor, Franco Moschino, falleciera en 1994. La firma, propiedad del grupo Aeffe, celebró el pasado septiembre en Milán su 30º aniversario con un desfile amenizado por Gloria Gaynor. En febrero, y en la misma pasarela, se presentará la primera colección de Scott, para otoño/invierno 2014.
Franco Moschino se reía de la moda y esa ironía se convirtió en su principal reclamo de venta durante los nueve años que estuvo al frente de su propia marca. Apelaba, con fiereza y risotadas, a una libertad de la que el sistema carecía. “No soy un diseñador de moda. Soy un pintor, un decorador. No el autor de una nueva era”, decía en 1991 en una entrevista. De ahí eslóganes como “El buen gusto no existe” o “Desperdicio de dinero”, que estampaba en sus prendas. Las similitudes entre el discurso del estadounidense y el de su predecesor italiano (nacido en 1950) son notables.Tras su graduación en el Instituto Pratt de Nueva York, en 1996, Scott se trasladó a París para jugar con elementos tan ajenos a la industria francesa como la comida basura, la carta de ajuste, Mickey Mouse o la Coca-Cola. “De niño veía la tele y quería pertenecer a ese mundo de ropa alucinante y entretenimiento. No deseaba ser diseñador moda exactamente. Lo que adoraba era la cultura pop, era un estudioso de ella”, declaraba en una conversacion con este periódico en 2009.
Hace una década, Scott dejó París para establecerse en Los Ángeles. Una ciudad ciertamente más afín a su discurso y filosofía estética. Desde allí, ha colaborado con firmas como Swatch o Adidas y ha vestido a Rihanna, Lady Gaga o Madonna. A pesar de la aparente excentricidad de su trabajo, la ambición del estadounidense siempre ha sido alcanzar un éxito masivo. Así lo expresaba en 2009: “Nunca he querido ser underground porque sí. Mi objetivo es influir en la vida de la gente”.
Babelia
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