Vinicius de Moraes, amigo de Neruda, pertenecía a la primavera
El mes que viene se cumple el centenario del nacimiento del poeta y cantante brasileño
Cuando yo veía a mis amigos Enrica y Michelangelo Antonioni, él ya bien viejito y ella mucho más joven, juntos y amorosos, pensaba cómo habría sido mi vida con Vinicius, si él no hubiera muerto tan temprano, dejándome viuda con 28 años. Viví con él una historia de amor de cine, ya que desde muy chica me enamoré de su poesía y de sus canciones. Mis amigas tenían fotos de los Beatles y otros ídolos teens en sus libros, en sus diarios, etcétera, y yo tenía a Vinicius. El tema de mi examen oral para sacar el Proficiency en lengua inglesa de la Universidad de Cambridge fue... Vinicius. Y, por suerte, cuando fui a vivir a Europa, a todos los sitios a los que iba, aparecía él como por encanto. Primero en Inglaterra donde vive tres años, y él fue acompañando a Jorge Amado, que publicaba su libro Teresa Batista cansada de guerra en inglés. Después en Italia, donde yo trabajaba con Franco Fontana, productor que llevó la música brasileña a Europa en los años setenta/ochenta. Y, finalmente, en París donde empezó nuestra vida conyugal y donde vivimos por un tiempo antes de regresar a Brasil a finales de 1978.
En París, yo seguía trabajando con Franco Fontana y acompañaba a Vinicius, como productora, en la gira que le llevó a él, con Jobim, Toquinho y Miucha, a Europa. Un día, un minuto antes de salir al escenario del Olympia, Vinicius me dijo: "Estoy totalmente enamorado de ti y quiero vivir contigo". Casi me desmayé y, desde aquel día hasta su muerte, ya no nos separamos ni un minuto. Vinicius era una persona deliciosa y todo el mundo quería estar junto a él. Nunca podíamos salir solos, la pareja, porque allá donde íbamos siempre se acercaba alguien para hablar con él. Y yo lo entendía.
Decía que la gente mezquina con lo material también lo es con los sentimientos
Están celebrando los 100 años del nacimiento de Vinicius (19 de octubre) con homenajes en muchos lugares de Brasil y en países como Argentina, Uruguay, Portugal. Me alegro de que EL PAÍS, representando a España, haga también su parte. Pero, sin restar importancia al resto, el homenaje más bello que he visto ha sido el de unos de niños de 8 a 12 años, de escuelas municipales de Quissamã, pequeñísima ciudad del norte del Estado de Río. Hicieron música, danza, teatro, poesía, todo inspirado en la obra de Vinicius. Y digo que fue el más hermoso porque eran chicos pobres y que no habían nacido cuando Vinicius murió. Fue muy conmovedor. Puede que otros niños de otras ciudades lo hagan también, pero esa fue la primera vez. Participé también, hace unos días, de una conmemoración en Salvador de Bahía con João Bosco, Mônica Salmaso y Toquinho. Fue un show divino y João Bosco contó a la gente que llenaba el Teatro Castro Alves que, siendo él estudiante de ingeniería en Ouro Preto, fue al hotel donde estaba Vinicius con su guitarra porque un amigo le había dicho: "Vamos, porque Vinicius recibe a todo el mundo". ¡Y así era!
Vinicius tenía dos grandes rasgos: la generosidad y el humor. Decía que lo peor del mundo es la gente grosera y, después, la gente mezquina. Según él, la gente mezquina con las cosas materiales también lo es con los sentimientos. Tampoco soportaba a la gente sin sentido del humor. Solía decir que, a veces, es mejor alguien sin carácter que alguien sin humor. Él, bromeando, me presentaba así a la gente: "¿Conocen a mi viuda? Gilda Mattoso". Yo me enojaba, pero después me reía al pensar que para él tal vez eso significaba que íbamos a estar juntos para siempre. También decía que el mejor amigo del hombre es el whisky, que es "¡el perro embotellado!". Otra cosa divertida de Vinicius eran los idiomas. Hablaba muchas lenguas y le gustaba hablar con el público en sus shows. Pero cuando hacía giras muy largas y por muchos países se confundía mucho. Una vez, Chico Buarque asistía a un show de Vinicius en Roma, en el que contaba historias y la gente reía. Un hombre, que estaba al lado de Chico, dijo: "E bravíssimo questo Vinicius pero, scusa, que língua parla?".
Vivir con Vinicius era un regalo, una experiencia existencial única e inmensa. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que en mi vida hay un AV y DV (antes de Vinicius y después de Vinicius). Aunque breve, el tiempo que pasé con él fue de una riqueza extraordinaria. Yo le di los mejores años de mi vida y él me dio la dimensión del gran amor en su totalidad. Vinicius vivió una vida de coraje y poesía. Se entregaba al amor y buscó siempre el amor y la poesía perfectos. Este binomio hacía de él un ser único que jamás se negó a vivir una nueva vida buscando esa perfección. Carlos Drummond de Andrade, otro grande de nuestra poesía, decía que Vinicius vivió la vida que cantaba, una vida de poeta. Vinicius dejó amigos en todo el mundo.
Uno de sus grandes amigos fue Pablo Neruda, que le dedicó este soneto:
A Vinicius de Moraes
"No dejaste deberes sin cumplir / Tu tarea de amor fue la primera: / Jugaste con el mar como un delfín / Y perteneces a la primavera. / ¡Cuánto pasado para no morir! / ¡Y cada vez la vida que te espera! / Por ti Gabriela supo sonreír / (Me lo dijo mi muerta compañera). / No olvidaré que en esa travesía / Llevabas de la mano a la alegría / Como tu hermano del país lejano / Del pasado aprendiste a ser futuro / Y soy más joven porque en un día puro / Yo vi nacer a Orfeu de tu mano".
(Pablo Neruda Barco Lumière, 27 de marzo de 1966)Por todo eso, y por tantos otros motivos, digo como él: Vinicius, "Se todos fossem iguais a você / Que maravilha viver!".
Gilda Mattoso es la viuda del poeta Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, 1913-1980).
Vinicius de Moraes. Antología sustancial de poemas y canciones. Edición bilingüe. Selección, traducción y notas de Cristian De Nápoli. Adriana Hidalgo Editora. En librerías a partir del 28 de octubre.
Babelia
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