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Rembrandt en Haarlem: el público elige

Una votación por Internet decide los dibujos expuestos en el museo Teylers

Isabel Ferrer

Los recortes sufridos por el sector del arte en Holanda han aguzado el ingenio del museo Teylers, de Haarlem. Dueño de una de las mejores colecciones del mundo de la obra gráfica de Rembrandt, ha invitado al público a elegir sus cien dibujos y aguafuertes favoritos. Con ellos ha organizado una exposición que ilustra las preferencias del público actual al mirar a uno de sus héroes nacionales.

Como las obras necesitaban un marco nuevo y a medida, la sala ha pedido a su vez ayuda a la ciudadanía para comprarlos. Ambas empresas han sido un éxito, y Los cien ‘rembrandts’ más bellos del Teylers abrirá este sábado presumiendo de haber logrado reunir los 50.000 euros necesarios para costear los marcos. Pero sobre todo, estamos ante la exposición más democrática montada por la sala más antigua del país.

Fundado en 1784 con el legado de Pieter Teyler, un adinerado banquero, el museo compite con el dedicado en Haarlem a Frans Hals, otro maestro del Siglo de Oro. El Teylers, sin embargo, cuenta con un atractivo añadido: conserva un interior intacto y tiene una imponente colección de paleontología y aparatos científicos, junto a una nutrida biblioteca de Historia Natural. Desde su apertura, además, se lanzó a coleccionar la obra gráfica de Rembrandt, tanto aguafuertes como dibujos, y es uno de los centros de referencia en este género. En total, guarda un tesoro de 326 grabados y 34 dibujos. De estos últimos, 12 son del maestro y el resto de sus alumnos y seguidores.

Se trata de una colección sobre la que solo opinaban los expertos, y de ahí que haya surgido la idea de abrirla al espectador para su selección. “Queríamos saber qué busca el público de hoy en los dibujos y temas del pintor, porque con Rembrandt ha cambiado mucho. Hizo de todo, escenas bíblicas, autorretratos, imágenes eróticas o paisajes. Pasó de ser un hombre reputado a no encajar en la moda del siglo XVIII, por sus motivos, considerados ordinarios. En el XIX, por el contrario, hacían falta héroes patrióticos y su vida y obra, libres y poco convencionales, le convirtieron en un símbolo”, dice Michiel Plomp, conservador jefe del Teylers, que sigue atento los últimos detalles del montaje.

Con las cinco imágenes más votadas del centenar colgado en la muestra, se ha elaborado un cuadro de honor muy significativo. Sólo uno de los cuatro grabados escogido por la gente fue alabado hace cuatro siglos. Se titula Autorretrato apoyado en una repisa de piedra, y recuerda que Rembrandt mismo fue uno de sus mejores y más frecuentes modelos. Se retrató como noble y mendigo, joven y anciano, y el efecto producido por su rostro perdura.

La pieza más popular en la actualidad, y que preside esta orla honorífica, es El retorno del hijo pródigo. Se trata de un conmovedor dibujo sobre la parábola de Jesús, recogida en el Nuevo Testamento, en tonos sepia. Con pocos trazos logra lo que le hizo grande: el mayor grado posible de expresión y humanidad en un espacio reducido. Los otros tres elegidos para esta gloria moderna son grabados diversos. El Autorretrato con los ojos abiertos es casi tan pequeño como un sello y uno de los más reproducidos de la trayectoria de Rembrandt. El paisaje Tres árboles y una Caracola brillante completan el quinteto.

La apertura del sitio web para recoger los votos ha dejado comentarios para todos los gustos. Desde los firmados por varios holandeses famosos, a los del público corriente, encantado del protagonismo brindado. Así, Gary Schwartz, uno de los mayores expertos en la obra del artista, dice sobre un grabado religioso: “Rembrandt era una tuerca en el engranaje del anuncio de la llegada de Mesías”. El escultor Jasper Krabbé califica rápido una de las ilustraciones eróticas que inspiraron luego a Picasso: “Deseo de 1659”. El fotógrafo Koos Breukel ve la rapidez de su oficio en la cara sorprendida de Rembrandt y apunta: “Es como si trabajara abriendo y cerrando el objetivo”. Dieuwertje Blok, presentadora de programas infantiles, se emociona con “la madre que tuve y quisiera tener”, ante una escena familiar. Y Jan Six van Hillegom, descendiente directo de Jan Six, el alcalde de Ámsterdam inmortalizado en 1654, repite otro comentario frecuente: “Es fantástica la forma de decir tanto con unas pocas líneas”, ante un paisaje marino.

Su antepasado posó con capa roja para uno de los óleos más conocidos del artista, y compró asimismo la plancha del correspondiente grabado. La primera pertenece a la familia, que la ha cedido para la muestra. La ilustración es del museo y las presenta juntas. “Era una práctica corriente y el cliente tenía el monopolio de su figura. Pero cuando morían, acababan vendiéndose reproducciones de los grabados. Rembrandt tenía gran sentido comercial, necesitaba el dinero, y estas piezas eran muy populares. Todos los nuestros son de su época”, añade el conservador.

Los dibujos tal vez sean menos conocidos que los aguafuertes, porque Rembrandt practicaba con ellos. No solía firmarlos y apenas preparaba así sus óleos, con un boceto preliminar. Un aguafuerte, por el contrario, podía reproducirse cien veces y venderse hasta por 100 florines del siglo XVII. De todos modos, que El retorno del hijo pródigo, pequeño y emotivo, haya sido escogido como abanderado de la exposición (hasta el 19 de enero) demuestra que Rembrandt sigue llegando, con muy poco, al espectador.

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