Un contundente y emotivo Bayona recoge el Premio Nacional de Cinematografía
“Sin cultura ni educación no vamos a ninguna parte”, afirmó el cineasta en su discurso El ministro Wert anuncia durante el acto la creación de una nueva asignatura sobre lo audiovisual
Cada uno ha estado a lo suyo. Juan Antonio Bayona, como galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía, ha estado emotivo, contundente y serio en su discurso. Emotivo cuando ha recordado el sacrificio de sus padres –presentes y llorosos en el acto-, su educación en cines de barrio y televisión pública; contundente al analizar los problemas actuales del cine español (“Sin cultura ni educación no vamos a ninguna parte”) y serio en sus gestos con el ministro de Educación, Cultura y Deporte. Por su parte José Ignacio Wert ha dado el típico discurso de elogios al premiado, ha recorrido el panorama actual del cine como algo sobrevenido y ha anunciado la creación de una nueva asignatura en secundaria y bachillerato centrada en lo audiovisual.
Más tarde, al responder a las únicas tres preguntas permitidas a los periodistas, ha explicado el concepto de la asignatura: Cultura Artística, Visual y Audiovisual. “Queremos desarrollar en los más pequeños el gusto por el lenguaje audiovisual, que amen las artes audiovisuales y desarrollen el gusto por ir al cine, y no solo ver las películas en televisión y el ordenador”. Cuestionado sobre el cacareado anuncio aquí mismo en este acto el año pasado de una “gran coalición del cine” que acabaría con una nueva Ley de Cine, aseguró: “Los pasos se van dando, y el caso más llamativo es la aprobación ayer dentro de la reforma del Código Penal un endurecimiento severo del tratamiento penal de la piratería, importante dentro del cine”. Eso sí, también reconoció que en el asunto del IVA “seguimos igual que el año pasado”, y que todo el proceso se ha ralentizado.
Mis padres entendieron que la educación no es un gasto, sino una inversión
Si el ministro se ha llevado el típico aplauso de fría cortesía, Bayona recogió una ovación larga, cálida y cariñosa después de sus palabras que había escrito pocas horas antes. Hacía años que no se oía un discurso tan duro y emocionante como el del director de Lo imposible al recoger el Premio Nacional. Arrancó con la vida “de sacrificios” de sus padres, que lo dieron todo por los estudios de sus hijos: “Entendieron que la educación no es un gasto, sino una inversión”. Y recordó el amor por la pintura de su padre, una afición que dejó por el trabajo. Rememoró sus primeros recuerdos del cine, -"aquel plano de Superman, ese día quise volar y romper las leyes de la física haciéndome director de cine"-, sus tardes en el recientemente desaparecido cine Urgel (“La mejor sala del mundo”), “y las películas que vi en una televisión pública de calidad”).
Siguió: “Con Lo imposible he aprendido que el mundo no se acaba en mi casa. Que ya no hay fronteras. Pertenezco a un cine español que busca la voluntad de comunicar”. Y ha analizado la situación actual de la industria: “En Europa todos los platós están llenos. No se para de rodar. Aquí, al contrario, empresas que colaboraron en mi película han cerrado. Espero que Lo imposible no se convierta en un espejismo, porque aquí hay talento”. Finalmente, se refirió al 21% del IVA y la piratería: “Tomemos conciencia de lo que está fallando”.
Babelia
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