Los beneficios de la infelicidad
Peter Cameron, autor de la exitosa novela ‘Algún día este dolor te será útil’, regresa al laberinto de las relaciones con 'Coral Glynn'
¿Qué hay detrás de la fachada de perfección en las relaciones sentimentales? A veces, engaño. Más temor a la soledad que amor, sentencia Peter Cameron (Nueva Jersey, 1959). Es el laberinto de las emociones, los sentimientos y las necesidades mutuas que despliega en Coral Glynn (Libros del Asteoride), su siguiente novela tras el éxito obtenido con Algún día este dolor será útil, su primera obra traducida al español por la misma editorial.
Cameron vive en un mundo personal entre la realidad y la ficción. Los libros le han impresionado más que sus propias experiencias reales, reconoce el escritor durante su visita a Barcelona. De ahí que sus preocupaciones creen personajes que apenas él mismo logra dominar: “Evolucionan solos. Es en el intento de comprender sus decisiones que me entiendo a mí mismo”, explica Cameron, atrapado en un círculo que borra la frontera entre existencia e imaginación, acercándole a un Don Quijote de carne y huesos.
Parte de ese interés se titula ahora Coral Glynn, una historia ambientada en la Inglaterra de los años 50. Una época que le interesa especialmente como novelista, entre otras razones porque, dice, le intriga “el juego que este periodo sexual y socialmente reprimido da a los caracteres, obligados a aparentar y esconder su verdadera personalidad”. Nutrido por las palabras del gran poeta Philip Larkin y de narradoras como Elizabeth Taylor, Elizabeth Bowen o Virginia Woolf —potentes voces femeninas que han guiado el escritor por las contradicciones sociales de esa época— Cameron no necesitaba más herramientas para su obra: la literatura se ha convertido en su referente histórico, híbrido de invención y realidad.
Una aparente trama convencional —la enfermera Coral Glynn entra en la casa del comandante Hart para cuidar de la madre moribunda y acaba casándose demasiado de prisa con él— permite al escritor superar otro confín: la fachada de perfección y felicidad de las relaciones sentimentales. A través de distintos personajes investiga las motivaciones que unen a dos personas. La novela señala que a menudo no se trata de amor, sino del temor a la soledad. “La gente quiere enamorarse y con frecuencia se engaña a sí misma. Hay que ser honesto sobre lo que se siente, pero se necesita coraje para superar el miedo al aislamiento”, reflexiona el escritor. Y no sólo en cuestiones de amor. Según Cameron, “hoy nos sentimos menos solos porque creemos estar vinculados a otros a través de Internet. ¿Por qué alguien pública observaciones como 'hoy para el almuerzo he comido pizza?' Las redes sociales son una manera de registrar la propia existencia y tener la ilusión de compartir algo. Falta la intimidad, la clave para acercarse realmente a alguien. La confianza real con el otro necesita algo más profundo y sincero, es mucho más difícil de encontrar”.
En Coral Glynn se ilustra la infelicidad de aquellos que están rendidos a compromisos artificiales y la valentía de los que, como Coral, no se contentan. Un pasado marcado por el dolor la acerca al comandante Hart, que a los pocos días de conocerla pide su mano. “Está muy bien abrigar sentimientos cálidos y tiernos por alguien, pero… ¿Es suficiente base para el matrimonio?”, le confiesa la enfermera. La pregunta se vuelve el hilo conductor de la novela, que impulsa Coral a la búsqueda de sí misma.
A Peter Cameron le intriga la incomodidad que empuja a la acción y al cambio. “Experimentar el dolor es difícil, pero te hace más empático y sensitivo”. Cameron reconoce que la infelicidad es el verdadero leitmotiv de sus novelas, algo que trae a la memoria a Tolstoi y su Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”.
Su próxima novela, dice, volverá a la sociedad contemporánea y a juntar personas tan lejanas como un joven homosexual con una crisis nerviosa y una mujer adulta a cuya hija acaban de asesinar. Cómo acabará todavía no lo sabe: la lucha entre Cameron y sus creaciones sigue abierta.
Babelia
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