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‘La tigresa y otras historias’: Dario Fo, cómplice de la tradición oral

El actor Julián Ortega se mete en la piel de una treintena de personajes en una obra que llega a Madrid con la convicción de que el teatro es político

El actor Julián Ortega, en un momento de 'La tigresa y otras historias'.
El actor Julián Ortega, en un momento de 'La tigresa y otras historias'. Paco Manzano

Una obra del Nobel italiano Dario Fo vuelve a los escenarios madrileños con el montaje de La tigresa y otras historias, escrita por el autor en 1979 y lo hace con una convicción: que el teatro es siempre político. El actor Julián Ortega escuchó por primera vez el texto a la edad de cuatro años y se le quedó grabado en la memoria. Ahora tiene la oportunidad de representarlo bajo la dirección de su padre, José Antonio, quien ya lo había llevado a los escenarios en 1982. Ortega da vida a una treintena de personajes con distintos registros para la inauguración de la temporada de la sala El Sol de York de Madrid. La obra se podrá ver hasta en 22 de septiembre, con funciones de jueves a domingo.

Son tres historias independientes pero unidas por el deseo de Fo de construir un universo teatral por la risa y el significado moral, como señalan los creadores del montaje. La tigresa se basa en una fábula oriental traducida al castellano por Carla Mattieni. Fo relataba que la había escuchado a un juglar en la periferia de Shanghái. De esta forma, el componente oral es clave en la obra hasta el punto, explica su protagonista, que se emparenta con “la épica clásica de los rapsodas antiguos”. Un soldado que ha sido abandonado a su suerte por sus compañeros mientras realizaba la Gran Marcha entre 1934 y 1935 se refugia malherido en una cueva durante una tormenta. Pero el lugar en realidad está habitado por una gigantesca y feroz tigresa y por su cachorro. En este cuento chino se establece una extraña relación entre el ser humano y los animales y esto se hace con mucho humor. Y con política.

“Es un relato que habla de la China comunista; se trata de una crítica al comunismo desde la perspectiva de alguien con esta ideología, una llamada al pueblo y una denuncia del control del Estado”, apunta Julián Ortega, al que encandilan el compromiso político y la ironía del dramaturgo de quien la Academia Sueca destacó su semejanza con los bufones de la Edad Media, al ser el azote de los políticos y al defender la dignidad de los oprimidos cuando le otorgaron el Premio Nobel en 1997. Y en los cuentos, como señala el programa, "cabe todo el mal y todo el bien, y en ellos se encuentra siempre la senda para romper con los más terribles hechizos".

El tigre, agrega el intérprete, es una representación del poder del pueblo, algo "muy pertinente" en los tiempos que vivimos. “Dario Fo toma tres mitos y realza los valores, aquellos precisamente que ahora estamos perdiendo por una sobrecarga de información”. En La tigresa, primera parte de la obra teatral, los espectadores encontrarán "la cooperación", asegura. El actor sostiene que el reto mayor con el que se ha enfrentado no ha sido tener que ponerse en la piel de la treintena de personajes del monólogo, sino hacer cercana la historia al público. “La obra da vida a un soldado anónimo, que podría ser cualquiera de nosotros, pero es necesario el esfuerzo de la imaginación”, recalca.

El primer milagro del Niño Jesús se inspira en uno de los evangelios apócrifos e introduce al espectador en la cultura judeo-cristiana. La tercera parte de la obra teatral, Ícaro y Dédalo, se centra en la búsqueda de los protagonistas que desean salir del laberinto que Dédalo había construido y encuentran la solución por ese vuelo que se acerca al sol peligrosamente, como narra la mitología griega.

La tigresa y otras historias ha llegado también a las tablas de Bilbao, Zaragoza y Segovia, ciudad que acogió el montaje en su cárcel. De la primera ciudad, Julián Ortega guarda un recuerdo más entrañable por la involucración de los espectadores. “Hoy en día la política está separada de la moral. Aquella debe construirse en todo lo que hacemos”. ¿Y el teatro? El actor considera que tiene que tomar partido por su contexto social. Cuando se echa el telón sobre el escenario al final de la obra de teatro de Fo, este intérprete espera que los espectadores se hayan sentido activos y abandonen la sala con la sensación de que hay algo que debe cambiar en el mundo. “Creo que el teatro siempre es política”.

El director José Antonio Ortega, quien fundó y ha gestionado la sala Villarroel de Barcelona durante treinta años, es también guionista de cine y veterano director de teatro desde los ochenta. Su hijo, Julián Ortega, ha interpretado papeles teatrales desde 1990 con directores como José Pascual, Gerardo Malla, Luis Olmos, María Ruiz, Mario Gas, Ernesto Caballero, Ferrán Madico o Eduardo vasco.

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